PAPELES VIEJOS por Manuel Martín Martín. ¿Qué hacer ante la impunidad?
(Desde la óptica ecijana, el articulista aborda el abuso en un Estado de Derecho a través de este trabajo publicado en EL PERIÓDICO DE ÉCIJA el 15/06/2003)
Aparte del trabajo y la vivienda, tengo para mí que el caos del tráfico, la indefensión, el abuso, la desprotección, el libertinaje y la inseguridad, son los problemas más perentorios que, por graves, afligen a los ecijanos, atropellos que han deteriorado el estado de bienestar y que no encuentran respuesta en el Ayuntamiento, pese a que privan al ciudadano del derecho a la justicia y a la seguridad personal.
Tan despótica degradación se instaló en el momento en que la mayoría absoluta propendió al absolutismo imperante, cuando la dejadez alimentó la conciencia de impunidad y cuando, por mirar para otro lado, la complicidad de los servidores del orden, tan escasos como ineficaces algunos, dieron visos de legalidad al abuso y a la anarquía.
En nuestro marco conceptual, la dictadura de las constructoras que cortan el tráfico cuando les place; la larga cambiada que los ciclomotores dan al semáforo en rojo; el tan normal adelantamiento por la derecha de los moteros; la habitual ocupación que los automóviles hacen de la acera, o el usual estacionamiento en doble fila de los coches, son hechos tan habituales a los ojos de la Policía Local que nos permiten declarar que se está construyendo un futuro de ciudad sin plena vigencia del Estado de Derecho.
No callo el problema de las cocheras, que abundan las que no tienen dado de alta ni tan siquiera el vado. A lo más que llegan sus dueños es a comprar la placa en la ferretería. Mas por estas calendas, la violación al derecho se agrava con los bares y los locales de celebraciones, que, por más que el sentido de la obligatoriedad así lo exija, no se adaptan a la normativa municipal simplemente porque cuentan con el aberrante consentimiento de la autoridad incompetente.
Varios de los primeros, los bares, ocupan la acera e incluso la calle sin licencia, y si la Policía Local les hacen retirar los veladores, al día siguiente vuelta a las andadas, que aquí no pasa nada. Y los segundos, la mayoría también sin la aprobación municipal, elevan los decibelios de la música muy por encima de lo que resiste el oído humano y hasta altas horas de la madrugada, atentando contra el descanso de los vecinos.
Obvio es decir que todo lo que antecede es competencia exclusiva del Ayuntamiento, que puede sancionar en el marco de las disposiciones legales, pero que lamentablemente calla y otorga, con lo que no sólo trata de manera desigual a los contribuyentes, sino que quiebra la resistencia moral del ciudadano normal.
La impunidad en Écija se ha perpetuado y es, por tanto, un componente estructural garantizado, es decir, una consecuencia natural de la actitud adoptada por un Ayuntamiento que la ha estado consintiendo a sabiendas. Pero que nadie se engañe: para no degradar aún más el bienestar y que no se repitan los hechos que se denuncian, no hay que perfeccionar el sistema normativo, sino hacer cumplir la normativa.
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