YA SABEMOS QUE NO ES PERFECTA, ¡LOADO SEA EL CIELO! por Fernando Martínez Vidal
Ya sabemos que no es perfecta -¡loado sea el cielo!-. Nos lo confesó ella ayer mismo; admito que hasta ese momento, yo aún albergaba alguna duda al respecto. Pero es que ésa no es la cuestión. La cuestión es que es sumamente imperfecta. Inadmisiblemente imperfecta. Su imperfección intelectual y la imperfección de su cualificación, son tales que alcanzan grado inhabilitante para el desempeño de la función que ostenta, que parece haberle caído llovida del cielo.
Al jurar su cargo como presidenta -porque ella jura, válgame Dios-, de un territorio que acoge a la capital del Estado, que tiene una de las mayores rentas per cápita del país, y en el que viven nada menos que 6,66 millones de personas (para que nos hagamos una idea, Dinamarca, Noruega o Irlanda tienen menos población que la Comunidad de Madrid), esta mujer ha jurado acatar, cumplir y hacer cumplir la Constitución y el resto del ordenamiento jurídico. Y el artículo 12 de la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, que forma parte de ese “resto del ordenamiento jurídico”, garantiza el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo, en las condiciones establecidas por esa misma Ley. Garantizar el acceso, voluntario, a una prestación, es reconocer a sus potenciales destinatarios, destinatarias en este caso, un derecho; lo es aquí, en Écija capital; en Dos Hermanas, Sevilla, en Tucson, Arizona, y en Madrid, en Madrid capital, en Alcobendas y en San Martín de Valdeiglesias.
De manera que Isabel Díaz Ayuso, un cargo público de su altísima responsabilidad, no puede decir así a la ligera, con ese intolerable nivel de frivolidad, que es que ella “no considera que el aborto sea un derecho”. Podrá no gustarle que lo sea. Perfecto. Eso pertenece a su ideología y a su privacidad, pero serlo lo es; es un derecho porque así lo establece una Ley, una Ley además Orgánica, de máximo rango jerárquico normativo, exclusión hecha de la propia Constitución. Una ley aprobada por las Cortes Generales y, debido a ese carácter orgánico, por mayoría cualificada, absoluta, del Congreso de los Diputados. Y ni siquiera Isabel Díaz Ayuso, que ya sabemos que no es perfecta, pero que se aproxima, está por encima de la ley. De ninguna.
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(Cosa distinta es que el aborto cause siempre un trauma a la mujer a la que se le practica; en ese sentido, por supuesto que puede considerarse un fracaso, pero ese es otro debate que no tiene nada que ver con lo dicho por esta señora).
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Ahí va el artículo 12 de la L.O. 2/2010, la conocida como Ley de Plazos:
“Artículo 12. Garantía de acceso a la interrupción voluntaria del embarazo.
Se garantiza el acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en las condiciones que se determinan en esta Ley. Estas condiciones se interpretarán en el modo más favorable para la protección y eficacia de los derechos fundamentales de la mujer que solicita la intervención, en particular, su derecho al libre desarrollo de la personalidad, a la vida, a la integridad física y moral, a la intimidad, a la libertad ideológica y a la no discriminación”.
Referencia al artículo: Díaz Ayuso, a Rocío Monasterio: “Dios no me hizo perfecta, por eso no soy de Vox” (20 minutos)
https://www.20minutos.es/noticia/4055070/0/diaz-ayuso-monasterio-perfecta-vox/?fbclid=IwAR0PRAZH3LfEBKNNvaW87PJ1dDJcRVXKOmQRcAt7x5VmCpdCVw4vyMaGbCs
Foto Díaz Ayuso: Europa-Press
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