MIS SIETE CORTOS RELATOS (IV): ANTONIO MARQUEZ “EL ECIJANO” por Ramón Freire
Ramón Freire Gálvez
Domingo de Feria: 21 de Septiembre de 2014
(Esta publicación la realiza el autor en el portal temático de Ciberecija, con motivo del 60 aniversario de la alternativa del torero de Écija, Bartolomé Jiménez Torres)
Mi afición a los toros me llevó a este cuarto relato. Es el mundo en el que vivieron muchos de nuestros famosos toreros ecijanos, cuando iniciaron su andadura en tan difícil y completo arte, como es el de Cúchares. En dichos caminos y veredas quedan ilusiones truncadas, otras, en plazas de pequeñas categorías; los menos consiguen subir a la cúspide del estrellato, pero no les
quepa la menor duda, de que todos pasaron la aduana de las dificultades a las que me refiero, aunque el sabor del éxito les haga recordarlas con mayor dulzor en los que llegaron y como experiencia a los que se quedaron en el camino de esa ilusión.
7 de Octubre de 1962. Día desapacible. No sabe si llover o abrir las nubes para dejar paso al astro sol que, por estas fechas, aún caliente lo suyo en esta mi tierra andaluza. Reposo en la cuneta de la carretera y veo que tengo los pies destrozados; cerca ya de cien kilómetros andando y las viejas alpargatas no resisten más. Me dan ganas de volverme, tirar las ilusiones por la cuneta, pero me resisto. No puedo dejarlo, tengo que seguir, llegar a Madrid y demostrar que puedo ser torero. ¡Quiero ser torero!
Son varios y buenos los coches que me pasan por la carretera. Cuántos pensamientos me vienen a la mente. Atrás dejo nueve hermanos con mis padres; pienso por un momento en la preocupación que habré provocado en todos ellos con mi marcha, sin saber dónde ando, esperando día tras día alguna noticia, aunque mi madre se lo imagina porque sabe mi afición y de ello me escondía a los ojos de mi padre.
Pero que alegría recibirán cuando les entreguen el primer telegrama de mi triunfo. En él les diré: Madre, la plaza estaba llena, he cortado dos orejas y me sacaron a hombros. Ya mismo estaré en Écija y te compraré una casa grande, con su corral y te pasearé con mi coche por todo el pueblo y las gentes nos saludarán diciendo: Mira ahí va Antonio Márquez El Ecijano con su madre.
Mis sueños quedaron cortados cuando vi venir un viejo camión cargado e harina, color rojo la cabina, la madera de su carrocería agrietada y el motor, con su ruido, pedía un cambio a los muchos años que tenía. Al pasar junto a mí, tan despacio iba, que en la puerta derecha del mismo pude ver las iniciales de su propietario, debajo, el nombre de mi pueblo, Écija y en la madera de su carrocería, lo más significativo de él, después del sol o antes que él, daba igual, rotulado Ciudad de las torres.
A continuación, el relato completo en dos formatos:
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