ROMANCE DE LOS CIEN DÍAS por Francisco J. Fernández-Pro
Siendo tiempo de balance,
fijado el hito o mojón,
ya pasados los cien días
de aquella ilusa moción
con la que quiso intentarse
gobernar esta nación
con ochenta y pocos votos
y una mezcla a mogollón,
ya es hora de hacer las cuentas
y saber lo que pasó:
Se aumentaron los ministros,
los cargos de relumbrón
y olvidaron sus promesas
de una nueva votación
en la que el Pueblo pudiera
decir que sí o que no,
A más cargos, hay más gastos,
además está el avión,
los muebles que hay que cambiarlos,
los socios de la moción,
los gastos del PNV
y el coste de Puigdemont.
A Iglesias hay que pagarle
su cuota en televisión,
a Torra mandarle presos
a hoteles hechos prisión…
Cien días de pura juerga
y el empleo de bajón…
y, con el bajón, el paro;
con él, la cotización;
y, sin ella, los ingresos
que dan pan al español.
¿Dónde están los sindicatos?
¿Por dónde se les oyó
hablar de este paro amargo
que ha cien días que empezó?
(sólo se escuchó al de putas
y pronto se le calló)
Iglesias lo tiene claro:
si su amigo quiere avión,
helicópteros de pago,
programa en televisión
y mantenerse en los votos
de esta triste coalición,
tiene que seguir mamando
teta de la sinrazón:
El dinero, si es que falta,
se repone sin pudor:
que, poniendo más impuestos,
se recauda de un tirón:
la luz subieron de golpe
-y, por eso, este apagón-:
a los bancos sus caudales
(del ahorro y la pensión);
a los empresarios grandes
-mientras más grandes, mejor-,
aunque sean los que ofrezcan
su pan al trabajador;
a los valientes autónomos
se sangran sin compasión;
y, para colmo de colmos,
nos suben de sopetón
el impuesto del gasoil
(que es subir al por mayor
todas las cosas que vienen
en la panza de un camión)
Cien días de mil promesas
y ninguna solución;
cien días yéndose al pairo
esta España sin timón
que, cada vez, es más débil
y sufre más descontrol
allá por las tierras nuestras
del catalán español,
que siguen con embajadas,
medios que tan suyos son
-y que sólo se hacen eco
de amarillo reventón-,
sueldos y dietas de infarto
y fácil colocación.
Ya pasados los cien días,
yendo de mal en peor,
cualquiera comprenderá
la verdad de la cuestión:
aunque abunden las gallinas,
un corral no es un filón
para que cuatro gallitos
se coman un tortillón…
que hasta el gallo más pintado,
acaba en el asador.
Más rizando ya los rizos,
tal ha sido el culebrón,
que han hecho huesos de santo
con huesos de un dictador,
pues lo único que hizo
este grupo tan torpón,
en el hito de estos días
es comerse ese mojón:
Pues estando tan tranquilito,
tan hondo en su panteón,
tan olvidado y tan lejos…
¡a Franco resucitó!
Visto lo visto en cien días
de aquella ilusa moción,
si hubiera votado el Pueblo
hubiera sido mejor.
Lo siento no hay comentarios todavía, pero puedes ser el primero en comentar este artículo.
Escribe un comentario