RECORDANDO A FERNANDO MARTÍNEZ RAMOS, EL ALCALDE, por Fernando Martínez Vidal
Hoy recordamos a un gran hombre: Fernando Martínez Ramos, ex Alcalde de Écija entre 1987 y 1995. Hijo Adoptivo de nuestra ciudad. Su hijo, Fernando, aún tiene la sensación de que se lo va a cruzar en cualquier recodo de nuestra Écija
Hoy habría cumplido 83 años. Su ausencia, sin embargo, se hizo mayor de edad hace ya algo más de dos meses.
Vamos madurando, envejeciendo ya casi. Sus nietas, mis hijas, sus únicas nietas, son mujeres, las mujeres que yo quiero, que crecen felices, dulces y espero que no demasiado vanidosas, aunque esto último sea contradecir un punto al maestro Serrat en aquella copla suya que a él tanto le gustaba. Ellas y mis hermanas son su mejor testimonio en este mundo.
Muchos de sus contemporáneos, demasiados ya, han emprendido también el viaje. Poco queda del mundo que él conoció, tal cual él lo conoció. Se sorprendería del paupérrimo nivel del debate social en general y político en particular de hoy día, con muy contadas excepciones; él, que en su paso por la política, y por la vida, nada más dejó elegancia y compostura. Se alarmaría de cómo hemos retrocedido en civismo, en urbanidad, en valores ciudadanos. Del desmedido culto a lo vano, a lo fútil. Del resurgimiento de amenazas ciertas que creíamos, pobres ingenuos nosotros, olvidadas para siempre. También se congratularía, claro que sí, de cómo hemos mejorado en muchas otras cosas. También.
Ayer, al concluir la concentración de Plaza Nueva, un veterano compañero, buen amigo, reflexionaba conmigo sobre el hecho de que la réplica en EEUU al patán grosero y zafio de Donald Trump la esté dando una mujer de 78 años, Nancy Pelosi. Además, culta, instruida, elegante y educada; nada que ver con ese botarate, vaya. Desdeñamos con demasiada ligereza la veteranía, el valor de la experiencia acumulada en años. El rocanrol ya no es patrimonio de adolescentes y casi no merece la pena escuchar ninguna banda cuya media de edad sea menor de 40 años. Cuánto podrían aportarnos hoy, en todos los órdenes de la vida, personas como él desde la atalaya de sus 83 años… Van faltando asideros, como otro muy buen amigo recuerda por aquí de cuando en cuando.
Lamentablemente, van ya más de dieciocho años sin él. Todavía tengo a veces la sensación de que me lo voy a cruzar en cualquier recodo de nuestra Écija, viéndole venir con ese caminar tan suyo, de frente, firme, seguro y decidido, tal cual anduvo siempre por este mundo. Puede que aún tenga esa sensación porque, de algún modo, él nunca se fue del todo. Ni lo hará. Alguien recogerá una y otra vez su testigo.
Feliz cumpleaños, papá. No te olvidamos. Imposible hacerlo.
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