LO QUE SE OCULTA DETRÁS DEL ALTAR MAYOR DE LA PARROQUIA DE SANTA CRUZ DE ECIJA por Ramón Freire Gálvez.
Octubre 2014
Ramón Freire Gálvez
Todo el que ha visitado la iglesia mayor de Santa Cruz de Écija, queda extrañado de que, en la nave central, exista un retablo que desentona con el conjunto de la propia iglesia. Si nos atenemos a la descripción que en toda la bibliografía se hace sobre dicha Parroquia Mayor, encontraremos que los restos más antiguos de dicha iglesia se remontan a la época visigoda, cuando era la sede de los Prelados Astigitanos, de la que se conservan dos capiteles en el patio norte y un interesante sarcófago en el altar mayor del Siglo V con escenas bíblicas talladas en la piedra.
Este sarcófago se encontró en 1885, cuando se iniciaron las excavaciones de los cimientos para la construcción de la capilla de la Virgen del Valle, adosada al muro norte de la iglesia, lugar que después se desestimó, realizándose la misma en la capilla del Sagrario, donde actualmente se le venera.
En la época musulmana, entre los Siglos VIII y XIII estuvo ubicada en este solar una de las mezquitas de Écija, construyéndose la torre actual sobre el antiguo alminar.
Tras la Reconquista y en el repartimiento de la ciudad efectuado por Alfonso X en 1263, fue designada Parroquia Mayor bajo la advocación de Santa Cruz en Jerusalén. En esta época comenzaron las obras de construcción de una nueva iglesia Mudéjar, de la que se conserva en el patio norte un arco con decoración de yeserías.
Quien escribe, visitante asiduo de dicha parroquia desde hace muchos años por diversos motivos, cuando ostenté el cargo de Hermano Mayor en la Hermandad del Cristo de la Sangre y Ntra. Sra. De los Dolores, tuve la curiosidad, no pocas veces, de ver lo que había detrás de dicho retablo. Para ello, solo basta introducirse por un pequeño espacio que existe entre la trasera del retablo actual y el primitivo que queda tapado, para comprobar, no sin dificultad, que el original es mucho más acorde, como es lógico, con el entorno de la propia parroquia.
Curiosa fue la historia, escrita más de una vez, que existe sobre la llegada del actual retablo a la Parroquia Mayor de Santa Cruz. Digamos que fue una disputa entre el clero ecijano y sobre todo por las diferencias que, de siempre, existían entre los regidores de la Parroquia de Santa María y la de Santa Cruz, desde tiempo inmemorial, heredada por todos sus sucesores.
El 23 de Julio de 1726, los religiosos mercedarios descalzos del convento de Nuestra Señora de la Concepción (popularmente las Gemelas por sus iguales torres), mediante un memorial dirigido al Cabildo ecijano, solicitaron ser socorridos con algunas limosnas para hacer un retablo en el altar mayor, para que esté con mayor decencia el Santísimo Sacramento, Nuestra Señora y demás santos, cuyos mercedarios aludían igualmente a su pobreza y que sólo disponían de cierta madera para ello, dados los costosos gastos de dicho retablo.
Con la desamortización, fue cerrada al culto la Iglesia, pasando a ser propiedad del Ayuntamiento astigitano, quedando cerrado el edificio y consecuencia de ello en un estado ruinoso, afectando tanto a la estructura como a los altares y mobiliario religioso, con mayor incidencia en el altar mayor (La fotografía corresponde al estado ruinoso del citado convento mercedario).
Con motivo de los sucesos de 1936, a la iglesia se le dio uso de almacén y alojamiento de familias pobres entre otros. En años posteriores el arcipreste de Écija y párroco de la iglesia de Santa María, D. Francisco Fernández Domínguez, previas las gestiones pertinentes, consiguió que se desmontase el altar y fuere trasladado a la citada iglesia de Santa María, colocándose en la nave del Evangelio y en su hornacina recibió culto la imagen de la Virgen del Pilar.
Dicha actuación no agradó, como era lógico, al párroco de Santa Cruz, quien aludiendo que el antiguo convento mercedario descalzo de la Concepción, estaba situado en la collación de la propia parroquia mayor de Santa Cruz, elevó un escrito de protesta ante el Arzobispado Hispalense, al tiempo que solicitaba que si alguna iglesia debería albergar dicho altar, esa debía ser, por las razones expuestas, la mayor de Santa Cruz.
La mencionada autoridad eclesiástica, instruyó el correspondiente expediente y, a pesar de la oposición del Arcipreste y de un grupo de ecijanos que habían participado eficazmente en el traslado de dicho altar a la iglesia de Santa María, para evitar su destrucción, decretó se desmontase el mismo y que el altar fuera trasladado a la Parroquia Mayor de Santa Cruz, lo que así se llevó a cabo el año de 1950, altar que, tras unas pequeñas reformas de adaptación, fue colocado en la nave central de dicha iglesia, superpuesto al retablo primitivo que existía y en su hornacina principal se dio aposento a la Virgen del Socorro.
Cómo era y es el primitivo que tapa el retablo superpuesto, lo podremos saber por algunas fotografías que tienen las hermandades de la Sangre y Silencio, ubicadas en dicha parroquia, con motivo de la celebración de sus cultos anteriores al año de 1950 y que más adelante aportaremos.
Asimismo y entre los documentos que obran en mi poder y manuscrito en los libros de difuntos de la Parroquia Mayor de Santa Cruz, aparece uno que refleja con todo detalle la construcción de la capilla de la Virgen del Socorro, que más adelante reseñaremos, pues en primer lugar se hace necesario saber que la Virgen del Socorro es una advocación mariana de la iglesia católica y que su título, junto con el de Ntra. Sra. de Gracia, es uno de los más antiguos entre los venerados en la Orden Agustiniana. Acerca del origen de esta advocación, tenemos datos en la tradición de la Orden que se remontan al año 1300 y 1306. El inicio de la devoción y difusión de la misma se atribuye al beato Nicolás Bruno de Messina, prior del convento de agustinos de Palermo en la isla de Sicilia. Fiel devoto de la Virgen, acudía siempre a ella, teniendo signos evidentes de su intercesión y socorro.
En torno a la imagen de la Virgen se recoge en Sicilia una leyenda, referida en viejas crónicas, que habla de una madre de Palermo, quien atormentada con el llanto de su hijo pequeño, en un momento de desesperación, dijo: Que te lleve el demonio. En esto aparece el diablo en figura de negro monstruo y se llevaba a la criatura. Horrorizada la afligida madre, invocó a la Virgen y exclamó: Virgen santa, Madre mía, socórreme. María acudió en su ayuda ahuyentando al enemigo infernal con un palo, mientras acogía al niño bajo su manto. En acción de gracias la madre entró en la iglesia de los agustinos y vio que la Señora era como aquella imagen que el P. Nicolás llamaba del Socorro.
La leyenda se extendió, provocando una intensa devoción al Socorro de María y la devoción atravesó el Mediterráneo desde Sicilia y entroncó en las comunidades agustinianas del Levante español, en concreto en la Provincia del Reino de Aragón. Santo Tomás de Villanueva, que vivió en el Convento de Ntra. Sra. del Socorro de Valencia, fue un destacado propagador de esta devoción mariana. Del Levante español pasó esta advocación, netamente agustiniana y con una precisa iconografía, al Nuevo Mundo; extendiéndose por la América hispana, gracias a la labor de los misioneros agustinos.
En Écija, a la fecha que nos ocupará, año de 1699, los agustinos tenían convento en Écija, concretamente al final de la calle Cruz Verde, en lo que hoy todavía se sigue conociendo como barrio de San Agustín, convento que estaba dentro de la collación de la Parroquia Mayor de Santa Cruz, por lo que, dada la relación de los agustinos con dicha parroquia, pudiera tener relación ello con la advocación de la Virgen del Socorro, que ocupa la hornacina principal del altar mayor de dicha iglesia.
Para ello y con relación al documento que refería, el mismo dice así: 31 de Diciembre de 1699: FIESTAS DE LA COLOCACION DE NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO Y ESTRENO DE LA CAPILLA.
En treinta y uno de Diciembre de mil y seiscientos y noventa y nueve años, habiéndose dorado el retablo de Nuestra Señora del Socorro, que lo doró Francisco Bernardino, pintor que vivía en calle Merinos, a expensas de la devoción de los fieles y hermanos y de Don Diego de Isla que dio la tercera parte de lo que costó, que importó el dorado y estofado del retablo, frontal, capilla e Imagen, cuatro mil y seiscientos y cincuenta reales de vellón y se ajustó en 4.100 reales. Y de lo demás se dio de guante al dorador. Y asimismo se estrenó un sol de plata que tiene la Imagen que su peso y hechura importa mil y cuatrocientos y quince reales de vellón y una media luna de plata, esterado y otros aderezos, todo a cuidado y solicitud del Licenciado Don Diego Valeros Gudiel, presbítero sochantre de esta iglesia que lo juntó de limosna, contribuyendo con la suya, todo lo cual hecho y fenecido.
Determinó esta iglesia mayor convidar a la parroquia del Señor Santiago y la de Señora Santa María, para que cada iglesia cada una de por sí hiciesen un día de fiesta, habiendo determinado se hiciesen tres días de fiesta en dichas collaciones, para cuyo efecto, previamente, Don Gregorio Moreno, beneficiado presidente de esta iglesia y Don Antonio Sevillano, cura, hicieron la propuesta a las dos iglesias por particulares, para registrar si había algún inconveniente y no habiéndolo, el mismo día por la tarde, los susodichos y Don Juan Muñoz de Rivera, teniente cura y beneficiado de esta iglesia con el sochantre pasaron por iglesia a convidar para el primero día de las fiestas que fue el día de año nuevo de 1700 a la iglesia del Señor Santiago y habiéndolos oído con gran cortesía y urbanidad admitieron el convite, quedando desvanecidos de esta función y luego pasaron a Señora Santa María donde hicieron el convite en la misma forma para el tercero y último día de fiesta que lo fue el domingo que se contaron tres de Enero de 1700, porque el segundo día hizo la fiesta esta iglesia.
APARATO: Se colgó toda la iglesia y el altar mayor se puso con su sitial y tres cuerpos de altar muy bien vestidos con treinta luces de a dos libras y candeleros de plata. Y en los santos de los lados cuatro velas de a media en cada uno, doce hachas con doce blandones en las gradas y presbiterio, alfombrado, pavimento y gradas. Los ternos y albas ricos y una alfombra en la silla de presidencia del coro, su atril era para el presbiterio y la lámpara con sus luces, todo con gran aparato.
FUEGOS: Este día en la noche se vistió la torre con gran lucimiento de luminarias y se echaron cantidad de cohetes con grandes invenciones y montantes y un castillo con sus chirimías.
PRIMERO DIA: En primero de Enero de 1700 habiendo precedido la tarde antes vísperas solemnes con sus villancicos y hechos todos los signos de campanas y esquila que acostumbre esta iglesia. Y prevenido todo el aparato y adorno necesario a las diez del día salió de esta iglesia a la barrera de la Compañía en procesión con cruz y ciriales y tomando la acera de la mano izquierda esperan la iglesia del Sr. Santiago para recibirla. E inmediatamente llegó la parroquia del Sr. Santiago en procesión con su cruz y ciriales, ministriles y fuegos, cuatro caperos con sus cetros, vestuarios y preste con capa pluvial blanca y dos eclesiástico con dalmáticas e incensarios y otros dos incensarios que lleva esta iglesia en la misma forma, luego que llegaron a juntarse las cruces pasaron a incensar la reliquia que traía el preste. Y habiendo hecho sus cumplimientos ambas iglesias dio mejor lugar esta iglesia a la del Sr. Santiago e incorporándose en la procesión tomando esta iglesia el lugar inferior, ad mores invitatores, acompañaron sus capellanes nuestros con hachas la reliquia.
Y prosiguiendo la procesión cantando, con los ministriles que traía disparando fuegos y repicando esta iglesia y las demás por donde pasó la procesión, llegaron a esta iglesia mayor donde estaban prevenidos los órganos para el recibimiento y llegando al altar mayor se puso la cruz del Sr. Santiago en el poste del altar mayor y el preste y diáconos subieron al altar y poniendo la reliquia en él la incensaron. Y en el ínterin todo el clero que estaba en el pavimento de dio altar habiendo entonado el sochantre la antífona Santa María, la prosiguieron con su versículo y oración y acabada el preste y diáconos se entraron en la sacristía y el clero y caperos vinieron al coro y empezaron la tercia con gran solemnidad. Ofició el Licenciado Don Cristóbal Salvador del Castillo, sochantre del Sr. Santiago.
Y por hallarse enfermo el sochantre de esta iglesia le asistieron dos capellanes a volverle las horas y ministrarle el puntero. Se le dio la presidencia del coro al Licenciado Don Pedro de Valderrama, Comisario del Santo Oficio de la Inquisición y beneficiado presidente de la iglesia del Sr. Santiago. Y asimismo a los demás eclesiásticos se les dio el mejor lugar. Acabada la tercia se empezó la misa asistiendo de sobrepelliz al altar el Licenciado Don Gregorio Moreno, Licenciado Don Juan Auñón de Rivera, el Licenciado Don Ignacio Coello Viana, beneficiado de esta iglesia y el Licenciado Don Juan Crisóstomo, Notario del Santo Oficio, capellán de esta iglesia, los cuales servían el altar los ministros de acólitos y con el puntero asistió de sacristán mayor, maestro de ceremonias, el Licenciado Don Antonio Ignacio Sevillano, cura de esta iglesia. Dijo la misa el Licenciado Don Antonio Casimiro, beneficiado del Sr. Santiago.
Se vistieron al altar Don Fernando de Carmona Tamariz, capellán de esta iglesia. Asistieron cuatro eclesiásticos con incensarios y dalmáticas, dos de esta iglesia y dos del Sr. Santiago. A la gloria y evangelio sacaron seis hachas los capellanes de esta iglesia, se dispararon traquerías, se cantaron diferentes villancicos a un clavicordio, hechos para esta función. Predicó el M. Reverendo Padre Fray Juan García, del Orden del Carmen Calzado, maestro del número y definidor de su religión.
Al sanctus salieron las mismas hachas y asistieron de rodillas hasta consumir. Se previnieron dos pajes que los sirvieron de capellanes del Sr. Santiago. Acabada la misa convidaron los beneficiados y eclesiásticos de esta iglesia a la del Sr. Santiago para que tomasen unos dulces que con gran primor y abundancia estaban prevenidos sobre un bufete en el guardarropa en esta forma: Un bufete con su sobremesa dos fuentes de plata de pasas, dos de mojicones, dos barriles de mistelas y dos de vino, un aparador de plata con 25 vasos de plata.
Y habiendo resistido la oferta a las instancias admitieron y acabado formaron la procesión, cantando las letanías hasta la iglesia del Sr. Santiago, acompañando esta iglesia con ministriles y fuegos y repiques hasta el sitio donde la recibió. En la procesión que hizo la iglesia del Sr. Santiago a este día, tenían todos los eclesiásticos sus velas de a media libra encendidas, las cuales ofrecieron de limosna luego que llegaron a la iglesia para la fiesta de Nuestra Señora. Y se encontró en ellas el Hermano Mayor de las Ánimas.
Siguiendo las indicaciones del autor del manuscrito, hacía referencia a una nota inserta en los libros de difuntos referenciados, y encontrada la misma en el año de 1703, dice así:
13 de Julio de 1703: NOTA DE NUESTRA SEÑORA DEL SOCORRO.-
En 13 de Julio de 1703 años, habiéndose fenecido la obra de cantería de jaspes que a solicitud y devoción del Licenciado Don Diego Valeros Gudiel, Presbítero y Sochantre y Maestro de Canto y Ceremonias que fue de esta iglesia mayor, se estrenó la capilla y se colocó a Nuestra Señora del Socorro, con luminarias y fuegos la noche antecedente y se adornó la capilla de luces y se cantó en su altar la misa mayor de ese día con capas y vestuario a que asistió todas la iglesia y dijo la misa el Licenciado Don Diego Valeros Gudiel y se vistieron al altar el Licenciado Don Cristóbal de Pedrosa, Presbítero y Don Cristóbal Troncoso, subdiácono y fenecida se hizo convite espléndido a expensas de Don Diego de Isla, hermano y devoto de Nuestra Señora.
OBRA DE ESTA CAPILLA: En 26 de Diciembre de 1701 años, el Licenciado D. Diego Valeros Gudiel, Presbítero Sochantre de esta iglesia y hermano de Nuestra Señora del Socorro, motu proprio, contrató y ajustó con Lorenzo Fernández de Iglesias, Maestro Mayor de obras de cantería y vecino de Sevilla, veinte y seis varas en cuadro de entapadura de jaspes negros y extraídos de las canteras finas de Morón y Guadalete, sacando las piedras y porteándolas y labrándolas y lustrándolas a su costa y por cada una vara en cuadro se le pagaron a dicho Maestro cien reales de vellón, ejecutándose en la conformidad que hoy están puestas y ejecutadas en dicha capilla. Y asimismo ocho varas de grada de dichos jaspes en 400 reales a toda costa. Y asimismo la peana del altar de losas blancas y negras encarnadas como hoy permanece a toda costa hace estar sentada en 300 reales de vellón. Que toda la dicha cantería se ejecutó como hoy permanece y importó sólo la piedra fenecida y librada trescientos ducados de vellón que hacen 3.300 reales de vellón, que por su pago los pagó el dicho Don Diego Valeros Gudiel al dicho maestro de cantería según tomo recibo. Y asimismo se gastó en la obra de albañilería, desviar el arca del agua, rebola de la bóveda, blanquear la capilla y otras más necesarias 600 reales de vellón y asimismo en lavar lo que hoy tiene de nogal con los pies de altar torneadas y asegurada con pernos de plomo en lisos de jaspes, se gastaron 180 reales de vellón y en otros gastos menudos y materiales 200 reales de vellón, que todo lo gastado en dicha obra importó cuatro mil doscientos y ochenta reales de vellón, los cuales gastó por la mano el dicho don Diego Valeros y de ellos juntó de limosnas que pidió 3.600 reales de vellón y lo demás lo suplió de su casa el dicho Don Diego Valeros. Y para que conste en adelante lo certifico y firmo en Écija en 13 de Julio de 1703. Don Diego Valeros Gudiel.
De unas fotografías que obran en mi poder, como cité al principio, relativas a la celebración de cultos por las hermandades de la Sangre y del Silencio, en la primera mitad del siglo XX
(fotografías de 1920 y 1933, respectivamente), podemos contemplar cómo era y es el altar mayor de la parroquia de Santa Cruz, antes de colocar el retablo al que antes hemos hecho mención.
Como resumen, sólo me queda decir que, el actual párroco emérito de Santa Cruz, nuestro querido Don Antonio Pérez Daza, tenía en mente recuperar la fisonomía antigua de la nave central, para lo cual, pensaba trasladar el retablo que hemos referido y colocarlo en la puerta que da a la calle Espíritu Santo, es decir, situarlo frente al altar del Cristo de la Sangre, que viene ocupando ese lugar desde que, en los años 1850, se trasladó la Hermandad del mismo nombre, con las imágenes y demás enseres, desde el extinguido convento de San Agustín a la Parroquia Mayor de Santa Cruz, logro, que no sé si se podrá llevar a cabo o no, pero cuya idea no es descabellada y que puede ser de utilidad para autoridades eclesiásticas presentes y futuras, que rigen la citada parroquia.
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