LA INCOHERENCIA DE LOS SÍMBOLOS por Francisco J. Fernández-Pro
El sábado se celebró la final de la Copa del Rey entre el Barcelona y el Sevilla (¡qué magnífico jugador es este Iniesta!) y, como por desgracia, viene ocurriendo en las últimas ediciones, los que usan y abusan de cualquier excusa para sacar los pies del tiesto, quisieron meter la pata hasta la tetilla. Pero, en esta ocasión, el Ministerio del Interior aplicó un tratamiento profiláctico –sencillo, pero contundente- y las consecuencias han sido tan suculentas que no puedo dejar de considerarlas.
La autoridad se puso en las puertas del Estadio y requisaron todos los elementos que pudieran representar símbolos anticonstitucionales.
Esta mañana, un montón de politiquillos (caterva de hipócritas ignorantes), lamentaban que se hubieran aplicado medidas de Estados Policiales y dictaduras en las que no se respeta la libertad de expresión.
Más como me gusta tirar de lógica y comprobar que dos y dos son cuatro, pensé las premisas, realicé mi análisis y concluí lo siguiente:
Primera premisa: los símbolos, banderas, escudos, himnos,… son manifestaciones de unidad e Identidad en una idea o una tendencia; un elemento común que unifica e identifica a quienes los comparten.
Segunda premisa: nuestra libertad individual la podemos compartir con otras personas a través de ideas, aficiones, doctrinas o tendencias y, con ello, las banderas, símbolos, escudos e himnos que los representan.
Primera conclusión posible: Si la libertad debe ser absoluta, todas las ideas deben permitirse y, con ellas, todos los símbolos.
Segunda conclusión: Si la libertad ha de ejercerse dentro de un orden y unas normas (leyes) comunes, que puedan garantizar la dignidad de las demás personas; entonces, hay ciertas libertades que deben controlarse y símbolos, escudos, himnos y banderas, que no deberían permitirse.
Ahora surge el problema de la coherencia: ¿por qué hay quien silba, rechaza o ejerce la violencia contra símbolos que representan ideas que se encuentran de acuerdo con las leyes y la dignidad de todos los ciudadanos; y, sin embargo, apoyan los que simbolizan ideas que están contra esas normas que defienden nuestros derechos comunes?
¿Por qué –por ejemplo- nuestra sociedad, nuestros políticos e, incluso nuestras leyes, han llegado al punto de rechazar la cruz gamada (como símbolo de una ideología que asesinó a seis millones de personas) y, sin embargo, siguen aceptando la hoz y el martillo (bajo cuya tutela fueron cien millones los asesinados)?
¿Por qué los políticos que defienden el lazo amarillo (que acusa al Estado Español de encarcelar al ciudadano por sus ideas) o la estelada (que abandera la independencia y la fractura del Estado, con el conflicto violento que conlleva y que puede llegar a provocar), rechazan el yugo y las flechas o el Águila de San Juan que, desde el siglo XV, representaron la Unidad de España (resultado de la fusión de los escudos de Castilla y Aragón –que incluía el Condado Catalán-, e incorporando en él al águila de Isabel I, que se hizo coronar el día de San Juan)?
Una de dos: o nuestros políticos son unos auténticos cretinos, o es que hoy en día, para ser político, se necesita una licenciatura en Ignorancia Avanzada, un doctorado en Incoherencia Supina o un Máster en Gilipollez irremediable, certificado por la Universidad de la Cifuentes.
Me imagino que mayores esperpentos deben haber habido en nuestra Historia, pero yo los desconozco.
Bravo!!