PRIMER DÍA EN CALAIS por Jesús Armesto
(El director de cine ecijano, Jesús Armesto, se encuentra en Calais rodando un documental. Nos envía esta primera crónica de su llegada)
Jesús Armesto
Al asomarme por el balcón del apartamento que mira al Sur, se me olvida por un instante que hace un rato un hombre me dijo que salta cada noche a un tren que atraviesa el Canal de la Mancha para llegar a Inglaterra: everynight. Son cuatro sirios sentados en un banco cualquiera en una plaza de Calais en la que esta noche volverán a emborracharse cientos de ingleses.
Escucho a Norah Jones que se erige en bálsamo ante toda esta inmensa bola del mundo que intenta entrar por mis pupilas, y no entra, no entra. Desde mi ventana veo una torre misteriosa, parecida a la de Walt Disney o a la de algún castillo con príncipes y caballeros, custodiada por algún dragón bueno que descansa en una cueva cercana.
Norah Jones está en Nueva York y en mis oídos, y en esa torre, y en cierta incertidumbre que me recorre al pensar que esta noche mi compañero de viaje y yo iremos con la cámara a la “jungle”. Así la llaman los cuatro sirios, aunque el mundo no lo sepa. Allí, en medio del bosque cercano a la torre medieval, hay miles de personas asentadas caminando de puntillas sobre la piel de esa inmensa bola del mundo. En las pupilas de todos ellos transcurre la luz del día como un rugoso velo blanco hasta que la noche se abre de par en par y los ojos desaparecen y las sombras recorren los huecos ancestrales de los troncos de los árboles. Entonces llega el momento. Atraviesan el bosque por caminos secretos hasta llegar al Túnel, o al tren. En ese instante la inmensa bola del mundo mira de reojo hasta este pequeñísimo rincón, donde a esa hora, la música de los pubs retumba en la habitación vacía del apartamento y cientos de jóvenes ingleses huyen de la vida naufragando en cientos de litros de alcohol.
Esta noche hay luna llena. En el bosque habrá buena luz. Los trenes, como cada noche, volverán a salir. El túnel se abrirá y los camiones atravesarán los 34 kilómetros hasta Dover. Quizás esta noche en la jungla podamos filmarlos y puedan ustedes todos conocer las infancias que incendian esas pupilas de niños y niñas convencidos de que en algún lugar de la inmensa bola del mundo aún les aguarda una vida, una oportunidad.
Mañana, al amanecer, el viento rezumará de nuevo entre los anchos pasillos de hormigón de los búnkers nazis de la playa. La señora de la casa azul saldrá a su porche con su taza de té, y probablemente a esta plaza cualquiera de Calais llegará un nuevo grupo de personas buscando la jungle antes de que los jóvenes ingleses despierten y salgan de sus hoteles.
Todo está aquí. El mundo entero.
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