ROMANCE A LA ESPAÑA DEL 8-M por Francisco J. Fernández-Pro
Cuando, llegando este día,
este país -que es España-
se convierte en dos mitades
que se enfrentan y se ensañan,
porque cuatro gatos negros
con cuatro gatas moradas,
deciden que ya es lo mismo
ser un gato que una gata…
¿qué quieren que yo les diga
si no me gusta el que araña?
Cuando, llegando este día,
hay quien dice que se extraña
que un hombre y una mujer
no equilibren la balanza
del buen juicio y la Razón,
porque aún estamos en bragas
con los derechos humanos
y sus medidas exactas
(poder sacar teta al aire,
poder gritar en la casa,
poder cagarse en los santos
o poder andar borracha
sin compañía ni atajos,
sólo con su gran tajada)
y han alcoholizado el lema
de esta bendita jornada…
yo pienso que es mala cosa
si se sirve a la Esperanza.
Una Esperanza que acoja
lo que sobra y lo que falta
en esta España tan nuestra
que ya tenemos tan harta:
que si azules o si rojos,
que si nazis o si fachas,
que si pobres o si ricos,
señoritos, perroflautas,
feminazis o machistas,
que pantalones o faldas…
¿Qué quieren que yo les diga,
si yo no quiero esta España?
Yo quiero una España unida,
orgullosa de su fama,
de sus sabios, sus pintores,
sus hospitales, sus playas,
la cal de sus pueblos blancos,
la claridad de sus aguas,
las luces de sus paisajes,
la grandeza de su alma:
tanta gente que se entiende
cuando se sienta y se habla;
esas que salen de fiesta,
en feria o Semana Santa
y hacen de la fiesta un rito
donde vibran y hasta cantan
por ser hombre o ser mujer…
¡Juntos!… ¡en la misma España!
¿Qué quieren que yo les diga,
si ya es que no entiendo nada?
Francisco J. Fernández-Pro
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