LA LIMOSNA por Francisco J. Fernández-Pro Ledesma
Un hombre depositó en el sombrero de un mendigo una moneda de un euro. El mendigo le sonrió abiertamente y el hombre se sintió bueno.
Al día siguiente, al pasar, llevó su mano al bolsillo y depositó otro euro en el sombrero. El mendigo, agradecido, volvió a sonreírle y él volvió a sentirse bien.
Así ocurrió durante muchos días, uno tras otro.
Una mañana, el hombre sólo llevaba en el bolsillo una moneda de veinte céntimos y, con cierto pesar por no poder ofrecerle el euro de todos los días, la depositó en el sombrero. El mendigo, al ver la moneda, lo miró con cierto resentimiento y el hombre se sintió mal consigo mismo.
Al día siguiente, cuando iba a pasar ante el sombrero, recordó la mirada del mendigo y, todavía avergonzado y un poco resentido, cambió su ruta. Lo mismo hizo el día después.
El tercer día, al llegar a su casa, le sorprendió encontrarse al mendigo sentado en los primeros peldaños de las escaleras. Mientras el hombre se reponía de la sorpresa, el mendigo extendió su mano y, hoscamente, le reclamó:
- ¡Oye, tú!… ¿y mi euro?…
Muchas veces nos pasa en Andalucía…
(“Poemas, Cuentos y otras Palabras”, 2003)
Lo bueno si breve, dos veces bueno, D. Francisco.
Pues muchísimas gracias, Señor JUBILADO