SIGO CREYENDO EN LA HONESTIDAD DE LA MAYORÍA DE LOS CONDENADOS, QUE AÚN NO LO SON EN FIRME por Fernando Martínez Vidal
En modo alguno comparto la sentencia. Sigo creyendo en la honestidad de la mayoría de los condenados, que aún no lo son en firme. Desde luego en la de Pepe, Manolo, Carmen, Gaspar, Magdalena o Antonio, entre otros. Como es lo que pienso, así lo digo. Si pensara otra cosa lo diría igualmente.
Sigo sin comprender cómo, desde una óptica puramente jurídica, un sistema articulado por una ley puede ser considerado ilegal; cómo una ley, en definitiva, puede reputarse ilegal. Una ley pierde su eficacia si es anulada por la instancia que está capacitada para hacerlo, en nuestro caso, el Tribunal Constitucional, tras un recurso correcta y oportunamente formulado. Nadie impugnó ninguna de las leyes de presupuestos de la Junta que el Parlamento andaluz, con los votos de los representantes directos y legítimos de la ciudadanía, depositarios por tanto de la soberanía popular y titulares de las potestades legislativa y presupuestaria, fue aprobando año tras año. En ellas se estableció ese mecanismo de ayudas. Nadie las recurrió. Este solo hecho bastaría para eximir de responsabilidad, como poco en lo penal y como poco a los ex presidentes y a los que tuvieron las responsabilidades más altas de gobierno. Cuestión distinta es que en la gestión directa de los fondos, por parte de quienes autorizasen con su firma y desde sus cargos las ayudas, pudiera haber habido irregularidades, pero con alguna excepción no las creo de tal relevancia jurídico penal y mucho menos aún como para vincular hacia arriba a sus superiores jerárquicos. Esa concepción extensiva en lo subjetivo quiebra las más elementales reglas de la teoría de la responsabilidad criminal.
Deben además quedar claras algunas cosas, porque ya estoy leyendo y oyendo por ahí todo tipo de barbaridades, fruto de esa siempre osada y vanidosa limitación que es la ignorancia. Ni Pepe Griñán ni Manolo Chaves ni los demás han sido condenados por llevarse un céntimo a su casa, porque es que ni siquiera se les ha llegado a acusar de eso. Así hay que repetirlo cuantas veces sea preciso. Ni tampoco ha habido condena alguna contra el PSOE de Andalucía, en tanto que tal organización política, porque es que en ningún momento se ha cuestionado su financiación. Ningún paralelismo por tanto hay en uno y otro sentido con la sentencia de la Gürtel, muchos de cuyos condenados sí lo son por cobros de comisiones ilegales, evasión de capitales y delitos similares, y donde además, el PP como tal partido, ha sido asimismo condenado a título de partícipe lucrativo. En el caso Gürtel, la Audiencia Nacional ha considerado probado que una parte del dinero ganado por la trama corrupta gracias a las adjudicaciones irregulares de contratos, se utilizó para financiar actos electorales del PP y, por tanto, se financió ilegalmente a esta formación política. No existe, insisto, ningún pronunciamiento similar en la sentencia de la Audiencia Provincial de Sevilla conocida hoy.
Y ya en términos estrictamente políticos, que se pretendan derivar responsabilidades de esa naturaleza a los gobiernos posteriores de Susana Díaz, a la propia ex presidenta, cuando resulta que para cuando empezó aquella nueva etapa, hacía tiempo ya que el sistema, que el mecanismo de la tristemente famosa partida 31L, había dejado de aplicarse, me parece un ejercicio consciente y malicioso de hipocresía, de cinismo oportunista y vulgar, y como tal inaceptable. El culmen del paroxismo lo ha venido a protagonizar, cómo no, Albert Rivera, al pedir la dimisión de Pedro Sánchez. Qué estupidez. Sánchez es un actor político en gran medida extraño al subsistema político andaluz, que irrumpe en la escena política nacional ya en 2014, varios años después de que todo aquello que en este terreno hubiera podido pasar, hubiera de facto pasado. Parece que ni dimitido, se cansa de hacer el ridículo el ciudadano Rivera (lo de ciudadano lo digo en alusión a su nuevo estatus, al que no parece aún haberse aclimatado, y no a su filiación política). A ver si se entera de una vez de que se ha tenido que marchar de la orquesta porque se ha empeñado en tocar muy desafinado.
No oculto ni mi tristeza ni mi contrariedad por el fallo. Y expreso mi deseo de una revisión de la sentencia por el Supremo. Mi cariño va para todos los que considero injustamente condenados.
Un abrazo muy grande para Pepe, su mujer Mariate, sus hijos, su hermana Teresa y demás personas de su entorno más íntimo y cercano.
Pues si. Ya tenemos sentencia. Y parece que hay coincidencias en que se ha aplicado la Justicia con un cierto rigor. Pero Sr. Martinez, dejando a un lado los tecnicismos de un caso tan complejo, con una gran carga política, y la carga emocional que debe gravar sobre usted y muchos socialistas, amigos de los encausados y provisionalmente condenados, el partido y la sociedad en general debemos hacer un ejercicio de humildad y autocritica en estos momentos tan delicados en que se están decidiendo muchas cosas. Todo el mundo sabe, en su fuero interno, y hasta los que haces las criticas mas severas y malvadas, que casi ninguno de los hoy condenados se ha llevado un euro, y así lo contempla las penas aplicadas. Pero si bien no es reprochable su conducta por alguna acción, si lo es por omisión. Esa es la realidad. Dolorosa en muchos casos. Especialmente en Griñan. Ahora toca aguantar las embestidas y rebatir con argumentos, porque queda por venir los mas de cien causas abiertas sobre los verdaderos beneficiarios del desaguisado, los que con las apropiaciones indebidas deben afrontar su responsabilidad por percibir un dinero al que no tenían derecho y es de todos los andaluces. A pasar página con la mayor dignidad posible, que al socialismo andaluz le queda por delante una gran tarea.