“MUNDO SELFISTA” por Rosa María Victorio Raya (alumna 1º de Bachillerato)
Hoy en día, cuando utilizamos los móviles, uno de los usos que más les damos es para hacernos selfies, es más, nos venden bastones super- mega largos para que la perspectiva que podamos coger sea la mejor. Digamos que esto es una plaga que va a más: no solo son los turistas de fuera a los que observamos, sino que también envidiamos hacernos esas fotos, aunque realmente no nos importe comentar con nuestro entorno y amistades qué es lo que estamos viendo o ver que lo que perdimos realmente era el patrimonio cultural que nos rodeaba y que en ese momento no apreciábamos. En este mundo “selfitis” no nos damos cuenta de lo triste que es vernos y no ver.
A día de hoy, el deseo obsesivo y compulsivo de algunas personas lo podemos llegar a calificar no solo como egocentrismo sino como un trastorno mental: la “selfitis”. Algunos hasta llegamos a la conclusión de creer que hacernos selfies para luego su posterior publicación nos hace subirnos la autoestima.
Según un estudio realizado por la empresa de productos fotográficos Fotoprix, los españoles nos hicimos seis millones de selfies en Nochevieja, de los cuales un alto porcentaje, más concretamente un 85%, llegaron a parar a redes sociales conocidas mundialmente.
Mi pregunta es: ¿realmente disfrutamos o solo selfeamos? Es una pregunta a la que realmente no seríamos capaces de contestar si sí o si no. Mas bien es el deseo de que nos vean como nosotros queremos, es decir, felices, dando información sobre el cómo y el cuándo, el lugar en el que estamos, etc. Se podría decir que mostrando parte de nuestra vida privada, incluso nuestra intimidad personal.
En la actualidad, vamos a un viaje y lo primero que hacemos al llegar al sitio es sacar nuestro teléfono móvil y echarnos las mejores fotos por las que podemos ir mostrando indirectamente dónde estamos y qué es lo que estamos visitando, por ejemplo. Yo diría incluso que la adicción que esto nos provoca es el llegar a saber las sensaciones que a la otra persona le podría causar el hecho de tú estar en un determinado sitio con determinadas personas. Ejemplos de esto serían: ¡Mírala dónde está esta! ¡Qué guay! o ¡Me encanta cómo viste! Todo esto es por el rastro que dejamos en redes sociales a la hora de mostrarnos públicamente.
Como dice Deeb-Swihart, “los selfies, en cierto sentido, son la mezcla de nuestros egos online y offline”. Concluyendo, es una manera de probar lo que es verdad en tu vida, o al menos lo que quieres que la gente crea que es verdad”, afirma.
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