LA ESTANCIA DEL EMBAJADOR DE MARRUECOS EN ECIJA, CAMINO DE LA CORTE, EL DÍA 29 DE JUNIO DE 1766 por Ramón Freire Gálvez
Abril 2015
Ramón Freire Gálvez.
Durante el reinado de Carlos III y con el fin de evitar una continua guerra contra los marroquíes, en 1765 se iniciaron conversaciones entre don Diego María Osorio, gobernador de Ceuta, con el sultán Sidi Muhammad Abd Allah, continuadas por el judío Samuel Sumbel y el misionero franciscano fray José Boltas, que llevó a Carlos III un regalo de tigres y leones además de cartas del sultán. Se intercambiaron embajadores: Sidi Ahmed el Gazel visitó La Granja, mientras que Jorge Juan y Santacilia acompañaba en noviembre de 1766 al marroquí en su regreso.
Pues bien, dicho viaje y estancia en España duró desde Mayo hasta Octubre de 1766 y como quiera que en el camino desde Algeciras hasta Madrid, se encontraban diversas ciudades y villas (consideradas de las más importantes del trayecto), entre las que se encontraba nuestra Ciudad de Écija, se le hizo el correspondiente y fastuoso recibimiento por orden real al citado embajador, del que, por cierto, cuando escriben su nombre, lo hacen de distinta forma, pero en definitiva estamos ante el mismo personaje.
Comenzamos, en primer lugar, por lo encontrado en diversas publicaciones, tales como, Breve Relación de la llegada, estancia y partida que hizo en esta Ciudad de Sevilla Cydi Amet El Gazel, Embajador de Marruecos a la Católica Majestad de nuestro Rey y señor D. Carlos III (Imprenta Manuel Nicolás Vázquez. Junio 1766); La Ilustración Española y Americana, Año XLIII nº 7 de 22 de Febrero de 1899, La Gaceta de Madrid de 21 de Junio, 8 y 15 de Julio y la Historia del reinado de Carlos III en España (Ferrer del Río, A, 1856), entre otras, de donde recogemos:
Cuando en mayo de 1766, Sidi Ahmed el Gazel, embajador del sultán de Marruecos, cruzó en son de paz el estrecho de Gibraltar, desembarcó en Algeciras y emprendió viaje hacia Madrid para entrevistarse con Carlos III, fue notable la expectación que el paso del brillante cortejo despertó entre las gentes de las villas y ciudades que atravesó en su recorrido, muchas de las cuales enviaron a sus personas más principales a recibir a los marroquíes y organizaron músicas, bailes y espectáculos taurinos en su honor… Figuraban en la embajada: Sidi Ahmed El-Gazel, embajador; el alcaide Sidi Amara-beu Muza, capitán comandante de la caballería de S. M. Imperial y su pariente; el Hach Mohammad El-Izel, pariente del embajador; Sidi Ahmed-beu-Ab, Catib o secretario; el Hach Hasan El Muaz, mayordomo; el Hach Mohammad El-Aser, ayuda de cámara; los dos pajes Sidi Ahmed Chaban y Jamed: el cocinero Hach Mohammad El-Slam; cinco criados y un negrito…
En todas las publicaciones refieren las demostraciones hechas al Embajador en Medina Sidonia, Jerez Sevilla, Écija y Córdoba; bailes, corridas de toros, banquetes, visitas á la Giralda, al Alcázar y otros edificios, así como que mandó el Rey que se tratase al Embajador espléndidamente, se le señaló por residencia el Buen Retiro con una dotación de 800 reales diarios, cuatro caballos de montar y coche á su disposición; conferenció con los Ministros, manifestando gran empeño en la devolución de la librería de Muley Cidán, que se conservaba en El Escorial y convino al fin, en determinar dos puntos esenciales del convenio con su amo (Instituto de Historia Naval)…
Algunos cronistas de la época destacaban la atracción que supuso para los madrileños la visita del embajador marroquí, cuando todavía resonaban los ecos del motín de Esquilache (Marzo de 1766): …Y también distrajo al público aquellos días la presencia de Sidi-Hamet-Elgazel, que, trayendo séquito muy lujoso, vino en nombre del rey de Marruecos a pagar la embajada con que había ido el teniente general D. Jorge Juan en representación del de España, para sentar y restablecer paz firme y perpetua, por mar y tierra entre ambos países…
Y aquí, en este apartado, es donde aparece la ciudad de Écija, como no podía ser menos, dada la gran importancia de la misma, dentro del reino de España.
En una de las publicaciones citadas, se hace referencia al encargo de coches o carrozas para el viaje de dicho embajador hasta Madrid y respecto de ello se escribe: …En esta línea se sitúan los viajes de la embajada marroquí a la Corte española en 1766, encabezada por Hamet El Gazel, donde tienen lugar acontecimientos en los que podríamos rastrear las causas del encargo de coches que aquí tratamos.
Si el fraile (se refiere al misionero franciscano fray José Boltas), desconocía al responsable de este asunto, nosotros podemos sospechar hoy que el sujeto que probablemente le había metido al emperador estas carrozas en la cabeza, era el mencionado Hamet El Gazel, individuo de gran sensibilidad artística que había quedado deslumbrado con la cantidad y riqueza de los coches españoles, que pudo ir contemplando -y usando- desde que desembarcara en Tarifa, hasta que regresara a su país, tras el viaje que había hecho a la Corte de Carlos III desde mayo hasta octubre de 1766.
Nuestro Monarca ilustrado, había sido involuntario estimulador de este costoso antojo, al disponer que el viaje de la Embajada fuese realizado precisamente en una espléndida carroza con un tronco de cuatro caballos, que estaría ya dispuesta el día de la llegada de la comitiva a la costa española.
Es preciso también considerar que Hamet El Gazel, según narra él mismo en el Diario que escribió de su viaje, había quedado positivamente impresionado por los sucesivos y calurosos recibimientos que las damas nobles y caballeros de las localidades, por donde iba pasando, hacían a la comitiva real, acompañándolos, como era costumbre en el país, hasta la siguiente ciudad, cabalgando en sus enjaezados caballos o cómodamente sentados en sus vistosos coches de aparato.
No sería de extrañar que entre estos improvisados anfitriones, a su paso por Écija, estuviesen los Marqueses de Alcántara en su berlina, conservada hoy en el Museo de Carruajes de Patrimonio Nacional, pieza magnífica que por su estilo podría datar de esos años y que es de las pocas andaluzas conservadas de esa época. También se conocen datos de los lujosos coches que poseían los Marqueses de Peñaflor en esa misma ciudad, carrozas que también pudieron formar parte del vistoso recibimiento. (Una silla volante para el emperador de Marruecos. Alfonso Pleguezuelo. Universidad de Sevilla).
Ya ha aparecido la ciudad de Écija en dichas publicaciones, como una de las ciudades, camino de la Corte, donde se hospedó el citado embajador, así como el gusto y uso por las carrozas en dicho viaje, citando la que era propiedad de los Marqueses de Alcántara, que pasó a ser conocida como laBerlina Dorada, carruaje típico del segundo tercio del siglo XVIII (regalada a Alfonso XIII por su caballerizo mayor en 1913) y que hoy se encuentra en el Museo mencionado, sito en Madrid, Jardines del Moro, de donde aportamos la correspondiente fotografía, para deleite nuestro.
Para completar este artículo y autenticar la estancia en Écija del citado embajador marroquí, era necesario indagar en los archivos ecijanos y para ello nada mejor que acudir al recordado y tantas veces citado, cronista oficial de nuestra Ciudad, Don Manuel Ostos y Ostos, quien, entre los muchos papeles que pasaron por sus manos y de los que sólo pudo dejar –lo que ya fue bastante- para las generaciones investigadoras futuras, la literalidad o parte de
su contenido, aparecen actas del Ayuntamiento de Écija, levantadas de los Cabildos celebrados en 6, 12, 16, 18 y 19 de Junio de 1766 y posteriores, lo siguiente:
El día 29 de Junio del mismo año entró en esta Ciudad, de paso para Madrid, con lucido acompañamiento, Cidi Amet-et-Cazel, embajador del emperador de Marruecos, con quien nuestro gobierno había celebrado un tratado de amistad y alianza a instancia del Conde de Floridablanca. Según órdenes recibidas de Madrid, se le dio tratamiento igual a él de los demás embajadores de testas coronadas. Se aposentó en las casas principales de Don Garci-Tello de Bobadilla y Eslava y los caballeros de su séquito en las de Don Manuel Osorio en la Cintería… Hubo corridas de toros, torneos a la antigua usanza y otros festejos para obsequiar al Embajador, el cual traía, entre otros regalos para el rey, trece cautivos cristianos, cuatro caballos árabes, cuatro dromedarios, un camello y cuatro camellas con sus crías.
Hasta aquí este pequeño artículo, que recoge la estancia en Écija, de paso para la corte en Madrid, del embajador de Marruecos el día 29 de Junio de 1766.
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