JESÚS DE NAZARET Y EL SOCIALISMO por Francisco J. Fernández-Pro
Mi amigo Luis y algunos como él, cuando llega cada Semana Santa, vuelven a la carga y no dejan de darme el coñazo sobre lo humano y lo divino. Puro colmo de lo inverosímil y el absurdo, ahora les dio por discutirme lo que Jesús hubiera votado en las últimas Elecciones andaluzas; pero, por mucho que se empeñen, Jesús de Nazaret lo dejó bastante claro: “Dad al César lo que es del César”… y no era socialista. Es más, el Mensaje de Jesús de Nazaret es el que inspira el Humanismo; y el Humanismo y el Socialismo, aunque parezcan lo mismo, son todo lo contrario.
El objetivo último de ambos, son el mismo: el Bienestar de todos los hombres, su felicidad. La diferencia estriba en las distintas direcciones en las que actúan y, en consecuencia, en sus procedimientos y en sus prioridades, que resultan diametralmente opuestos, totalmente antagonistas. Es decir, que estando ambos de acuerdo en la necesidad de la Justicia y la Felicidad en el Mundo de los hombres, cada uno tiene su ética y su estética.
El Socialismo -que actúa de arriba hacia abajo- preconiza una estructura de Estado capaz de tutelar a la Sociedad, para hacer viable la convivencia de los hombres y, en la Palestina del siglo I, lo primero que hubiera hecho, habría sido condenar la esclavitud.
Jesús de Nazaret, cuyo mensaje debía actuar en sentido inverso (es decir, de abajo hacia arriba), quiso que fuera el Hombre el que se perfeccionara interiormente para transformar -desde su propia conciencia, desde su propia libertad individual de elección- a la Sociedad que habitaba; por eso, nunca condenó la esclavitud, lo que sí hizo fue cimentar una ética y una estética, a las que dio carácter de Ley Divina: “Ama al prójimo como a ti mismo…”; “Haz con los demás, lo que quisieras que los demás hicieran contigo…”. Recomendaciones éstas, rotundas y revolucionarias en aquella época, que convulsionarían -y siguen convulsionando- los cimientos de las sociedades de todas las culturas, de todas las geografías y de todos los tiempos, y cuyo objetivo último es, precisamente, la consecución de esa Sociedad Justa y solidaria, sólo que no nacida desde la imposición de un Estado tutelar, sino desde la propia conciencia justa del Hombre. Resulta de pura lógica: si he de amar al prójimo como a mí mismo, si he de respetar la dignidad de cada ser humano, lo primero que he de hacer es luchar contra cualquier clase de esclavitud… Incluso contra tantas esclavitudes encubiertas que hoy siguen existiendo a nuestro alrededor.
La escena del sanedrín en la que Caifás condena a Jesús porque “…es preferible que perezca un justo por todos…”, siempre se ha justificado en los estados socialistas conocidos (léase URSS, China, Cuba, ahora Venezuela,…), pero esa lógica injusta resulta impensable en el entorno de una ética Humanista; y no sólo porque su inspirador –la víctima propiciatoria de Caifás- fue el propio Jesús de Nazaret, sino porque para el Humanismo la injusticia que se comete contra un solo hombre, de alguna forma se comete contra todos los hombres; y, por tanto, el aislamiento de los diferentes, el atentado contra la dignidad –la libertad- de cualquier inocente (léase, Archipiélago Gulag, un Campo de Concentración, cualquier cárcel para disidentes,…), no es sino la antítesis misma del Humanismo.
En esta Semana Santa, en la que vemos a Jesús de Nazaret –para muchos solamente un hombre, un revolucionario, un filósofo-, con su escarnio, con su dolor y con su Cruz a cuestas, en la prodigiosa representación de esa injusta e inhumana Pasión, sometido a esos tormentos por revolucionario, por pacífico, por atreverse a decirle la verdad a los poderosos, por defender a los indefensos, por atender a los necesitados y curar a los enfermos,… En esta Semana Santa –digo-, cuando pienso en Jesús de Nazaret y en su Mensaje de Vida, en su Humanismo (en su lucha por la dignidad de cada ser humano), me asaltan interrogantes: ¿Cuántas veces hemos justificado o ignorado la muerte de un justo? ¿Cuántos justos habrán muerto por nuestro silencio cómplice?
En estas fechas, cuando vemos las imágenes de Jesús de Nazaret por nuestras calles, pienso que a los humanistas (a los que permanecemos en la lucha, no por imponer la felicidad a golpe de decreto paternalista, sino por respetar la libertad, la dignidad individual de cada ser humano, para que sea el Hombre quien construya –desde el Hombre- el Mundo que ha de habitar) sólo nos queda volver a su Palabra, dejar de perder el tiempo golpeándonos el pecho y hacer un verdadero examen de conciencia sobre nuestra ética, sobre nuestra estética y sobre tantos inocentes que vamos dejando por las cunetas.
Hermosas palabras las suyas. Pero como como me interesa menos la religión a la vez que más la filosofía, mi primera pregunta es: ¿qué es del Cesar? ¿quien estima lo que le pertenece? ¿Pronunció Jesús esas palabras? No olvidemos que los primeros evangelios sobre su vida y actos se escribieron, creo, unos setenta años después de su muerte.
Maldita sea…. siempre estoy haciéndome preguntas.
Amigo JUBILADO, usted sabe perfectamente, que la mejor arma que tiene el Hombre, es su curiosidad; así que gracias por sus preguntas, aunque con esto de las idas y venidas de la Semana Santa, he tardado en responderle, cosa que me alegra infinito porque, a la postre, le he dado oportunidad a Luis Candelas para que fuera él, con su comentario el que lo hicierra.
De todas formas -y, aunque como usted bien dice, los primeros evangelios se escribieron bastante tarde (de hecho, la primera vez que aparece Jesús es en los escritos de Pablo y los Evangelios Canónicos aceptados fueron los primeros que se escribieron, entre los años 100 y 150)- siendo los primeros, hemos de suponer que lo hechos ocurrieron, más o menos, como se describen en ellos… y, desde luego, si no ocurrieron así, por la enjundia del Mensaje y de la Historia, así deberían de haber ocurrido.
Fuera como fuere, lo que tengo claro es que las propuestas de Jesús nunca fueron en contra de nadie, sino a favor de actitudes personales determinadas, que deberían cambiar, para bien, el Espíritu del Hombre y su relación con los demás hombres.
Ese cambio de actitud individual, propagándose como las ondas en un estanque e influyendo en otros, para multiplicarse exponencialmente… sí que podía cambiar una Sociedad entera.
Una vez más, muchísimas gracias por sus comentarios y las cuestiones que plantea.
Un saludo muy cordial desde sus torres.
No, D. Francisco, muchas gracias a usted por sus articulo, con los que disfruto.
Vaya por delante, y usted lo sabe, que con mi comentario no pretendo molestar a nadie. Reconozco que el Personaje (Jesus) al margen de que pueda estar interesadamente manipulado o tergiversado, es para mi, interesante, por lo revolucionario, actual y polemico, incomprendido y admirable.
Comparto la Opinion de Luis Candela.
Saludos desde Granada.
Dice el Evangelio de Juan (18: 38-39):”Pilatos le preguntó: ¿Qué es la verdad? Y habiendo dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: Yo no encuentro ningún delito en él. Pero es costumbre entre vosotros que os suelte a uno en la Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al Rey de los judíos?…”. Y ya se sabe que la muchedumbre que unos días antes aclamó al pacífico prefirió al violento.
Tal como aparece en la documentación histórica que tenemos, Jesús y sus seguidores aparecen al principio como verdaderos “antisistemas” frente al poder aunque no violentos. Pero en el siglo IV esa imagen fue utilizada para cimentar de forma estable, como religión oficial en la práctica, al poder establecido. Posteriormente se llegaría hasta el cesaropapismo o poder terrenal de los papas. vicarios de Cristo. El mundo vertical había triunfado una vez más. Y vuelta a empezar. No tenemos remedio.
Querido Amigo y Maestro, lo dicho: impecable.
Gracias por tu comentario y un abrazo grande.