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LA SAETA Y ANTONIO MACHADO por Francisco J. Fernández-Pro

LA SAETA Y ANTONIO MACHADO por Francisco J. Fernández-Pro
marzo 16
23:05 2018
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

No puedo evitar cierta congoja cuando todos los años, llegadas estas fechas, se acostumbra a interpretar la música que Serrat compusiera al poema “La Saeta” de Antonio Machado, para acompañar los actos cuaresmales y los pasos de nuestras imágenes de crucificados,

Sin embargo, lo peor, no es la música sino, que en muchas ocasiones, es también la letra la que se interpreta en las calles, en los templos y en los eventos, como homenaje lírico a cualquier advocación de las muchas Hermandades de nuestra Andalucía. Para mí que, si Don Antonio levantara la cabeza, se volvía a la tumba de una irritación.

Teniendo en cuenta que la Generación del 98, rechazaba frontalmente todo lo flamenco y todo lo influido por lo “popular” -dado que todos los males de España los achacaban a la idiosincrasia y a los vicios del Pueblo-, para mí que a Machado, el poeta más joven de esa Generación, le bastó el primer verso de su poema (“Dijo una voz popular…”), para realizar una rotunda declaración de intenciones sobre lo que continuaba.

Entrando en el mundo de las conjeturas, no sería extraño pensar en que la Saeta que encabeza y utiliza Machado para su célebre poema (“¿Quién me presta una escalera /para subir al madero…”), la utilizó, precisamente, por su relevancia y popularidad, ya que esta Saeta anónima (aunque la mayoría cree que es el del propio Machado), fue la primera que se grabó en un cilindro de cera, hacia el año 1897, cantada probablemente por un cantaor apodado “El Mochuelo” (aunque hay quien opina que el que la cantaba era el conocido como “El Canario Chico”) Sin duda Antonio Machado, que entonces contaba con 22 años, siendo hijo del gran Demófilo (el mejor flamencólogo de la época), tuvo acceso a las grabación y conoció esta saeta.

De los hermanos Machado, fue Manuel quien más se dejó influir por su padre. Antonio, sin embargo, como miembro de la Generación del 98, se desvinculó completamente del flamenco, aunque –paradójicamente- fue su poema “LA SAETA”, incluyendo la saeta anónima que lo encabezaba, los que –tras ser  musicados por Serrat- se han convertido en paradigmas de este cante. No obstante, lo más extraordinario del caso, es que –claramente- lo que el poeta pretendía era, precisamente, todo lo contrario: teniendo en cuenta el desprestigio de “lo popular” para la Generación del 98, desde su primer verso (“dijo una voz popular…”) Machado expresa en su poema, su rechazo contra la fe manifestada en la veneración iconográfica, así como lo que representaban y representan los desfiles procesionales de la Semana Santa en Andalucía y la forma que tienen los andaluces de entender la Pasión.

¿Comprenden ahora mi congoja cuando veo emocionarse a tanta gente escuchando la antítesis de lo que mueve su Fe? ¿Cómo es posible que no entremos en el trasfondo, en el significado, de los versos de Machado?

En “La Saeta”, el poeta exhibe su humanismo cristiano desde la fe en un Cristo vivo y el Mensaje de un Cristo “que anduvo en la mar”. Es a ese Jesús al que el poeta quiere cantarle. Sin embargo, rechaza de plano porque “no quiero cantar, ni puedo…“, por un lado, “el cantar del Pueblo Andaluz, que, todas las primaveras…”; por otro, “al Cristo de los gitanos (no el suyo), siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar…“; y, por último, “a ese Jesús de la agonía, que es la Fe de mis mayores (no la suya)”

Para facilitar la comprensión de su intencionalidad, sólo nos basta tomar el poema y adjuntar como “nexo” en cada párrafo, el verso que le otorga el sentido que el poeta quiere transmitir (“¡No eres tú mi cantar!”), obtendríamos:

¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!

¡No eres tú mi cantar!

¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!

¡No eres tú mi cantar!

¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!

¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!

“La Saeta” de Antonio Machado, en definitiva, lo que expresa es un rechazo frontal a los desfiles procesionales de nuestras imágenes.

¿Las razones de esta pifia? Para mí, la ocurrencia de Serrat de musicar el poema. Hay muchas veces que la experiencia puede resultar positiva, pues lo puede embellecer y, sobre todo, hacerlo más popular (“Las moscas”, “Don Guido”, “Retrato”,…). Sin embargo, otras veces resulta muy negativo hacerlo.

Los poemas tienen sus propios ritmos y su lectura es fundamental. No es lo mismo oír unos versos que leerlos; mucho menos, escucharlos una vez musicados (hay compases y ritmos que obligan a “cuadrar las letras” y, al repetirlos muchas veces, pueden romper o viciar, sin querer, el sentido del texto) La Saeta es un ejemplo de ello: la hemos cantado cientos de veces (hasta, inconscientemente, se nos viene a los labios, cuando vemos desfilar los tambores y trompetas interpretándola) y, sin embargo, el nuestro es un reflejo tan automático, ante una melodía tan entrañable y hermosa que, sin darnos cuenta, no reparamos en el verdadero sentido del texto del poema.

Ojalá nos vayamos dando cuenta, de que Antonio Machado, en su poema “La Saeta”, lo que pretendía era expresar su rechazo a los desfiles procesionales de nuestras imágenes y a la Fe secular de nuestro Pueblo hacia esas imágenes.

Si este año, al pasar la banda o escuchar al saetero de turno, alguien se detiene a reflexionar y recuerda estas letras, ya habremos conseguido algo.

 

 

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6 Comentarios

  1. Luis Candelas
    Luis Candelas marzo 17, 09:34

    Magnífica revisión de un poema popular y de las verdaderas intenciones de su autor. Enhorabuena

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  2. JUBILADO
    JUBILADO marzo 17, 17:24

    Me ha encantado. Y cada uno que interprete a su manera el mensaje.

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  3. Manuel Arredondo
    Manuel Arredondo marzo 18, 16:44

    Qué razón tenía Machado con su poema. No hay nada más antirreligiioso que los fanatismos de las procesiones

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    • francisco fernández-pro
      francisco fernández-pro marzo 19, 00:45

      Don Manuel, está claro que cualquier religión se basa en una Fe. Pero la Fe, no es otra cosa que el don que nos devuelve a una creencia cuando dudamos.
      Creer en un Ser al que no vemos, suscita muchísimas dudas. Por eso se hace necesaria la Fe.
      Un fanático no tiene dudas y no necesita Fe… y, como usted bien dice, no existe nada que le haga más daño a cualquier religión, que la actitud de los fanáticos.
      Así que le doy toda la razón; pero permítame añadir que, para mí, es importante (aún con mis dudas), creer en la existencia de ese Ser Superior, cuya Naturaleza es la propia del Amor y que, precisamente por eso, nos invita a compartir lo que tenemos, a ayudarnos, a perdonarnos, a tolerarnos, a intentar comprendernos y a vivir en la fraternidad con los demás hombres.
      Un saludo muy cordial.

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