Écija – El Portal Temático Cultural

Fco. Fernández-Pro

Me han vuelto a preguntar por mi Silencio y no dejo de repetir lo mismo: siempre he procurado conducirme por la Lógica y la Justicia, más las continuas ocurrencias de la gente que nos gobierna, han acabado agotando mis neuronas hasta el punto de convencerme que, para explicar tanto desaguisado, más que una docena de artículos, se necesitarían varios centenares de tesis doctorales (pero de las buenas y sesudas, no de esas otras de chichimoscas que alguno se compra, por manojito de a cuatro perras, en las alcantarillas de los suburbios universitarios)

A veces, la pregunta se acompaña de un amable requerimiento: “Sigue escribiendo tus artículos”. Ayer mismo, el último que lo hizo fue mi amigo Pepe Diaz Baena y a su petición se sumó, acto seguido, el documento que alguien me envió por internet con la intervención de una de estas señoras iletradas, a la que su marido le regaló una cartera ministerial para que se hiciera sus churros.

Más, como dije antes, tengo las neuronas medio agotadas y, además, me apetece muy poco perder mi tiempo persiguiendo quimeras de Justicia entre el olor a cieno en las trampas de las alcantarillas académicas y el aceite refrito de las churreras obsesivas y, por eso, hoy -respondiendo a los requerimientos de mis amigos- dejaré una breve reflexión personal para el análisis y que, después, cada cual coja las ramas por donde pueda o como mejor le convenga.

Para mí tengo que el grave problema que estamos sufriendo desde que Podemos anda trasteando entre los entresijos del Poder, se deriva de la Utopía absurda a la que la Lógica condenó a todos los Totalitarismos:  Los seres humanos no somos iguales. Por mucho que se emperren -fascistas, nazis, hembristas o comunistas-, no es lo mismo un hombre que una mujer; y son distintos los que transcurren por distintas etapas de la existencia, los que experimentan diferentes vivencias y los que viven culturas, tradiciones o creencias distintas… y, siendo así, ¿cómo aplicaremos la Justicia en una Sociedad diversa y multicultural: respetando las diferencias individuales o, por el contrario, condenando a los ciudadanos a una Igualdad impuesta? ¿Puede un Estado de Derecho exigirle la “Igualdad” por decreto a quien quiere ser distinto?

¿Es compatible la Igualdad impuesta con la Justicia? Todo gira alrededor de esta cuestión. Personalmente, la Lógica me dicta que lo justo sería legislar, no en base a una Ideología monolítica, sino a partir del respeto a la Dignidad de todos y cada uno de los ciudadanos y sus derechos inalienables. Es decir: crear -a través de las leyes- un Estado de Derecho en el que se pueda tener la Libertad para pensar lo que se quiera y elegir lo que se considere mejor, teniendo la oportunidad y la garantía de hacerlo con dignidad y respeto. Aquí radica el problema: la Lógica nos dicta que las leyes que se implantan en base a las directrices de una única Ideología, atentan seriamente contra buena parte de estos derechos individuales.

La única Justicia para todos es aquella en la que todos debemos ser respetados en nuestras diferencias, porque lo primero que tenemos que tener claro es que no somos iguales: somos diferentes. Por eso, no es que la Ley deba ser igual para todos; es que todos deberíamos ser iguales ante la Ley… y, estando en un Estado de Derecho, podríamos dejarnos de churros y empezar, por ejemplo (“es un poné”, como se dice en mi tierra), por la Presunción de Inocencia.

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