LA JUSTICIA Y LOS MAMONES por Francisco J. Fernández-Pro
Lo siento por algunos pero, al final, no tendré que calificar a Fernando Reina de hijoputa mamón.
Para mí, lo prometido siempre es deuda; y por eso, hoy, me siento obligado a escribir estas líneas.
En mi artículo “El linchamiento” que, como algunos recordarán, escribí a raíz de la denuncia presentada por malos tratos contra el edil andalucista, defendía su presunción de inocencia, pero prometía públicamente que, cuando hablaran los jueces, si se le declaraba culpable, yo sería el primero en llamarlo hijoputa mamón. Lo que dije, literalmente, era lo siguiente:
“La Ley aplicada a Fernando Reina raya la anticonstitucionalidad, y lo hace porque violenta la presunción de inocencia de los ciudadanos y, con ello, atenta contra la propia naturaleza del Estado de Derecho (…)
“Como todo el mundo ha dicho (aunque algunos lo hayan hecho con la boca chica para, inmediatamente, continuar con el linchamiento): que hablen los jueces y, entonces, se verá quien tiene razón y quien no la tiene.
“Cuando esto ocurra, si se le declara culpable, que nadie dude de que yo seré el primero en decir que es un hijoputa mamón, como lo son todos los que tocan a una mujer si no es para cuidarla, para ayudarla o para acariciarla. Sin embargo, si cuando se pronuncien los jueces, resulta que Fernando es inocente, quién va a devolverle a su vida las horas que pasó encerrado injustamente, quién va a restituirle la paz, la tranquilidad de las horas pasadas; quién podrá evitarle ya el sambenito de por vida, y –lo que es más injusto todavía- quién va a secar las lágrimas de sus hijas, quién va a poder calmar el dolor de su gente…”
En el mismo artículo y, en respuesta a un comentarista de nombre –o apelativo- ANTONIO, escribí (también literalmente):
“Según nuestro Estado de Derecho –Y EN ESTE PRINCIPIO ESTRIBA TODO ESTE ARTÍCULO-, entre una denuncia y una condena, hay un trecho importante en el que el IMPUTADO, no sólo es que NO ES CULPABLE, es que SIGUE SIENDO INOCENTE. El hecho de ser Imputado, no significa que sea culpable de un hecho, sino que todavía no se sabe lo que ha pasado realmente (aquí también estriba el grave problema de esta Ley porque, en la práctica, da lugar a una terrible aberración: la de hacer PRESUNTOS CULPABLES a los que, realmente, son PRESUNTOS INOCENTES)…”
Pues bien, ya se ha pronunciado la Justicia. Por lo que se ve, todo respondía a una venganza personal. Todo era nada y Reina sufrió lo que sufrió, siendo inocente… y yo me indigno de nuevo y lo siento por él y por su familia.
Aunque, ya que todo ha pasado, me alegro un montón del resultado; y me alegro, no sólo por la justicia que se le ha hecho a un inocente, sino porque la sentencia de la Juez puede –y debe- suponer para nosotros una lección de prudencia a la hora de manifestarnos sobre las denuncias no resueltas; y, de paso, nos alerta de los riesgos que corren los legisladores, cuando –para legislar- se apoyan sólo en intereses políticos y sectoriales, ignorando los principios del Estado de Derecho.
Me alegro, también, porque esta sentencia pone a cada uno en su sitio y deja bien claro los indecentes patinazos de los listos (que estos sí que son mamones) y la falta de escrúpulos de los buitres (que estos sí que son hideputas).
Me alegro, porque esta sentencia deja claro –clarísimo- que la mala leche (el mal trato físico o psicológico), aunque tenga género, no es prerrogativa de ninguno de los sexos.
Pero, sobre todo, me alegro de esta sentencia, porque me ha dado la oportunidad de llenar este vacío injustificable que mi gente y yo sufrimos en nuestras carnes y que se me quedó grabado en la memoria para siempre, cuando, viéndome en la misma tesitura, no tuve a nadie que escribiera unas letras de Justicia para mí.
⚠ARTÍCULO RELACIONADO: EL LINCHAMIENTO
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