ROMANCE DE LOS PERROS VERDES por Francisco J. Fernández-Pro
(Letras trashumantes, dedicadas a mi querida Amiga EVA FIRST y cumpliendo, una vez más, con los deseos de mi venerada Doña MARÍA DE LÓPEZ…)
ROMANCE DE LOS PERROS VERDES
Hoy no quise la corriente
que, aunque digan lo que quieran,
la corriente es peligrosa
y puede ahogar a cualquiera.
Mi amigo me aconsejó
que callara y no dijera
lo que no debía decir,…
y no retuve mi lengua.
Como perdí aquel negocio
por hablar con la franqueza
que siempre me dicta el alma,
me miró con extrañeza
y me llamó “perro verde”,
como si le diera pena.
Más ser perro verde es bueno:
despreciamos las casetas,
los amos que, por ser amos,
andan siempre en la berrea
cuando llaman a sus perros
al calor de las candelas…
No queremos dar un alma
que la Vida la hizo nuestra.
¡Sí, señor!,… ¡Soy perro verde!…
yo no acecho cualquier teta,
ni el mendrugo, ni la sobra
del banquete o de la mesa;
ni me gusta colear,
haciendo gestos de fiesta;
ni lanzo ladridos dulces
esperando azúcar vieja;
yo no me lleno la panza
sin ganarme antes mi cena,
que siempre hay un bocado
donde el hambre se lo encuentra
y si no… ¡queda el consuelo
de soñar con carne fresca!
Nos llaman “verdes” por raros…
Eso dicen los que apestan
a matapulgas del caro
con pedegree de grandeza,
creyendo que, cabizbajos,
bajaremos las cabezas
y meteremos el rabo
entre las patas traseras…
¡y a mí me importa un carajo
lo que el perro caro piensa!
Los perros verdes pensamos
que es mejor irse a las eras
a compartir con las mieses
los calores de las siestas
o perderse por los ríos
donde sueñan las riberas
que son como perros verdes
lamiendo puentes de piedra;…
y, cuando llega la noche,
nos gusta ver las estrellas
(que, a falta de techo y manta,
nos abrigamos con ellas)
Los perros verdes andamos
por caminos y veredas,
ocupamos plazas tristes
y rincones de callejas;
no habitamos los palacios
por evitar las cadenas.
Sabemos que somos libres
y no queremos perreras.
Somos perros que intentamos
existir con la vergüenza
de ser perros sin ser perros…
¡de ser perros por las buenas!
Quien me invitó a la corriente,
viéndome luchar con ella,
no queriendo someterme,
me miró con extrañeza
y me llamó “perro verde”
como si le diera pena…
y ser perro verde es bueno:
evitamos la condena
de ser perros de algún amo,
pescuezo de una cadena.
Somos perros que evitamos
vivir una vida perra;
pues, por la senda, aprendemos
que, aún de perros,… ¡hay maneras!
!Genial!
Muchísimas gracias…
Querido Paco, siento que se me haya pasado el tiempo sin agradecerte la dedicatoria de este artículo que como siempre y como se indica en el anterior comentario, simplemente es genial. Ya sabes son meses de vacaciones aunque para nosotros sean de mas trabajo por aquello de aprovechar el buen tiempo para hacer todo lo que no se puede luego en invierno, y eso ha sido lo que ha retrasado mi contestación
Como te digo me ha parecido acertadisimo como siempre y me siento completamente identificada con la descripción. Si, soy PERRO VERDE, a mucha honra, por elección propia, y a pesar de los inconvenientes que esa actitud acarrea, es mas, creo que ya hasta mis propios perros están adquiriendo esa característica, la están copiando de nosotros todos los animales que nos rodean, cosa que nos llena de satisfacción.
Gracias, querida Amiga… y no hacía falta que me agradecieras nada ¿A quién mejor que a ti o a Pepe se le podrían dedicar estos versos? Juntos, hemos batallado demasiado como para no tenerlo en cuenta.
Un beso.