… Y, ADEMÁS, CAFRES por Francisco J. Fernández-Pro
Hace tres artículos hablaba de esos sinvergüenzas que anidan en los sindicatos, beneficiándose de los estrechos vínculos que éstos mantienen con algunos mequetrefes que nos gobiernan en Andalucía. Finalizando mis letras, afirmaba literalmente: “Por desgracia, la realidad no deja lugar a dudas y los dos sindicatos andaluces mayoritarios, UGT y CCOO, se han empeñado en demostrarnos lo fácil que resulta olvidarse de los trabajadores y empollar sinvergüenzas cuando existe connivencia con un poder ejercido por correligionarios mequetrefes…”
Pues bien, por lo que hemos podido presenciar últimamente, además de sinvergüenzas, cuando forman grupitos se convierten en verdaderos cafres… y, como no me gusta hablar por hablar, ni escribir por escribir, permítanme fundamentar lo que digo.
Según la Real Academia de la Lengua, sinvergüenza es “la persona que comete actos ilegales en provecho propio, o que incurre en inmoralidades”. Pues ¿qué son, sino sinvergüenzas, aquellos que comen, beben, viajan y se lo pasan pipa, falsificando facturas, engordándolas, inventándoselas o desviando los dineros que, precisamente, les son confiados para promover el bien de los trabajadores que deben proteger, defender y salvaguardar?
Por otro lado, la misma R.A.E. define mequetrefe como la “persona de moral débil, entremetido, bullicioso y de poco provecho”; y ¿qué son, sino mequetrefes, los individuos de la Junta de Andalucía, que concedieron esos dineros y pagaron esas facturas, habiendo tenido que velar por el cumplimiento de los objetivos para los que se debían haber empleados?
Pero es que ahora, además, cuando un trabajador quiere hacer su trabajo, cuando un funcionario se empeña en cumplir con su función: cuando la Juez Alaya -una Juez con dos ovarios bien puestos-, cumpliendo con su obligación laboral, tira del hilo y, hurgando entre tanta porquería, empieza el despioje, son los mismos sinvergüenzas que anidaron en los sindicatos, los que la acosan a las puertas del juzgado tratando de intimidarla con apretones, apreturas y vociferando como energúmenos (y, por cierto, llamándola fea; cosa con la que no estoy nada de acuerdo: que a mí, su paso lento y garboso, tirando de su carrito de los estropicios, me parece de una elegancia hasta majestuosa). Pues bien, resulta que la R.A.E. también tiene un nombre para esta gente, y es la de cafres. Calificativo que designa a los “Bárbaros, crueles y zafios”… y ¿qué son, sino cafres esos sindicalistas que, debiendo defender a los trabajadores, un día laboral, en horas laborales, dedican su tiempo a insultar, a vejar, a presionar y a intimidar a una trabajadora que trata de cumplir con su trabajo? ¿Dónde trabaja esta gente que se puede permitir el lujo de perder su tiempo en el acoso? ¿Dónde aprendieron sus principios democráticos que no respetan el coraje de un trabajador, la libertad de con la que se debe ejercer la Justicia, la obligación que tienen de rendir cuentas los que tienen que hacerlo, y el derecho que todos tenemos de conocer –aunque sea por vía judicial- lo que se hace con lo público?
No todos los políticos lo son, no todos los sindicalistas lo son; pero, viendo lo que está pasando -y con el Diccionario en la mano-, hemos de concluir que hay mequetrefes en la Junta que lo permiten y lo alientan; y sinvergüenzas en los sindicatos que, además de sinvergüenzas, son cafres…
Aplaudo tu valentía, querido Paco. Cuando creíamos que habíamos enterrado el régimen dictatorial, estos energúmenos marcan el principio del fin del Estado de Derecho… Éstos y sus palmeros, léase aquellos pigmeos intelectuales de IU y PSOE que tanto daño hacen a la izquierda. ¿De qué sirvió tanta lucha durante el franquismo, si el fascismo se han instalado en la conciencia de la progresía?
Insisto, enhorabuena por la contundencia de tus afirmaciones. No están imputados por sindicalistas, sino por ladrones. Vale?
Gracias, querido Amigo… y, por supuesto, estoy totalmente de acuerdo con tus puntualizaciones.
Precisamente lo más triste de todo es que, habiendo sido la lucha histórica mantenida -durante más de una centuria- por los trabajadores en Europa, la que ha conseguido alcanzar -para casi todos los del Mundo- las más altas cotas de bienestar, a través de la garantía de sus derechos más elementales (los de un sueldo justo, un descanso necesario y unas condiciones consensuadas según convenio); habiéndose materializado todo en la creación de la O.I.T., ahora vengan unos pocos impresentables apuntados en UGT Y CCOO, a emborronar toda esta historia sindical de lucha digna, necesaria y absolutamente justa… (¡y tenía que ser en Andalucía!… ¡Jo!)
Un abrazo.
Creo que olvidó las definiciones de ZOPENCO, ZOQUETE y ZAFIO.
Amigo o amiga Pachi:
Le agradezco muchísimo su inestimable aportación ya que, como dije en mi artículo, no me gusta escribir por escribir, y eso me obliga a cuidar mucho las palabras que utilizo, con el fin de intentar decir –lo más exactamente que puedo- lo que realmente quiero decir. Pues, aunque parezca lo contrario, mi intención no es la de insultar porque sí a las personas, guiado por la rabia, sino la de intentar analizar lo que está pasando y darle nombre y apellidos –los más exactos posibles- a las cosas y a sus protagonistas.
Por tanto, he de decirle que comparto con usted el adjetivo zafio para definir a este tipo de personas. De hecho, puede ver que ya la incluyo en mi artículo como sinónimo de cafre, ya que este término (igual que aquél) define a la “persona grosera, tosca en sus modales o falto de tacto en su comportamiento”; y todo eso, sí se corresponde con este tipo de gente que tratamos de definir.
Sin embargo, en cuanto a los otros dos términos, permítame decirle, con todo respeto, que difiero de su opinión o, al menos, creo no se corresponde con la mía.
Según la RAE, un zopenco es una “persona tonta y abrutada”, y el pícaro al que nos referimos, no suele ser tonto precisamente.
En cuanto al adjetivo zoquete, creo que tampoco es un término adecuado para este tipo de personas, ya que tiene varias acepciones y, aunque la quinta es la de “persona tarda en comprender”, sigo pensando que no es éste, precisamente, un defecto del pícaro, sino todo lo contrario (demasiado listillos y adelantados son…).
Una vez aclarado esto, he de confesarle que, gracias a su intervención, he podido comprobar que en su cuarta acepción, zoquete viene a significar “persona fea y de mala traza, especialmente si es rechoncha” (¡¡!!)… y hete aquí que, al final –a fuerza de ser justo y coherente- y gracias a su intervención, soy yo quien tiene que reconocerse zoquete (¡la leche con la RAE!…)
Estoy de acuerdo con todo lo que se dice excepto con lo último Paco, una cosa es ser “redondo”, en todos los sentidos y otra ser “rechoncho y de mala traza”. Que tu trabajo te ha costado llegar a ser “redondo”.
Otra paisana (aunque sea de adopción) de Garcia Barbeito.
Gracias, querida Amiga… y ya que, por desgracia, me quedé sin abuelas hace años… ¿eres de la familia?…
Cómo echo de menos a aquellos sindicalistas como Marcelino Camacho, Nicolás Redondo y todos los que los secundaron. Hombres que pasaron por la cárcel, la persecución y el exilio luchando contra el franquismo y defendiendo de verdad a los trabajadores. Hombres de izquierdas auténticos, honestos y valientes que acabaron huyendo de la política asqueados de ver en lo que había quedado aquello por lo que tanto habían sacrificado
Hoy… Qué se puede decir de estos sindicatos que no son sino un entramado de consejos de administración de empresas (¿qué pintan CCOO y UGT en los de Bankia, Renfe y tantos otros). Y qué decir sus miles de “liberados” que, salvo honrosas excepciones, no son sino caraduras acomodaticios al servicio de sus partidos y que únicamente se movilizan y protestan cuando conviene a aquellos. Individuos que sólo son valientes a la hora de actuar con violencia formando parte de “piquetes informativos” contra pequeños comerciantes que tienen que defender su modo de vida de esos vándalos. Asquea verlos acosar hasta a mujeres solas, tal y como ahora hacen con la Juez Alaya.
Espero que, a pesar de las presiones, esta mujer, tan valiente como hermosa (si, a mi también me gusta verla caminar arrastrando su maleta con andares de diosa) no se desanime y siga hasta desenmascarar de una vez la lacra en la que se ha convertido estos llamados “agentes sociales”. Yo, la verdad, la encuentro muy guapa.
AMÉN, Amigo mío… AMÉN.
Como dice mi pariente y paisano García Barbeito, en estos sindicalistas “s’ha juntao tó lo malo”