PAPELES VIEJOS por Manuel Martín Martín. “La soleá del amor y la muerte”
No sé si ha sido la hipertensión o el cansancio, pero lo cierto es que una trombosis cerebral -según me cuentan-, ha agotado el azahar de sus ganas de vivir. Se había resistido a abrirse a la muerte, mientras encontraba en los suyos el fertilizante que le mantuviera la vida, pero un coágulo acaba de cortar la primavera de Jesús.
Entretanto, mientras los cuerpos vencidos despedían a Jesús García de Soria en Santa Cruz, dos ecijanos dejaban sus credenciales en la Bienal de Flamenco. Pepe el Ecijano, su cuñado, y la hija de éste, María José Gómez, le rendían en el Teatro Lope de Vega el mejor de los reconocimientos a todo un gastador de la vida, a quien entregó sus horas de sueño para que la tribu de los Barcelón quedara enmarcada en la historia de la Écija flamenca.
Pepe y María José daban un perfil muy sugeridor a ‘Contrabandista’, un espectáculo en el que el título no era recurrente para dejar entrever la economía clandestina de una época determinada en Andalucía, sino que aludía al traficante romántico que robaba tabaco, azúcar u otros géneros para sobrevivir, esto es, a esa memoria colectiva que retiene, a través de los tiempos, historias y anécdotas que fueron enriqueciendo el acervo cultural y las tradiciones de un paraje muy concreto y poblado de ecijanos: el Campo de Gibraltar.
Eran éstas las intenciones que sometió a nuestra consideración David Morales, propósito del que salió victorioso, ya que, apoyado en ese magnífico cantaor que es Pepe, supo conjugar con destreza el acierto histórico del hombre económicamente oprimido con la finalidad esencial del flamenco, esto es, asociar las tres facetas del arte pero revelando a la vez esa terrible presencia del sentimiento que atenaza a sus protagonistas.
Los grandes momentos que retienen la memoria de Sevilla llegaron a través de dos interesantes coreografías de La Yerbabuena, el baile de la seducción y su enlace con el mérito artístico de las bulerías del espejo, en los que sobresale María José Gómez, con lo que su estela pasa a un estadio escénico que deja entrever cómo identificarnos con la propuesta, momento que certifican las ‘Alegrías de las matuteras’, en clara alusión a las pasadoras de tabaco de Gibraltar.
Mas la descripción desemboca en la soleá del amor y la muerte, la más conmovedora composición de este montaje donde se vectorizan las tres cuestiones en las que se ha debatido Jesús: La soleá, porque era su cante de cabecera; el amor, porque fue la cruz de guía de sus años postreros, y la muerte, por estrangular miserablemente sus esperanzas.
Jesús, lamentablemente, ya es historia, pero siempre será futuro, porque él y su mujer, María Teresa, habían contribuido al despegue de El Ecijano, pero también ensancharon el aprendizaje de unas hijas -María del Mar, Loli, Esperanza y Soledad-, que ahora van a ser más ‘Son del Sol’ que nunca, ya que sus gargantas primaverales no sólo guardan la hondura de la madre y la huella del padre y mecenas, sino el fulgor necesario para rendirle homenaje en cada actuación. Allá donde estés, descansa en paz.
(El autor rinde honores a Jesús García de Soria, primer presidente de la ya extinguida Peña Flamenca de Écija, la que en 1974 instituyó la Noche Flamenca Ecijana. Y lo hace con este artículo publicado en EL PERIÓDICO DE ÉCIJA el 28/09/2002)
Lo siento no hay comentarios todavía, pero puedes ser el primero en comentar este artículo.
Escribe un comentario