BAUTIZO CIVIL por Francisco J. Fernández-Pro
Fco. Fernández-Pro
Este lunes por la tarde, cuando caía ya el Sol por el Poniente y nuestras torres se cubrían lentamente con las sombras de la noche, fue cuando, en nuestra televisión comarcal, me topé con la propuesta que el señor Delis -como representante de IU- había hecho ante nuestra Corporación Municipal. Sin anestesia ni piedad, acometió por derecho la dosis de sinrazón que lo barretea y, de una sola vez, largó toda la cuota de populismo que los comunistas de toda la vida deben a estos podemitas que los andan apuntalando para que no acaben de escoñarse definitivamente.
El hombre se lució. Tenía la esperanza de que nuestro Ayuntamiento se libraría de estas astracanadas que ahora se prodigan tanto, pero me equivoqué: en todos sitios cuecen habas y ninguno se libra de la estulticia.
El tal Delis (que, además, el hombre tiene cara de buena gente) está empeñado en que nuestro pueblo salga en los periódicos, igual que aquel de la provincia de Málaga que inventó lo de la “primera comunión por lo civil”. Aquí se trata –aunque él no quiere que se llame así- como de un “bautizo” en el que, en vez de la pila bautismal de toda la vida, se use una cubeta de Ecilimp.
No se da cuenta el hombre que, cuando los niños se registran donde se debe, quedan reconocidos legalmente a todos los efectos; y que, luego, la alegría, la fiesta y el jamón, los ponen los padres, según les cuadre.
Pienso que lo que no pretenderá Delis es que el Ayuntamiento celebre el acontecimiento y apadrine a los infantes; o que uno de los ediles chapurree al niño con agua del grifo, o alguna de nuestras guapísimas concejales -ataviada de mantilla- lo vistan con las ropitas de “cristianá”;… y, si no se trata de nada de esto, no entiendo la ceremonia porque, una vez registrado el niño, llevárselo al Ayuntamiento para que lo reciba el alcalde, me parece un poquito fuerte; y ni les digo lo que me parece si es que, lo que pretende, es que el niño firme en el Libro de Honor.
Supongo que será que este hombre anda desocupado y se tira el día dándole vueltas al coco por si suena la flauta y le sale alguna ocurrencia (como esta o como aquella que soltó de “los/las ecijanos/ecijanas”).
Sea como fuere, me parece que las propuestas absurdas que, además, dilapidan el dinero de los contribuyentes y el tiempo de los funcionarios, son mal invento. Sobre todo, cuando la cosa ya está inventada.
Es curioso, pero hay gente que dice no creer en Dios ni en la Iglesia ni en sus ritos y hace encaje de bolillos para no dejar de tenerlos cerca.
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Tuve ocasión de ver el pleno del Lunes y la pregunta que se hizo por parte del concejal Delis y en ningún momento esta persona menciono la palabra “bautizo civl”. Comento algo de poder celebrar actos sociales de presentación del recien nacido. Creo que Vd. ha querido polemizar sobre un tema en el que demanda pq. tengo un familiar que se caso por lo civil y le gustaría poder presentar al niño en sociedad.
Señor José, permítame señalarle un par de cosas sobre mi artículo. En él escribo textualmente, “Aquí se trata –aunque él no quiere que se llame así- como de un “bautizo”, Yo nunca afirmé que Delis lo hubiera dicho explícitamente; sólo que si usted me dice que hay un líquido blanco que sale de las ubres de la vaca y con el que se hace la mantequilla… no hace falta que me diga que se refiere a la leche. Para eso, digo yo, que nos sirve la sesera.
De hecho, quedé tan estupefacto por esta noticia (que no conocía), que consulté con algunos amigos periodistas y me remitieron a la que se había publicado en su día. En “Écija al día” (por no parecer sospechoso y citar alguna publicación en las que escribo), la noticia, con fecha 3 de febrero, tenía el siguiente titular: “IU pide utilizar el Palacio de Benamejí también para bautizos civiles”.
En los textos que extraía de la propuesta de IU, Ecijaldía, citaba literalmente: “…ceremonias sociales de presentación y bienvenida del recién nacido” (…) ““En definitiva se trata de dar salida al deseo de los padres que tienen interés en celebrar ese momento de un recién nacido y su integración en la sociedad” (lo dicho… ¡la leche!)
Señor José, cuando escribo, sólo trato de aplicar la lógica y la coherencia. Cuando a un niño nace, se le registra en el Juzgado y ya es miembro de la Sociedad: YA ESTÁ PRESENTADO.
Luego, sus familiares celebran su nacimiento o no lo hacen, según les cuadre… y nunca se ha necesitado al Ayuntamiento para ello. ¿Para qué? ¿con qué sentido, si no tiene nada que ver ni con su nacimiento ni con su registro?. Pero, además, ¿cómo se pagan las horas extras de los funcionarios o de los trabajadores implicados en las posibles ceremonias?
El Ayuntamiento no es un mesón, ni tiene un catering, ni sirve para montar un castillo hinchable o la pantomima de una ceremonia que no es un bautizo, pero se trata de una “presentación en sociedad” (¡joder!… ¡me suena a las fiestas elitistas de las “niñas bien” de las películas de los sesenta!)
Por cierto, ¿no se le ha ocurrido a ese familiar suyo, tan interesado en presentar al niño en sociedad, irse a uno de los muchos y buenos restaurantes que tenemos, con la hoja de registro enmarcada para enseñársela a todos y presentar allí al niño, apoyando de paso a la economía local? (porque supongo que esa “sociedad” a la que se refiere es a la de toda la vida en los bautizos: los familiares, amigos y gorrones que se apuntan por la cara)
La verdad: mientras más lo pienso, más claro lo tengo y más disparatado me parece el invento, por enrevesado, innecesario, trabajoso y costoso. Cambien ustedes los nombres a las cosas, renieguen de sus costumbres si quieren, corten sus raíces de tajo o hagan los disparates que se les ocurran pero, por favor, no quieran meter en el meollo al Ayuntamiento, que bastante tiene ya con lo que tiene.
Un saludo
Me habría gustado que el concejal aludido, a quien no tengo el gusto de conocer, hubiera contestado a su artículo. Mas que nada por tratar de comprender su propuesta de “presentación en sociedad” del recién nacido, que , de entrada, me parece más inocuo que aquel otro acto ( el bautismo católico) por el que a un recién nacido, sin capacidad para discernir, y por tanto, sin elección, se le incluye en una opción religiosa para toda su vida, visto la dificultad que presenta la apostasía.¿Que problema habría en que el aspirante se bautizara en uso de razón? Aprecio en su artículo, una buena dosis de ironía, que a veces raya el sarcasmo (dicho sea esto ultimo con el mayor respeto y afecto como usted sabe)Lo que pasa es que cuando se habla de respeto, este ha de venir en ambas direcciones; hacia el creyente y hacia el no creyente y así es como mejor seremos respetados.
Al fin y al cabo lo que usted llama “pila bautismal de toda la vida” es un rito que llevamos practicando en la península Ibérica, unos mil setecientos años, y cientos de ellos forzados como todos sabemos. Un pequeño lapso comparado con los cuarenta mil años que llevamos por estas tierras.
Vivimos en una sociedad compleja, y en como lo aceptemos nos va la paz social y la prevención de conflictos.
Saludos cordiales, D. Francisco.
Estimado señor JUBILADO, me alegro del reencuentro y lamento la demora de mi respuesta, pero anduve de viaje y hasta ahora no pude leer su comentario. Permítame, como siempre, responderle con el respeto que me merece y el gran interés que pongo en sus, siempre constructivas observaciones.
Por una parte le diré que los ritos eclesiásticos (e incluyo lo de cualquier iglesia), ritos son y suelen derivar de siglos de práctica en una Fe determinada. Cada uno de ellos tiene su intencionalidad, su criterio y su por qué para cada creyente y, por supuesto, todos me merecen el respeto debido, exceptuando los que atentan abiertamente contra la dignidad de los seres humanos (ya sabe, ablaciones de clítoris y esas barbaridades)
En cuanto al bautizo en sí, es uno de esos ritos en los que un niño es recibido en el seno de la Iglesia Católica, conforme la voluntad expresada por sus padres o tutores (voluntad supeditada a la creencia de que el neófito, por su bien espiritual, ha de ser bautizado lo antes posible). Posteriormente, otros sacramentos como la confirmación (ya en edades más avanzadas), serán los que reafirmen o no la voluntad de aceptación del propio niño.
De todas formas, creo que nada de esto tiene verdadera importancia para el debate de este artículo, ya que en él no trato sobre el bautismo católico, sino sobre algo muy distinto. Procuro dejar claro que comprendo la alegría de los padres de un recién nacido y sus deseos de celebrar ese nacimiento con la familia y los amigos (siempre se ha hecho así y se seguirá haciendo, independientemente de la fe de cada cual); pero también pretendo dejar claro que el acto de “presentación ante la Sociedad” del recién nacido, se hace a través de su inscripción en el Registro Civil y que, en este acto, los ayuntamientos no tienen nada que ver.
Por todo ello, la razón me dicta que intentar extralimitar el ámbito de lo privado a lo público, por el sólo hecho de celebrar el nacimiento de un niño, utilizando para ello las dependencias municipales (cuando hay tan buenos locales de hostelería en la zona), no deja de ser un sinsentido, una carga superflua para el funcionariado, un gasto inútil para el Ayuntamiento y, se quiera o no se quiera, la intención de suplantar la Casa Consistorial por cualquier iglesia para emular o mimetizar la tradicional celebración del bautizo católico.
No es sarcasmo, señor JUBILADO, como usted bien dice, vivimos en una sociedad compleja y, en como lo aceptemos, nos va la paz social y la prevención de conflictos; por eso es que, personalmente, siempre que puedo me gusta apostar por el análisis objetivo de los hechos e intentar aplicar la razón y la lógica a las conclusiones de estos análisis… y es esto, simplemente, lo que hice.
Un saludo muy cordial desde sus torres.