CATILINARIA DE CORRUPTOS por Francisco J. Fernández-Pro
Robar puede no ser pecado: puede ser lícito. Así -ante mi sorpresa- nos lo dijo Don Antonio Acosta, profesor de religión. Seguidamente, nos habló de las circunstancias de cada cual: los agravantes y los atenuantes. Aunque el fin no justifique los medios, nunca será lo mismo que robe un rico o que lo haga un pobre; que el acto se ejecute por avaricia que por necesidad. Si alguien rompe el escaparate de una tienda y se lleva un queso, no deberíamos aplicar el mismo rasero al que lo hace por ganar una apuesta que al que lo rompe por dar de comer a los hijos que le piden pan. Aquella revelación fue en el Instituto de Osuna durante el Curso 1973-74. Desde entonces, lo tengo claro y, por eso, siempre me posicioné contra todos los tarambanas oportunistas que teniendo la vida resuelta, los estudios certificados, la comodidad de un sueldo y la buchaca llena, se dedicaron al mangoneo y el despojo de la Cosa Pública. Desde Jordi Pujol y su pandilla a Jesús Gil y la suya; desde Urdangarín y la princesita hasta Bárcenas y el Bigote; desde Ruiz Mateos y su prole a Griñán y la partida de Chaves. Todos ellos sinvergüenzas empedernidos con tres denominadores comunes: la falta de necesidad, la falta de escrúpulos y la falta de lealtad, porque lo que robaron fue dinero de todos, confiado por la mayoría para que lo gestionaran con prudencia y efectividad. No sólo robaron el dinero de todos sino que, además, usaron el poder que les había dado el Pueblo al que robaron, para escamotear y ocultar -con triquiñuelas e imposiciones- el resultado de sus fechorías.
Pues bien, este es el tipo de gente a la que ahora se pretende “disculpar” legalmente. Este es el tipo de delincuentes que, sólo por ser políticos, han merecido el trabajo y la dedicación de todo un Congreso y un Senado, volcados en redimirlos de sus merecidas condenas por malversación y corrupción. En el caso de la Sedición, también. Toda esta caterva de parlamentarios, conducidos por Sánchez y sus adláteres, están modelando leyes indecentes -por faltas de criterio lógico, rasero justo y consideraciones morales- para cambiarlas por votos y, de paso, aliviar las penas de tanto cacique poderoso derrocado por la Justicia.
Ahora, mientras toda esta inmundicia sale de las cárceles, junto a terroristas criminales, violadores y abusadores, en ellas se quedarán los pobrecitos robagallinas que siempre tuvieron la deferencia de no pedirles su voto.
¿Hasta cuándo abusarán de nuestra paciencia?
Creo que le falta otro bribon emerito
Esto va para el periodico, para que teneis comentario si luego no los editais.esta claro que este periodico es facista