RECORDANDO AL BIZCO PARDAL EN EL DÍA DE LOS INOCENTES por Manuel Martín Martín
Se llamó José Ramón García Pardal, era conocido por el remoquete de El Bizco Pardal,y fue cantaor, bailaor a principios del siglo XX en el Café-Nevería La Alegría donde al par que desempeñaba tal faceta contaba sus chistes antes de que naciera Chiquito de la Calzada, pícaro, bufón, frustrado torero y uno de los cómicos de más ángel de Sevilla, donde vivió en el callejón Juan de Oviedo, junto a la Alameda de Hércules.
Fue más popular que el Bizco Amate o el Bizco Sevillano e íntimo amigo del Tuerto (dignos todos del mejor oftalmólogo), y había nacido en Écija en la calle Moleros (hoy Bizco Pardal, aunque el vulgo la sigue llamando Callejuela del Cojo), donde en 1980 se le descubrió una placa.
El Bizco escribió una tragicómica historia en la Serva la Bari que lo proclamaría como el pícaro mayor de Sevilla. Y de las mil y una historias que protagonizó y que conozco gracias a su protector, el marchenista a marcha martillo Francisco Vargas ‘El Chato de la Campanera’, cada Día de los Santos Inocentes salen a la luz muchas de ellas, cosa que hacemos en el 90 aniversario de su muerte.
Verbigracia. En cierta ocasión se ‘quedó’ con los sevillanos de las dos orillas del Guadalquivir. Ocurrió que estando en el puente de Triana empezó a gritar: “¡Una ballena! ¡Una ballena!”. Mientras más chillaba más transeúntes se arremolinaban junto a él. Y viendo que había formado la bulla gorda y que nadie veía al cetáceo, el Bizco les contestó: “Es que se m’han caído dos botellas, una va vacía y la otra va-llena del mosto de Umbrete”.
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