REALIDADES SOBRE LA AMÉRICA HISPANA por Francisco J. Fernández-Pro
El asunto sobre la Leyenda Negra Española en América, me pica bastante. Sobre todo, porque surgió de un escrito-informe que, con toda su buena voluntad, escribió Fray Bartolomé de las Casas, encomendado por la Reina Isabel de Castilla para saber el trato que se le daba a sus vasallos. Informe que, posteriormente, fue manipulado por los anglosajones para engañar al personal y desprestigiar a los españoles y sus gestas (cosa en la que los ingleses siempre fueron verdaderos maestros)
Por tanto, el asunto suscitado durante estos días por el Presidente de Méjico, Andrés Manuel López Obrador, con sus misivas al Rey de España y al Papa, me ha causado indignación (más aún viniendo de él: un descendiente directísimo de Cantabria)
Pero he de confesar que esta inquietud mía por conocer la verdad sobre lo que ocurrió en la Conquista de América, tiene ahora un doble interés. Precisamente este año se cumple el 500 Aniversario del rescate del ecijano Xerónimo de Aguilar por Hernán Cortés. Personaje que, a la postre, sería fundamental en la conquista del Imperio Azteca.
Pues bien, saliendo al paso –una vez más- a la desinformación con la que se aleccionan a muchos de nuestros jóvenes y a la ignorancia supina con la que algunos políticos tratan este asunto, me permito recopilar parte de dos artículos que escribí hace unos años, a fin de que quien no los hubiera leído tenga la oportunidad de conocerlos. A fin de cuentas, lo que trataban era de demostrar el extraordinario papel que la Corona de Castilla realizó en América y cómo, por culpa de malos políticos, el cainismo imperante en nuestra España y nuestros complejos de siempre, permanentemente se convierten en motivo de polémicas absurdas, sin más datos que los que han sido ignorados o manipulados burdamente. Esta fue la Historia y, el que no la conozca, que lea:
Sobre el derecho de los indígenas, hay que saber que tras el Descubrimiento de América, Isabel I puso especial empeño en la cristianización de sus gentes, por lo que comisionó a Fray Bartolomé de las Casas con este fin. La firme oposición de este sacerdote a la esclavización de los indios americanos, determinó la voluntad de la Reina que, tras prohibir el cautiverio de los indígenas (al considerarlos vasallos de la Corona) e informada por el Obispo de Badajoz, Juan Rodríguez Fonseca, de la venta, por parte de Cristóbal Colón, de trescientos de ellos, tomó dos decisiones inmediatas: por un lado, comisionó a Pedro de Torres para recomprar a todos los indios, liberarlos y reunirlos en Sevilla, a fin de repatriarlos a sus lugares de origen (sólo dos no regresaron, aunque quedaron liberados: uno, enfermo en Sanlúcar de Barrameda y una niña que no quiso volver y quedó en casa de Diego de Escobar); y, por otro lado, ordenó la inmediata prisión de Colón, a quien se le retiraron sus privilegios y se le destituyó como Almirante de la Mar Océana.
Pero, si esto no bastara para comprender la voluntad de la Reina Católica sobre los indígenas americanos. Cuando se acercaba su muerte, Isabel mandó, en el Artículo XII, del Codicilo que dejó en Testamento, que tanto el Rey Fernando, como su hija Juana y a sus sucesores: “…no consienten ni den lugar de que los indios vecinos y moradores de las dichas Indias y tierra firme, ganadas y por ganar, reciban agravio alguno en sus personas y bienes; más, mando que sean bien e justamente tratados. Y si algún agravio han recibido, lo remedien.”(sic) Muchísimos años después, el historiados iberoamericano Rafael Altamira, escribiría sobre el momento de la redacción de este Codicilo: “Fecha memorable para el mundo entero, porque señala el primer reconocimiento del respeto debido a la dignidad y libertad de todos los hombres por incultos y primitivos que sean; principio que, hasta entonces, no se había practicado en ningún país”
En la consideración puramente administrativa (¡tan importante para evaluar el verdadero alcance y la realidad de la actuación de Castilla en América!), hay que tener en cuenta que la Monarquía hispánica lo que pretendía era crear otras Españas en el Nuevo Mundo, tanto jurídica, administrativa como culturalmente. Sin embargo cuando, años después, Felipe II promulgó los Decretos de Abolición de la Conquista, comenzó la llamada “colonización de América”, realizada por holandeses, franceses e ingleses que, a diferencia de los españoles, nunca procuraron evangelizar ni civilizar en el sentido positivo y, por tanto, no construyeron infraestructuras, escuelas o iglesias, sino que se limitaron simplemente a crear puestos comerciales y factorías. Donde éstos buscaban mano de obra y territorios rentables económicamente, el Reino de Castilla había intentado hallar “hombres con alma” a los que evangelizar. Lógicamente, toda esta realidad produce unas consecuencias, deja una huella indeleble. Por ella podemos comprobar cómo, durante los aproximadamente tres siglos de dominio español, en los territorios ocupados se construyeron 30 Universidades para españoles, nativos y mestizos (indistintamente), mientras que en el mismo periodo, en los territorios ocupados por Portugal, Inglaterra, Francia y los Países Bajos (Brasil, Estados Unidos y Canadá), no se construyó ninguna.
En cuanto al denominado “Genocidio Español”, hay que tener en cuenta de que nos referimos a una época de expansión imperialista y que la relación entre España y el Nuevo Mundo fue bélica (como lo son todas las conquistas). Partiendo de esta premisa, determinemos que en todas las guerras se producen muertes. Sin embargo, el hecho de que, por ejemplo, Hernán Cortés sólo contara con 550 hombres de guerra, 300 auxiliares y 16 caballos, para la conquista de un Imperio como el Azteca, con cientos de miles de guerreros; y Pizarro, con 183 hombres y 7 caballos para la conquista del Imperio Inca, debería hacernos reflexionar sobre la verdadera calidad de estas conquistas, la naturaleza de los contendientes y la frecuencia y mortalidad de las batallas. No obstante, sí hubo un factor incontrolable que desencadenó un verdadero estrago entre la población indígena: las enfermedades importadas (sobre todo la viruela y la papera). El contagio de estas enfermedades, sí que produjo un altísimo descenso en la población americana. Más, también es cierto, que el daño resultó recíproco, ya que al ser un factor de riesgo incontrolable, los españoles importaron desde América enfermedades como la sífilis (conocida, precisamente por eso, como el “mal español”) que, desde 1494, diezmó de forma considerable la población europea.
Pero esta forma de actuar dejó secuelas, que resultan muy significativas cuando consideramos las últimas Estadísticas Poblacionales. Las que aporto en este artículo, son las más recientes que pude conseguir y corresponden a datos del año 2008. Según estas Estadísticas:
La población Indígena en América actualmente es de, aproximadamente, 50 millones de personas, de las cuales 4.796.917 corresponden a los Estados Unidos, Brasil y Canadá, mientras que en Hispanoamérica, esta población es de más de 45 millones de individuos. Respecto a la población total, la población indígena es de 0’17% en Estados Unidos, 0’43% en Brasil y 0’5% en Canadá. En Hispanoamérica, es del 18%.
En cuanto al porcentaje de la población mestiza (datos fundamentales para comprender la filosofía de colonización y el trato a los nativos), después de más cinco siglos, mientras que en Estados Unidos es del 2’3% y en Brasil del 16%, en Hispanoamérica es del 67’21% (¿Genocidio español?)
Pero si estos datos objetivos no fueran suficientes para reflexionar sobre el verdadero papel desempeñado por los españoles en América, quedémonos con las palabras del mejicano Octavio Paz que, aún no habiendo llegado a Presidente, en 1995, cinco años después de haber sido galardonado con el Premio Nobel de Literatura escribió: “No todo fue horror: sobre las ruinas del mundo precolombino los españoles levantaron una construcción histórica grandiosa que, en sus grandes trazos, todavía está en pie. Unieron a muchos pueblos que hablaban lenguas diferentes, adoraban dioses distintos, guerreaban entre ellos o se desconocían. Los unieron a través de leyes e instituciones jurídicas y políticas pero, sobre todo, por la lengua, la cultura y la religión. Sí las pérdidas fueron enormes, las ganancias han sido inmensas. Para juzgar con equidad la obra de los españoles en México hay que subrayar que sin ellos ―quiero decir: sin la religión católica y la cultura que implantaron en nuestro país― no seríamos lo que somos. Seríamos, probablemente, un conjunto de pueblos divididos por creencias, lenguas y culturas distintas.”
Es bueno que los Pueblos trabajen por conservar sus riquezas étnicas y socioculturales particulares. Es bueno aprender de los errores de la Historia para no volver a repetirlos. Es bueno reconocer esos errores. Pero es absurdo vivir, por un rencor estúpido de siglos diferidos, en la discordia; y, mucho más estúpido, hacerlo en y para la exclusión. Más aún en un Mundo cada vez más globalizado y más necesitado de esa globalización. La Historia no tiene marcha atrás y está construida sobre los pilares de la Intrahistoria. Lo que ocurrió hace siglos marcó la vida de nuestros Pueblos y de todos nosotros, pero nos definió y nos regaló muchas cosas positivas para compartir y, como bien dijo Octavio Paz, el idioma español es uno de nuestros mayores regalos.
Dicho todo lo cual, sería hora ya de abandonar los complejos a los que quieren condenarnos algunos políticos de dentro y de fuera de nuestro país, para seguir construyendo juntos. Rindamos el homenaje que se merece a lo que fue una gesta de dimensiones inauditas, que cambió el Mundo para siempre y, de paso, procuremos que nuestros hermanos americanos se sientan y nos sientan, realmente, como hermanos.
Te felicito por el articulo que has escrito haciendo justicia a la verdad de nuestra Historia.
Ya es hora de cambiar los complejos por el orgullo de ser españoles.
Muchísimas gracias. En efecto, yo creo también en estos terribles complejos que padedemos los españoles, fundamentalmente debido a la desinformación. Complejos que, a la postre, provocan que seamos los que menos justicia le hacemos a nuestra propia Historia que, sin duda, es una de las más importantes e impresionantes de todas los países y de todas las épocas.