Écija – El Portal Temático Cultural

Fco. Fernández-Pro

Aunque nos duela, es verdad que los andaluces somos remolones; no tanto para doblar el espinazo –como dice el tópico-, como para ponernos de acuerdo en los asuntos comunes de la justicia y la dignidad como Pueblo. Para el andaluz, la justicia es una cuestión individual y suele conformarse con aliviar su dignidad propia e intransferible. Será por eso, que siempre fue tan fácil hacernos vasallos y que necesitamos del palo del burro o del rayo divino, para ponernos de acuerdo en saltar todos a la vez, sin que nadie desentone.

Perdonen ustedes el desahogo, pero llevo algo así como quince años esperando el momento y tenía que soltarlo como fuera. Intentaré explicarme.

En el mes de octubre del año 1990, el entonces Equipo de Gobierno Municipal Socialista de Écija, nos invitó a la Oposición (PA, PP) a respaldar con nuestra presencia y celebrar la firma de un convenio en Sevilla con la Consejería de Cultura y Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, cuyo titular era Juan Manuel Suárez Japón, por el que ésta –reconociendo la importancia del Conjunto Histórico Monumental de nuestra Ciudad- se comprometía a restaurar la totalidad de las torres de Écija. El montante económico del convenio, era de unos MIL MILLONES de pesetas de las de entonces.

La verdad es que a la Oposición, el hecho de que todo esto llegara a sólo siete meses de las nuevas Elecciones Municipales, nos daba en todas las narices; pero estaba claro que, ante la puesta en escena y el compromiso formal, presencial y por escrito, del propio consejero, no debíamos de poner ni una sola pega a lo que podía ser un proyecto tan importante para nuestra ciudad. Así lo hicimos; por eso apoyamos (todos a una y sin un solo resquicio) el Convenio con la Junta, lo aplaudimos y también lo proclamamos, haciendo que todos los ecijanos se lo creyeran y, con ello, nos hicimos cómplices del espejismo… La verdad es que nos la colaron doblada y sin vaselina.

Lógicamente, con esos mimbres, el PSOE ganó de largo las Elecciones de 1991; y, lógicamente, durante los siguientes años no dejamos de preguntar por el Convenio, incluso usando la estrategia de hacerlo en todos y cada uno de los Plenos que celebraba nuestro Ayuntamiento. Así lo hicimos, hasta el día en que, ya cansados de escucharnos, declararon (ante la Oposición y todo el Pueblo de Écija) que no era “Digo”, sino “Diego”; que el paripé que se había firmado en Sevilla -con nosotros de testigos-, no era un “Convenio”, sino un “Protocolo de Intenciones”; y que no era que hubiera MIL millones de pesetas para restaurar las torres, sino que “se calculaba que podría llegarse a esa cantidad, en caso de que las intenciones de restaurar las torres pudieran llevarse a cabo en un futuro”…  Lo dicho: doblada y sin vaselina.

Lógicamente, en mayo de 1995, cuando cambió el Gobierno Municipal de nuestro Ayuntamiento y fui nombrado Teniente de Alcalde Delegado de Cultura, una de las primeras cosas que tenía en cartera, era ponerme en contacto con la Consejería y pedir informe sobre el estado de esta “Declaración de Intenciones”.

Un par de meses después visitó Écija un Técnico de la Junta (licenciado en Historia del Arte) que nos informó que, tras la restauración de la torre de Santiago, se estaban considerando las distintas prioridades. Hablamos del estado ruinoso de las Gemelas y el grave peligro de derrumbe (sobre todo porque, entonces, se ubicaban allí los talleres del Patronato PRODIS) y, en plena canícula, rebosándonos de palominos, subimos a una de las torres, acordándose que sería la siguiente en ser restaurada, según el proyecto presentado por los arquitectos ecijanos Madero, Sanjuán y Oliva. Hubo promesas y juramentos, sonrisas y apretones de manos; y, al final, todo volvió a quedarse en nada.

Yo, que soy peleón por naturaleza, tuve que guardar las formas por eso de que era cargo público, representaba a un Pueblo y, por el bien de la causa y de las relaciones institucionales, debía tragarme los sapos que tuviera que tragarme (practicar, en fin, esa diplomacia administrativa, que siempre me cayó tan jodidamente mal) Por eso, en marzo de 1999, cuando ya estaba con un pie fuera del Ayuntamiento (precisamente por no poder aguantar más diplomacia administrativa, ni más sapos-porque-sí), aproveché la primera oportunidad que se me presentó y, con un grupo de amigos de los “Amigos de Écija”, volvimos a la carga con una denuncia contra la Junta de Andalucía por incumplimiento del dichoso Convenio.

Poco tiempo después, el Alcalde, Julián Álvarez, me pidió –como Presidente de “Amigos de Écija”- que retiráramos la denuncia. La razón que argumentó fue que la Comisión de Cultura del Parlamento de Andalucía la presidía un andalucista, Idelfonso del Olmo y, a través de una iniciativa, se iba a intentar la declaración de B.I.C. del Conjunto de todas las torres ecijanas, además de alguna que otra restauración de edificios emblemáticos. La denuncia llegaba en mal momento, porque podía perjudicar los proyectos. Entonces, nos entrevistamos en el Parlamento con Idelfonso del Olmo y se nos prometió el apoyo necesario para esos posibles proyectos de calificación y restauración. Como siempre, anteponiendo el bien de Écija, retiramos la denuncia; y, como siempre, nos estrellamos contra la diplomacia administrativa, los intereses espúreos y las promesas rebotadas.

Ayer, día 22 de julio, celebramos la primera Comisión Local de Patrimonio Histórico tras el desgraciado accidente sufrido por una de las torres Gemelas. Los ecijanos están hoy, miércoles, mucho más concienciados de la necesidad de abordar estos problemas, que hace solamente un mes. Por eso, la semana pasada le pedí a mi amigo y hermano, Juan Méndez Varo que, como representantes en esta Comisión, de “Amigos de Écija” y de la Academia “Luis Vélez de Guevara”, presentáramos una propuesta conjunta ante la Comisión, para instar al Pleno de la Corporación, a que fuera el mismo Ayuntamiento el que pusiera esa denuncia -¡tan demorada!- contra la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía por incumplimiento de Convenio.

Han pasado muchos años, se han pisoteado muchísimas promesas, nos la han colado con vaselina y sin vaselina, nos hemos tragado sapos como para repoblar el Océano Atlántico y, por último, nos ha caído un rayo del cielo, como para recordarnos que hay una Justicia por encima de los intereses de los hombres, sus partidismos y sus miserias.

Écija no se lo merece. La memoria de los ecijanos que izaron estas torres no se lo merece. El derecho al orgullo por un legado único como el nuestro, que han de poder  sentir todavía los ecijanos del futuro, no se lo merece.

Los ecijanos de hoy, estamos obligados a actuar con firmeza y con rigor, en defensa de la común Justicia y dignidad de nuestro Pueblo, antes de que nos caiga el próximo rayo y, esta vez, consiga partirnos la conciencia por la mitad.

LA ASOCIACIÓN AMIGOS DE ÉCIJA, EN COLABORACIÓN CON EL PORTAL TEMÁTICO CULTURAL, CIBERECIJA.COM, SOLICITA TU FIRMA PARA CONSEGUIR SE REALICE LA RESTAURACIÓN INEGRAL QUE EN SU DÍA FUE APROBADA.

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