LOS AFORISMOS (IV) de Manuel Martín Martín…”El duende”
La ficha de los artistas en lugar de la biografía debiera contener la intención, contenido, lenguaje, enfoque y alcance de su propuesta.
Para acreditar su nivel un cantaor ha de penetrar e impactar cuando menos con dos estilos definitorios
La ortodoxia es hacer los cantes como son. La pureza, en cambio, está en el alma.
Mala bailaora es la que confunde recrear la belleza con profundidad con ejecutarla con amplitud hasta aburrir.
Si la música de la guitarra no es persuasiva y sugerente, prefiero el tambor del Rocío
La guitarra ha de expresarse con un lenguaje artístico que cualquiera pueda disfrutarla. Lo contrario es aburrir con una jerga impenetrable
Cada vez que un cronista escribe “ese flamenco que sale del alma” me dan ganas de mandarlo a donde amarga el pepino. Cuánta osadía!
¿De qué le sirve al cante una orquestina si es incapaz de bramar sobre el oleaje del ritmo?
Los pueblos que prescinden del flamenco tienen alcaldes que son como el señorito andaluz, altanero con el personal y amable con los caballos.
Maestra es la que se muestra como una catedrática de la concreción y que halla en cada baile un gesto imborrable para cada pensamiento.
La meta no es ganar concursos, sino liberarnos de las ataduras de los cánones convencionales con un lenguaje moderno y asequible para todos.
El duende nunca te pillará acostado, sólo trabajando, por eso yo estoy ocupado, para no estorbarlo.
La voz hay que situarla en el altar del cante para ofrecerla en sacrificio por la dignidad y grandeza del flamenco.
El cantaor que no se lanza a la búsqueda del sentido profundo que produce la imagen poética del cante, no es veraz, canta sin sentido.
Un artista que quiere que las futuras generaciones le recuerden, nunca permitirá que la veracidad sea moneda de cambio.
Cuando se dice canta como Dios interpreto que le puso un altar al cante.
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