ROMANCE DEL TIENTAPANZA… Y PREGÓN por Francisco J. Fernández-Pro
Francisco J Fernández-Pro Ledesma
En la Ciudad Esperanza
de las Torres y del Sol,
nació desde el corazón
el bueno del Tientapanza.
Hace muchos, muchos años,
en Écija sucedió
algo que voy a contaros:
Llegó el Hambre por las calles,
vestida con sus harapos,
para llenarnos de males
y de penas y de daños.
Llenó el Hambre de pobreza
nuestras casas, nuestros campos,
nuestra tierra, nuestras torres,
nuestras almas, nuestras manos…
y, con ella la tristeza
llegó también a su lado:
Estaban tristes los niños,
no jugaban los hermanos,
se peleaban, por hambre,
cuando en la mesa había algo…
y aquél que tenía pan
lo guardaba, por si acaso;
no daba al que no tenía…
Los hombres se hicieron malos.
Tras un día y otro día
la maldad llegó a reinarnos:
la gente ya no comía
y el hambre se fue llevando
de los niños la alegría,
con la alegría, sus cantos,
con sus cantos, tantos juegos,
con los juegos sus encantos
y, con ellos, la bondad
que a todos debía ganarnos.
Más, llegando Navidad,
los hombres fueron llenando
su corazón, otra vez,
del Amor que en ella damos:
porque Jesús es Amor
y, como todos los años,
cuando nace en su pesebre
nos sentimos más humanos.
Los hombres vieron de pronto
que podían hacer algo
para vencer a esa Hambre
que había reinado el año.
Cada cual dio lo que pudo:
un remiendo o un apaño,
un juguete de madera,
una tacita de caldo,
un trozo de pan bendito,
una bolsa de garbanzos,
las lentejas o la fruta,
un tomate colorado…
Cada cual dio lo que pudo
y sólo el que pudo darlo,…
pero así todos comieron
y el Hambre pasó de largo.
El niño Jesús que vio
cómo se hizo el milagro
desde el corazón del Hombre
y la bondad de sus manos,
decidió que nunca ya
el Hambre hiciera más daño,
mientras los hombres tuvieran
a los hombres como hermanos
y supieran repartir
lo que Dios les hubo dado
(que el Hambre siempre es vencida
por el Hombre que da algo)
Por eso, Dios decidió
que el Hambre no hiciera estragos
en este Valle del Sol,
de María y de San Pablo:
en esta tierra bendita
donde nace un ecijano.
Pero, al llegar Navidad,
cuando va acabando el año,
un ángel nos manda Dios,
como un hombre disfrazado,
que, cuando los niños duermen,
les pasa su dulce mano
para saber si han comido
y los hombres siguen dando…
pues, si la panza está llena,
es que el Hambre no ha pasado
y que el niño está contento
y puede seguir soñando…
y, entonces, deja un juguete
para que siga jugando
(que Dios, que todo lo ve,
los quiere jugueteando)
Ese ángel tiene un nombre
y lo seguimos nombrando:
él se llama Tientapanza
y sigue siempre bajando,
lleno de Amor y Esperanza,
una noche, cada año,
cuando, cambiando sus alas,
las convierte en un milagro
y, con bastón y con barbas,
viene en su vuelo, de un salto,
a visitar cada casa
donde haya un niño bien harto
que haya comido con ganas…
que eso demuestra en lo Alto
que en la Tierra hay buenas almas
y los hombres siguen dando.
Y, por eso, esta proclama,
este pregón, este bando,
que en Écija se cantaba
y que yo, ahora, os canto:
¡Atención, niñas y niños:
Sabed que voy pregonando
que se acerca la Esperanza
a esta ciudad donde estamos!…
¡Comeros bien lo que haya
rebañando todo el plato
y, después,… id a la cama
y que os encuentre soñando
con la sonrisa en la cara
y el corazón rebosando!
¡Cerrad los ojos sin trampas,
sed obedientes y buenos,
que, cuando cambie sus alas
por el bastón y el sombrero
y se acerque a vuestras casas,
os encuentre ya durmiendo!…
¡que ya viene el Tientapanza
por el Camino del Cielo!
14 noviembre de 2016
Lo siento no hay comentarios todavía, pero puedes ser el primero en comentar este artículo.
Escribe un comentario