LA ADOLESCENCIA, EL INFIERNO MÁS BONITO por Daniela Álvarez Gálvez (Alumna 2º de Bachillerato)
Hoy en día, con repercusión de las redes sociales, nos exponemos mucho a que cualquier persona vea un vídeo o una foto nuestros y nos critique arbitrariamente. Sin embargo, ¿es justo que por querer “presumir” de nuestra vida nos lleguen comentarios que destrocen nuestro día?
Como bien sabemos, en la vida hay todo tipo de personas, con sus diferentes gustos, formas de ser, aficiones y edades, y diréis: “Pues claro que hay personas de todas las edades en el mundo”. Ante esa afirmación tan grande y “obvia”, parémonos a pensar: ¿una crítica afectará de la misma forma a un anciano que a un adolescente? ¿Y a un adulto que a un niño pequeño?
Tras plantearnos estas preguntas, como humanos que somos, sabemos que la respuesta ante ella es NO. Nuestros padres nos han enseñado que la mayor parte de las críticas recibidas se deben tomar a risa, y pasar de ellas como el que oye llover, pero, ¿es fácil hacer esto? Puede ser que para un adulto o anciano sí lo sea, porque tienen otras cosas más importantes en las que pensar, incluso un niño pequeño podría, ya que no tiene la suficiente razón aún como para entender qué es la crítica; sin embargo, a un adolescente le es más complicado. A esta edad se tienen ganas de vivir experiencias, de viajar, de salir con amigos…. pero por desgracia, hoy en día viven en una sociedad donde se ven rodeados de malas miradas, complejos, críticas e insultos: ¿cómo se pretende que ignoren esas críticas negativas cuando finalmente se las terminan creyendo?
Claramente, deben apoyar a sus chiquillos y hacerles ver que sí, que puede que estén repletos de imperfecciones, que las personas critican a menudo, pero que esas imperfecciones son “sus” imperfecciones y las que les hace ser únicos y ellos mismos. Los tienen que enseñar a reírse de verdad cuando oigan esas críticas y no para evitar correr hacia su habitación para llorar, porque tienen edad de disfrutar y de reírse a veces hasta de ellos mismos. Es ahí cuando nos damos cuenta de que la adolescencia es el infierno más bonito que vivimos.
Daniela Álvarez Gálvez
2.º Bachillerato Ciencias SAFA Écija
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