LA LEY DE LA LÓGICA Y LA SEDICIÓN por Francisco J. Fernández-Pro
Esto es la leche. Parece ser que cierta gente no deja de pasarse la Ley por los forros y cuando la fiscalía actúa contra ellos (que es quien se encarga de que el personal no se desmande), se le echan encima con razones peregrinas y acusándola de sectaria.
Miren ustedes, yo lo veo claro (aunque reconozco que quizá sea porque, como no tengo ni puñetera idea de Leyes, me conformo con ir tirando de lógica y de lo que creo justo…): la ley debería ser igual para todos pero, por Justicia, no debería aplicarse por igual a todo el mundo, ya que unos actúan con circunstancias agravantes y otros lo hacen con circunstancias atenuantes. Me explico: lo lógico y justo para mí -que no entiendo de leyes-, es que un padre de familia en paro y sin subsidio, que rompe el escaparate de un supermercado para darle de comer a su gente, no debe tener la misma consideración ante la Justicia (aunque el fin no justifique los medios) que aquel que, teniendo para dar y regalar, rompe el mismo escaparate; y mucho menos que ese otro que se gana la confianza de la gente para gestionar un dinero público y, después, trapichea con él, o lo esconde, lo malgasta en juergas o lo utiliza para pagarse caprichos partidistas que sólo lo benefician a él mismo y a sus correligionarios… y en este saco de maleantes incluyo, también, a todos aquellos que, aprovechando su estatus curricular, artístico o genético (léase, Álvarez Cascos, Isabel Pantoja o infanta Cristina), gozan de la ventaja de la influencia o la información privilegiada y abusan de ellas para evadir, defraudar, invertir, malversar o “firmar por amor” documentos que un adulto -legalmente responsable- no debería firmar nunca sin haberlos leído. Pues todos estos individuos, no es sólo que sean mejor tratados que el pobre padre de familia del que hablábamos, sino que, además, son mucho mejor considerados y gozan de muchos más beneficios penitenciarios.
Mas si hablamos –y perdonen la redundancia- de Arturo Mas y su caterva, ya resulta el colmo de los colmos: estos fingen indignación ante la reacción del Fiscal General del Estado y lo acusan de estar presionado por el Gobierno, cuando actúa tras ver el incomprensible pasotismo de los fiscales de Cataluña que, de alguna forma, nos retrotrae al de su Tribunal Supremo cuando votó, por gran mayoría, que las acusaciones sobre las malversaciones de Jorge Pujol eran una maniobra política anticatalana.
Ya les advertí que no sé de leyes, pero creo que Arturo Mas, faltando a su lealtad como gobernante demócrata, ha usado su cargo para enfrentar a todo el mundo y me huele que comenzó haciéndolo con la idea de ocultar sus miserias bajo las alfombras y, al final, la jugada le salió un verdadero churro. Además creo que, faltando a la lealtad con su propio Pueblo, ha manipulado la formación y la información de los catalanes, para enfrentarlos con los ciudadanos del resto de España. Incluso, si me aprietan, creo también que, faltando a la lealtad con las Leyes que hacen que exista una Generalidad de Cataluña y un Presidente de la Generalidad (es decir, faltando a la lealtad con los principios jurídicos que le permiten ser lo que es y hacer lo que hace), Arturo Mas ha cometido un grave delito: el de Sedición, pues la Ley Orgánica 10/1995 del Código Penal, en su artículo 544, dice textualmente: “Son reos de sedición los que, sin estar comprendidos en el delito de rebelión, se alcen pública y tumultuariamente para impedir, por la fuerza o fuera de las vías legales, la aplicación de las Leyes o a cualquier autoridad, corporación oficial o funcionario público, el legítimo ejercicio de sus funciones o el cumplimiento de sus acuerdos, o de las resoluciones administrativas o judiciales”… y, aunque sé que estos señores han buscado un montón de triquiñuelas para que no pareciera lo que era, digan lo que digan, para mí –que no sé de leyes, pero sé leer y echo mano de la lógica-, después de la Resolución firme del Constitucional sobre el patético 9-N, lo que condena esta Ley es, exactamente, lo que ha ocurrido en Cataluña.
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