AFGANISTÁN: NO SE REGALA LA LIBERTAD por Diego de Lamoneda
La inmensa mayoría de afganos huyen a los países limítrofes, que son tan pobres como ellos y también con muchos peligros. Aquí vendrán muy pocos, no deben temer los europeos, tan defensores de los derechos humanos. Ya circulan mensajes, de que pueden ser terroristas o que aquí no van a integrarse. Ellos son los que no se han integrado, ni se integrarán nunca con su egoísmo cruel. La crueldad no solo se manifiesta derramando sangre, también con la indiferencia ante el dolor humano.
Efectivamente ha sido un fracaso el intento de llevar algo de libertad a aquel país torturado por los peores radicalismos islámicos: talibanes, al Qaeda, Daes…. El propio pueblo musulmán es la principal víctima de esos asesinos, pero lo cierto es que no hay una sola nación democrática en el mundo de origen islámico. Creo que, a excepción de Japón, todas las demás naciones libres vienen de civilizaciones cristianas. Respeto a todas las creencias, desde luego; pero la realidad dice lo que dice.
Los soldados españoles han combatido allí, y policías, y periodistas verdaderos se han jugado la vida -por cierto, ante la indiferencia nuestra-, y en tantos años, han convivido con los pobladores de aquellas tierras. Han puesto todo su empeño –y hasta la vida-, en mejorar aquello, han conocido la vida en las peores condiciones de miseria, se han emocionado mil veces viendo el milagro de la vida en el infierno de la violencia y llorado con el dolor de tantos inocentes. Han dejado muchos sentimientos allí. Y cuando han vuelto valoran más lo que tienen en su familia, en su pueblo, en su patria.
Me gustaría decir que a los afganos también ha servido la experiencia en estos años, pero no me sale escribirlo. Quizás lo sepamos dentro unos años. De momento, hemos dejado a una parte de los que nos ayudaron a merced de aquellos criminales. Traerlos por los medios que sean es imprescindible. Por justicia y porque en ello va el honor de España, el nuestro.
La labor de los que han realizado la evacuación ha sido encomiable. Con toda seguridad, muchos se han jugado la vida para salvar a más de dos mil de ellos. Cuando veo llegar a estos desgraciados ilusionados con su vida aquí, y dar un viva España que les sale del alma, pienso en los que aquí reniegan de su patria, aún siendo los más privilegiados. Y me da una sensación que no…. ¡¡¡ Si los pudiéramos intercambiar!!! Lo siento, ha sido un desahogo, no puedo evitarlo,¡ es que es tan injusto el mundo! Los que todo tienen son los que más piden y chantajean y mienten… no los soporto, algo se me nota y lo siento.
¡Y es tan fácil perderlo todo y quedar como estos desgraciados afganos! Pues la forma más rápida de llegar a ello es haciendo lo que hacemos.
La desafección al ejército es un buen camino, y las ofensas o gracietas a los símbolos de la Nación tan del gusto de la prestigiosa progresía española, espejo de modernidad y adulada durante décadas en los medios y círculos intelectuales más en boga. Por el sentimiento de defensa nacional, simplemente sienten desprecio. Por supuesto, en la educación ni se la nombra. Docentes eran los que nos hacían cantar el cara al sol, y docentes son los que ahora silencian a los niños ese amor tan noble a la patria de uno, o el respeto a ella. Es cosa de fachería, se la regala a la extrema derecha, como si fuera algo banal. De risa, si no fuera trágico.
El miedo a perder lo que tenemos, ¡un país y una cultura maravillosa!, es lo que nos lleva a muchos a preocuparnos por esta anomalía intelectual, esta estupidez histórica, por cuanto tiene de demagogia y falta de realidad.
La libertad, en última instancia, se defiende con las armas. Tener un ejército fuerte, moderno, subordinado al poder civil, y una nación empeñada en defender sus valores de libertad es crucial, y el único seguro para la supervivencia en este mundo que nos ha tocado vivir. Y eso nada tiene que ver con las ideologías. Pero hay que mamarlo en la familia, en el colegio, en la universidad. Algún día, los guías de la modernidad que mueven a nuestros rebaños, ¡perdón!, a la gente…, quizás decidan cambiar su absurda actitud.
Pero hoy toca dar la bienvenida a estas familias afganas. Seamos bien nacidos, agradeciéndoles la ayuda que nos prestaron. Abrámosle nuestro corazón, ¡nos pueden enseñar tanto!
Y que no se crucen jamás con una mirada de desprecio o de odio, aquí en esta bendita tierra, en este gran país que es España.
Sr. Lamoneda, su articulo me ha conmovido. Es usted profundamente humano.Es mas, es usted un progresista en el sentido humanista del adjetivo. Y esto que le digo, que deberia ser tan obvio, desgraciadamente no lo es. Como usted dice nos machacan con mensajes profundamente xenofobos que se ceban con esta pobre gente. Ayer mismo ese profundo patriota, ese chicarron del norte que no le cabe el pecho en la chaqueta, que viene a decir que le duele España, pero que no hizo la mili, en la puerta del Congreso decia para quien quisiera oirlo, que no los quiere aqui. Que no los quiere en España. En su España. Pero lo grave es que 3,6 millones de españoles, lo han votado legitimamente.
Hoy me ha llegado un mensaje que se queja de que el gobierno pagará la universidad a esos afganos. Asi, sin mas matices.Creo que deberiamos aplicar aquellas enseñanzas de ese gran Maestro que decia…”perdonalos señor, porque no saben lo que hacen”… ni lo que dicen.
Y no lo saben, porque no han vivido ni de lejos algo parecido.
Veinticinco años despues de la guerra de bosnia, de la que fui testigo muy directo,durante mas de un año, y de la que tuve la suerte de recibir valiosisimas experiencias, algunas muy tragicas y todas muy humanas, por parte de los contendientes, de lo terrible de sus sufrimientos, del nacionalismo mas salvaje y del embrutecimiento mas inhumano, de aquellos niños que te pedian…..un boli, para el cole. y aquellos padres famelicos, y exquisitos en el trato. Mujeres bosnias brutal y sistematicamente violadas para que fueran repudiadas por los suyos…
Aun lo tengo en mi mente. Y por eso desprecio esas actitudes de rechazo desde sus comodos despachos. ¿Se dirán cristianos? En aquella ocasión España acogió a veinticinco mil de ellos. La mayoria vive perfectamente integrados entre nosotros. Algunos habran recibido estudios universitarios. Para mayor gloria de ellos y de nosotros. Y nadie puso objeciones, ni nadie dijo que se quedaran en aquel infierno.
Por Dios, ¿nos hemos vuelto locos?
Lo que tenemos, Sr, Lamoneda, se pierde con el miedo. Y con la ignorancia y el egoismo.
Felicidades por su articulo.
Un saludo desde Granada.
El buen patriota busca siempre engrandecer a su patria. Rechazar a estos desgraciados es empequeñecerla, menoscabarla. España tiene muchos defectos, pero nunca fue egoísta, cicatera o insolidaria.
España, como gran Nación que es, siempre ha sido generosa.
La generosidad es un privilegio de los grades, y eso sirve para países y personas.
Una vez más se demuestra que las ideologías y las ideas son humo, y lo importante son los hechos de cada uno y las conciencias.
Y para los cristianos -no los de carnet, los de corazón- está clarísimo dónde tienen que estar.
Seguramente somos mayoría los que pensamos lo mismo. Tenemos que decirlo, como ha hecho usted. Gracias, amigo.