Écija – El Portal Temático Cultural

Ayer fue el día de nuestra Constitución, la que nos ha dado mayor paz y progreso de cuantas hemos tenido.

Fue un milagro que políticos y ciudadanos, dejaran a un lado sus odios, sus aversiones…, para hacer algo juntos que asegurara un futuro de libertad y de paz.

Y lo hicieron.

Desde entonces, España es un país de ciudadanos libres, con una democracia equiparable a la de los mas avanzados.

Sabemos que, para una persona, la mejor forma de aprender -si no la única-, es equivocarse. Igual ocurre a los países. Y el nuestro, en este tiempo, ha cometido errores bien grandes. Pero los logros han sido inmensos, no hay que olvidarlos.

Con todo eso vivido, hemos tenido que aprender, ser más maduros, como país moderno y democrático. Entonces, ¿qué ocurre?, ¿por qué el miedo de que lo ganado se vaya al traste?

Creo que nos hemos dejado. La inmensa mayoría se deja llevar… , ha dejado el protagonismo a los radicales. Son ellos los que marcan nuestras vidas, a diario. Con sus odios, sus aversiones, sus deseos de destruir aquello que costó tanto, y que fue un milagro.

Se desviven por abolir la Constitución, y por quitar de en medio a quienes mejor la guardan. Saben que con ella, no van a poder conseguir lo que quieren. La ineptitud de los demás, les allanan el camino; y los del otro extremo, con sus rencores y añoranzas de tiempos superados.

Es posible que no merezcamos una Constitución como la nuestra. Y sí es así, la perderemos. Se romperá aquel pacto y volveremos a la confrontación y al odio. El comunismo y el nazismo volverán a regir los destinos de España; esas formas de vivir que han llevado a la humanidad a la tiranía, al hambre y a la guerra.

Y los grandes rebaños, tranquilos y pastando, no quieren saber que el odio está al acecho siempre, y que se va agrandando. Y que la libertad es un don del cielo que nadie regala, tan difícil de obtener como fácil de perder.

Ya se sabe que después de una generación sufrida y luchadora, viene otra que se echa a la holganza. Estamos en esas. Luego, la siguiente tiene que empezar desde cero; a sufrir y a luchar para recuperar lo que los vagos perdieron.

Ojalá los jóvenes, protagonistas del futuro, se den cuenta, y estén alerta, para que la magnífica herencia que dejaron sus abuelos no sea dilapidada por unos padres aborregados y pusilánimes.

Entre otras cosas, porque aquella Constitución fue un milagro. Y estos, pocas veces se repiten.

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