FALLECE CARMEN ALBORCH, UNA ADALID DEL FEMINISMO EN NUESTRO PAÍS por Fernando Martínez Vidal
Triste. Triste, sí, por la partida de Carmen Alborch. Una mujer docta, culta, muy instruida. Elegante en su forma de entender la vida, elegante en su forma de entender y practicar la política, algo tan difícil de ver hoy.
Y una adalid del feminismo en nuestro país. Referente en ese terreno para muchas mujeres y para muchos hombres.
En su último acto público, hace sólo unos días, al recibir la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana, llegó a pedir que el feminismo fuese declarado patrimonio inmaterial de la humanidad. Una frase que quizá debamos asumir no como un bonito legado (“ahí lo dejo”, dijo al pronunciarla, de forma premonitoria), sino como un claro encargo, como un firme compromiso.
Se echará de menos su encanto natural, su aire moderno, vanguardista al tiempo que ilustrado y alejado de todo esnobismo.
Mi pésame a su familia, a sus amigos, sus innumerables amigas, a los compañeros y compañeras de todo el Estado y en particular a los de Valencia, su tierra. Yo sólo coincidí con ella en algún acto, algún seminario del partido. Pero sé lo muy afectadas que deben estar algunas amigas comunes a las que les mando de manera especial mi cariño.
Que la tierra te sea leve compañera. Te recordaré con esa perenne sonrisa.
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