NOTAS VERANIEGAS, DE GOBANTES A CARRATRACA, FUE EL TÍTULO DEL ARTÍCULO, QUE ESCRITO EN ESTA ÚLTIMA LOCALIDAD, POR EL ECIJANO BENITO MAS Y PRAT, APARECIÓ PUBLICADO EL DÍA 8 SEPTIEMBRE DE 1888, EN LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA por Ramón Freire
Julio de 2019
Ramón Freire Gálvez
Si de la lectura de algunos artículos del insigne ecijano Benito Mas y Prat, sobre determinados lugares, me queda la duda de si el conocimiento que de ellos tenía, era por haberlo visitado o por comentarios de un tercero, el que voy a reproducir, no cabe duda que lo vivió personalmente, tal como dicho autor lo refleja en el relato, maravilloso como todos, y que a continuación lo reproduzco.
NOTAS VERANIEGAS. DE GOBANTES A CARRATRACA. I.
Las relaciones de los turistas que han puesto de moda la crónica del veraneo, sólo alcanzan a los centros ya conocidos de todos: Biarritz, Mondariz, San Juan de Luz, San Sebastián, Aguas Buenas, Cauterets y otros balnearios, cuya numeración sería prolija, hallan casi siempre plumas que consignan sus excelencias y lápices que se recrean en
dar a la estampa sus mejores perspectivas; los balnearios humildes del interior de España son menos afortunados y pasan inadvertidos para el curioso, que encontrara sin embargo en ellos, detalles y notas dignas de curiosidad y estudio.
Entre los más célebres de este género, se encuentra el balneario de Carratraca, situado en la provincia de Málaga, a 876 metros aproximadamente de altura sobre el nivel del Mediterráneo. La fama de sus aguas sulfuro-selenhídricas-arsenicales, bicarbonatadas cálcicas, lleva a aquellas alturas, en los meses de Julio, Agosto y Septiembre, un sin número de bañistas de Málaga, Córdoba, Sevilla y Granada, y de los pueblos cercanos a la costa mediterránea; unos y otros invaden esta pequeña localidad al mismo tiempo que las golondrinas, que viven allí entre los turistas en amigables bondades.
Mi estancia en ella hace pocos días me permite dar a los lectores de LA ILUSTRACIÓN un cuadro de veraneo que creo les será grato, en la seguridad de que no se parecerá a ninguno de los que puedan ver en los cosmoramas estivales, tan fecundos en tipos y costumbres inusitadas.
El 5 de Agosto me embarcaba en Sevilla con billete directo a Gobantes, y al caer el sol nos encajonábamos en dos pesadas diligencias, dispuestos a cruzar los dos eternos kilómetros que del balneario nos separaban. El camino, en el que se invierten cuatro mortales horas, es de lo más accidentado que puede darse, y sólo la costumbre que de cruzarlo tienen mulas y mayorales, pueden garantizar la vida de los pasajeros. Cruzando valles y colinas bordadas de olivos y de matorrales, las clásicas diligencias astillan y se inclinan bamboleando al grito, ya casi de ultratumba, de ¡generala y ¡generala! que el postillón da al crujir el látigo sobre aquellas avispadas orejas. Acompañábamos
un cacique de pueblo de negra patilla y chaquetón burdo, que se quejaba amargamente del olvido en que tenía el gobierno estas vías de comunicación, y que nos aseguraba que cuando vinieran los suyos pondrían aquello como la palma dé la mano. Mientras no vengan, los suyos se entiende, Peña Rubia y Ardales sólo serán nidos de cigüeñas.
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★NOTAS VERANIEGAS, DE GOBANTES A CARRATRACA por Ramón Freire
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