Écija – El Portal Temático Cultural

ORATORIOS PRIVADOS EN LA CIUDAD DE ÉCIJA DURANTE LOS SIGLOS XVII Y XVIII

Por ANTONIO MARTÍN PRADAS
Centro de Intervención Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico

e INMACULADA CARRASCO GÓMEZ
Universidad Pablo de Olavide

Extraído de la publicación: 
CUADERNOS DE LOS AMIGOS DE LOS MUSEOS DE OSUNA
- N.º 17 – DICIEMBRE DE 2015

DATOS PUBLICACIÓN:

Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, s/n 41640 Osuna (Sevilla) amigos.museos.osuna@gmail.com
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Director: JOSÉ MARÍA RODRÍGUEZ-BUZÓN CALLE
Vocales: ANTONIO FAJARDO DE LA FUENTE (Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía) RAFAEL MANZANO MARTOS (Universidad de Sevilla) PEDRO JAIME MORENO DE SOTO (Amigos de los Museos de Osuna) MARÍA FERNANDA MORÓN DE CASTRO (Universidad de Sevilla) JUAN ANTONIO PACHÓN ROMERO (Universidad de Granada) GUILLERMO PAVÓN TORREJÓN (Universidad de Sevilla) JOSÉ MANUEL RAMÍREZ OLID (Amigos de los Museos de Osuna) PATRICIO RODRÍGUEZ-BUZÓN CALLE (Amigos de los Museos de Osuna) JOSÉ ILDEFONSO RUIZ CECILIA (Amigos de los Museos de Osuna) AMIGOS DE LOS MUSEOS DE OSUNA Osuna.
Diciembre 2015, n.º 17 ISSN.1697-1019 Depósito Legal SE-3.105-98
Diagramación: PADILLA LIBROS
Impresión y encuadernación: Escandón Impresores. Sevilla Cuadernos de los Amigos de los Museos de Osuna es una revista de periodicidad anual editada por primera vez en 1998, cuyo objetivo es la publicación de artículos de contenido original en los que se engloban trabajos de investigación, información, noticias y opiniones sobre el patrimonio cultural, relacionados preferentemente con Osuna.

INTRODUCCIÓN:

En el Archivo General del Palacio Arzobispal de Sevilla se conserva un legajo que contiene más de cien expedientes sobre licencias para poder decir misa en oratorios rurales1 y urbanos de la Vicaría de Écija, todos enmarcados dentro de los siglos XVII y XVIII, siendo la mayoría de ellos relativos a oratorios rurales.

En este caso nos vamos a centrar en los oratorios privados que se encuentran situados intramuros de la ciudad. Los permisos para poder decir misa en oratorios ya construidos en edi¿ cios urbanos y rurales se lograban siguiendo unos rigurosos trámites, alterados sólo en contadas ocasiones. Los expedientes se iniciaban por un extracto archivístico, al que seguía la petición, la bula (esta no aparece en todos los casos, por lo que creemos que era opcional), el cuestionario, el auto de recepción, las declaraciones (interrogatorio a tres o cuatro testigos que juran a una serie de preguntas sobre el solicitante y el oratorio en sí), el auto de inspección y la visita (realizada por el cura párroco o cualquier otro presbítero propuesto por los solicitantes), quedando por último la concesión por parte del Arzobispado2 .

El privilegio se re¿ ere a la bula, breve o indulto que el papa concede a un particular para que pueda tener un oratorio en su casa, así como a la licencia que el ordinario concede tras presentar la primera y tras cumplimentar una serie de requisitos3 .

Por regla general cualquier persona podía solicitar la licencia, incluido el clero. Estos últimos debían de hacer declaración de sus méritos profesionales. Respecto a los nobles tenían que demostrar su condición de ser «persona noble y de noble generación», lo que eliminaba de un plumazo a la mayoría de los mortales, ya que esta información era recabada mediante la entrevista a una serie de testigos; en algunos casos, cuando era de notorio conocimiento público la pertenencia a la nobleza del solicitante, no hacía falta acreditar prueba alguna; aunque es cierto que la petición debía ir acompañada de un cuestionario donde se detallaba el lugar seleccionado dentro de la casa o palacio donde se iba a ubicar la pequeña capilla y su altar.

Las razones por las que se solicitaba licencia para decir misa en los oratorios privados urbanos eran la avanzada edad de alguno de los miembros de la familia, enfermedad, inmovilidad u otros motivos que argumentaban la imposibilidad de trasladarse a su parroquia para participar en el Santo Sacrificio de la misa. Por otro lado era necesario que el oratorio estuviese ubicado en un lugar decente de la casa, así como separado del resto de las dependencias de ella.

También era de obligado cumplimiento que fuera de medianas proporciones, bien construido, que no sirviera de paso para otras habitaciones y que la dependencia no tuviera un dormitorio encima de ella. Además debía de estar decentemente adornado, con decoro y con los ornamentos sagrados necesarios para llevar a cabo la celebración de la misa4 .

Respecto a la tipología del oratorio es muy variada y siempre estuvo en consonancia con el nivel económico y social del propietario. En los expedientes consultados sobre los oratorios ecijanos, encontramos dependencias rectangulares y cuadradas, situadas en el piso bajo o en primera planta, todos de medianas proporciones, cubiertas con alfarjes, artesonados o bóvedas y decoradas en muchos casos con molduras de escayola. En algunos casos estos interiores se decoraban con pinturas murales, algunos de los cuales, como el caso del oratorio del Palacio de Peñaflor, ofrecían un amplio repertorio. El altar normalmente estaba separado del retablo que, por regla general, se ejecutaba en madera dorada y policromada, siendo su estructura muy variada, que acogía en lienzo, escultura en relieve o de bulto redondo, la advocación preferida del benefactor.

El retablo se encontraba soportado por un banco, realizado a veces en madera con similares características al conjunto, y en otras ocasiones de obra o mampostería. Este conjunto se completaba con el ajuar litúrgico necesario que establecían las normas, contando con objetos como cálices, copones, vinajeras o patenas, ornamentos como cubre cáliz, paños de altar, casullas, corporales o roquetes, distribuyéndose en ocasiones por la estancia pequeñas repisas con santos y vía crucis. Estos elementos eran custodiados en una habitación pequeña que hacía las veces de sacristía y en otros casos en un arca en el propio oratorio o en una alacena.

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