LA GRIPE por Francisco J. Fernández-Pro
Han sido tres semanas batallando con la gripe; primero con la de la familia y, después, con la propia. Tres semanas de encierro que me parecieron un año (quizá por eso de andar a caballo en el almanaque entre los últimos días del pasado y los primeros del presente). Tres semanas sin ganas de casi nada, pero con muchas letras. Por un lado, finiquitando encargos que tengo por honores (el prólogo para el último libro de Rosario Bersabé y la colaboración para la Antología de los poetas lobereños de Gredos) y, por otro, una lectura variada que me ha reconfortado muchísimo.
Digo variada, porque a la relectura obligada de “El abrazo de Eros” (el poemario erótico que prologo de mi querida Rosario), le he añadido el deleite de otro magnífico poemario, “Pon Amor”, de mi Hermano en esto de las musas, Antonio Bocanegra Padilla. Poemario finalista –entre casi cuatrocientas obras de más de treinta países- en la última edición del Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía, quizás el de mayor prestigio internacional, en lengua española e inglesa, dentro de su vertiente mística.
Pues bien, como dije, aproveché el obligado descanso de la gripe, para debatirme entre lo erótico y lo místico, a lo que le añadí –entre poema y poema- alguna que otra monografía de Historia y Arte, sin olvidarme de los artículos atrasados del “National Geographic”. La verdad es que, habiendo letras, no hay momento para aburrirse.
Sin embargo, el problema surgió en cuanto mejoré, salí de mi letargo y desembarqué de nuevo en nuestra realidad cotidiana, reencontrándome con tanto botarate y botarada. Salir otra vez a la calle y encontrarme con el día a día, fue darme de bruces con la rabia que me provoca esta cruel realidad de que el tiempo es continuo y no cambia nada, a pesar de que siempre mantengamos la esperanza de que, para los hombres, mudar de año es algo así como mudar de vida o, al menos, de intenciones. Pero no: las hojas de los almanaques no cambian nada. Seguimos con las mismas contiendas y los mismos contendientes, las mismas palabras y los mismos desvaríos, los mismos problemas consecuencias de las mismas causalidades y los mismos cobardes, incapaces de coger el toro por los cuernos y solucionar todo esto de una puñetera vez.
En el fondo, las letras de mi gripe han sido pocas letras, Letras son las que les faltan a nuestros políticos, a nuestros gobernantes. Me gustó siempre aquellas afirmaciones de Federico cuando dijo: “no sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro (…..) Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan, Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social.” Yo a esto le añado que, si el libro que regalamos está escrito en español, mejor todavía; aunque sólo sea porque estamos en España y debemos creernos y defender esta verdad.
Es triste: tres semanas griposo, perdido entre pensamientos diversos, profundos, imágenes sugerentes y letras deliciosas y sabias, para volver al mundo de los “sanos” y reencontrarme a los mismos bichos de siempre parasitando a la misma España.
Casi mejor, dejo el algidol y me vuelvo a la cama.
Espero D. Francisco, que ese debatir entre lo erótico y lo místico no sea el resultado de un cruce de comprimidos entre el Algidol, el Paracetamol o alguna otra endiablada capsula de esas azulonas…
En su vuelta a lo cotidiano, y darse de bruces con la realidad nuestra de cada día, le acompaño en su apreciación; ni año nuevo ni nada. La evolución se ha detenido. La teoria Darwiniana tiene una excepción y es el ser humano, que solo evolucionamos hacia la imbecilidad.
Se me ocurre que si a caballo del virus de la gripe se creara uno selectivo, que atacara preferentemente a a la raza humana, y proporcionalmente al grado de imbecilidad del individuo, quizás como especie nos diéramos un respiro.
Al menos nos queda la lectura.
EStimado Amigo:
Antes que nada, perdone la excesiva demora en esta respuesta, pero la verdad es que anduve de capa caída algún tiempo y, a medida que me fuí recuperando, me he visto forzado a ponerme al día con un montón de asuntos que tenía pendiente (aparte, claro está, de mis obligaciones en los eventos que se acumulan en un año donde todo se amontona: Navidad, Carnaval y Cuaresma… (espero salir vivo del embate)
Por otra parte, me alegró muchísimo saber de usted y comprobar que conserva intacto su humor y su magnífico criterio a la hora de afrontar las cuestiones.
Estoy completamente de acuerdo con sus apreciaciones y, para incidir en ellas, permítamente recordarle -respecto a su apunte sobre la imbecilidad- la célebre afirmación de Einstein respecto a su seguridad sobre la única certeza del Universo: la estupidez del Hombre…
Pero, como usted dice, nos queda la lectura… (a lo que yo le añado, la libertad de elegir los textos y a los amigos con los que compartirlos)
Un cordialísimo abrazo desde sus torres.