Écija – El Portal Temático Cultural

Fernando Martínez

Empezaré recordando lo obvio. Decía el gran Bertolt Brecht, que malos tiempos son estos que corren, si tenemos que andar siempre recordando lo obvio. (En el transcurso del Congreso que ha celebrado hoy el PSOE de Sevilla en un hotel de la capital, un ilustre veterano ha recordado la frase).

Pues así es. Usando el símil que mi buen amigo Javier García hacía el otro día, una cosa es que no te gusten los toros, y otra que te alegres de la muerte de un torero. Pues no me gustaba un tipo como Blesa, pero tampoco me alegro de su muerte. Se produzca de una forma u otra.

Ni me generaba, ni me genera ninguna simpatía alguien como él. Ni tenía ni tengo, todo lo contrario, la más mínima empatía con ese hombre. Y tengo que volver de nuevo a lo obvio: esa opinión no cambia por el hecho de que su suicidio haya podido estar provocado en mayor o menor medida por la presión a la que en los últimos tiempos ha estado sometido.

No quiero sugerir con esto que una persona que haya cometido uno o varios delitos esté obligada a soportar el escarnio y el linchamiento público, mediático e incluso físico, a diario.

A mí me gustaría que este país no fuese, como tan a menudo lo es, un país de estridencias y superficialidades. Me gustaría que dejásemos hacer su trabajo a las instituciones encargadas de velar por la restitución de las cosas a su estado normal, cuando éste ha sido transgredido.

A los policías investigar los supuestos delitos, perseguir a los delincuentes, detenerlos y ponerlos a disposición de los jueces. A éstos juzgarlos con todas las garantías, y condenarlos si los encuentran culpables. Y que la prensa diera cuenta de ello de manera rigurosa.

¿Sabéis por qué en España no hay medios amarillos como The Daily Telegraph o The Sun en el Reino Unido? Pues porque en gran medida, ese espacio de obscenidad periodística ya está cubierto por una parte no menor de la prensa, digamos común, corriente. Ojo, no digo toda. Digo una parte, pero recalco que no una parte menor. (Un reflejo de esto es lo que se lee en redes como esta. Cualquiera dice lo que le da la gana, publica como ciertas noticias que eran bulos, o no se molesta ni en mirar la fecha de algunas y enlaza como actuales las que tienen meses y hasta años).

Pero como venía diciendo, no me es simpático ahora Blesa porque su suicidio pueda ser una consecuencia de ese estado de presión. Una vez más, volvamos a Brecht y hagamos manifestación ostentosa de lo obvio. Quienes han utilizado ese argumento, han olvidado la infinidad de suicidios que la puta crisis y las putas políticas de austeridad se han llevado por delante. Personas que en su inmensa mayoría, si no en su totalidad, eran ajenas a las decisiones que primero hincharon la burbuja, y después la pincharon. Compadecerse de Blesa, como en su día de Barberá, con esa argumentación, es faltar el respeto a la memoria de esas personas, víctimas y no artífices de tanto despropósito.

En fin, no me enrollo más. No me alegro de la muerte de Blesa, pero no guardaré ningún recuerdo amable de él, ni siquiera porque se haya suicidado. Entre otras cosas, nunca me será simpático un tipo que era íntimo amigo de alguien que me es tan profundamente antipático como José María Aznar. El peor presidente que ha tenido este país en democracia, al que ni siquiera un personaje tan gris y nefasto como Rajoy hace bueno.

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