ESTE PAÍS ES ASÍ, DE POR SÍ, Y SI ENCIMA, A LOS QUE ESTABAN ESPERANDO LA OCASIÓN, SE LA PONEN COMO SI INIESTA TE LA DEJASE NADA MÁS QUE PARA EMPUJARLA…por Fernando Martínez Vidal
Es verdad que choca un poco la historia de Pablo Iglesias e Irene Montero con su morrocotudo chalet en no sé qué chachipiruli urbanización de no sé qué cojonudo pueblo de Madrid. Partamos de la base de que cada uno con su dinero, si lo ha ganado honestamente, hace lo que le da la gana. (Yo, si pudiera, me tomaría un semestre sabático, me iría a los EEUU, me compraría un Chevrolet de decimoquinta mano y haría la Route 66, well it winds from Chicago to L.A., more than two thousand miles all the way, parándome en cada poblacho que cruzase en busca del antro donde escuchar el mejor blues, el mejor country o el mejor folk del lugar). Pero claro, tanto dar la vara con que son adalides de un estilo austero de vida, tanto jactarse de practicar hábitos como los de “la gente corriente” y no como los de “la casta”; tanto insistir en que ellos en definitiva “son la gente”, es normal que muchos, y no sólo extraños, también propios (Kichi González, el alcalde gaditano, sin ir más lejos), hayan aprovechado la oportunidad para arrearle de lo lindo a la icónica pareja. Este país es así, de por sí, y si encima, a los que estaban esperando la ocasión, se la ponen como si Iniesta te la dejase nada más que para empujarla… pues eso.
Pero fijaos que he empezado diciendo que la historia choca “un poco”. Ya está. Ya vale. Ver que esto lleva tres o cuatro días ocupando ríos de tinta, minutos de (des)información y horas de pseudotertulias (animo a Luis Piedrahita a que, si no lo tiene aún, busque un palabro que identifique esas tertulias basura), vuelve a dar la medida de cómo nos gusta en esta España nuestra enredarnos en tonterías, en asuntos secundarios; de lo fácil que resulta que nos mantengan entretenidos con cosas menores para que así no nos acordemos de la mentira de la recuperación económica, que no puede llamarse tal mientras persista esta extrema precariedad laboral, de la repugnante manipulación informativa en TVE (ya nos están llamando la atención desde la UE también por esto), de la regresión democrática que lleva a raperos a la cárcel o que secuestra libros porque incomodan al partido del gobierno, de la incesante tragedia del terrorismo machista, del genocidio que Israel lleva a cabo en Gaza sin que eso que llamamos la comunidad internacional se cosque, o del peligro público que supone para la estabilidad del planeta que Donald Trump siga presidiendo los Estados Unidos de Norteamérica.
Eso, por no hablar de cómo a algunos se les permite mear en lata sin que suene mientras que el repicar del pipí de otros en la lana nos resulta audible a kms. de distancia. Messi o Ronaldo, esos ídolos futbolísticos que unos u otros veneramos, deben tener unos casoplones de aúpa. Unos cuantos cada uno, digo. Los dos, tan aparentemente distintos tanto en lo deportivo como en otros aspectos de la vida, tienen en común no obstante, además del dineral indecente que ganan jugando al fútbol, unos considerables líos con la Hacienda pública y a consecuencia de ello, con la justicia. Nadie ha puesto en duda que los ingresos de Iglesias y Montero provengan de fuentes honradas, en tanto que derivados de su actividad política, docente, etc. Pero ahí están sus rostros en las portadas de algunos periódicos, abriendo algún noticiario y con el asunto siendo trending topic en las redes varios días. El hecho de que Cristiano Ronaldo, juzgado como digo por presunto delito fiscal (Messi ya fue condenado por lo mismo), haya adquirido, según algunas informaciones, el edificio de la Casa del Libro en la Gran Vía de Madrid para destinarlo a hotel de lujo (cruel metáfora, por cutre y hortera), ha pasado poco menos que desapercibido, en el mejor de los casos. Nadie se atreve a buscar siquiera una mínima relación entre ambas circunstancias. Es Ronaldo, coño.
Y así nos va. Esto es España, queridos, ¿qué os creíais?
Magnifico articulo Sr. Martinez. Desgraciadamente, como usted apunta, esto es España. La que hemos heredado, y la que nos ha formado. Y así nos va. Así que no espere usted muchas reacciones. Pero por si le sirve, cuente con la mía.