ESTE ARTICULO SOBRE LA FERIA DE SEVILLA, FUE EL QUE ESCRIBIÓ EL ECIJANO BENITO MAS Y PRAT EN ABRIL DE 1886 Y QUE APARECIO PUBLICADO EN LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA DEL DIA 22 DE ABRIL DE DICHO AÑO por Ramón Freire
Abril 2019
Ramón Freire Gálvez
Varios fueron los artículos que, sobre la feria de Sevilla, dejó para la posteridad el ecijano Mas y Prat. De su lectura pausada y detallada, observamos cual bien conocedor era, al igual que de otras tradiciones sevillanas, de la famosa feria de abril hispalense, aunque este año de 2019 se celebre dentro del mes de Mayo, de ello la oportunidad de darlo a conocer en antes de que llegue dicho mes.
Es interesante, como cada año, cuando escribía sobre dicha feria, lo hacía de diferente manera y nunca se repite. Este que ahora le traslado, como al principio hago constar, se trata de lo escrito por Mas y Prat en Abril de 1886 y que, textualmente, decía así:
“DE FERIA. (Sevilla 1886)
Al amanecer. De feria. ¡A los toros! Las Casillas. Buñuelos.
Caballitos y muñecos.
AL AMANECER
Al amanecer comienzan los feriantes a tomar por asalto el extenso prado de San Sebastián. No hay espectáculo más curioso que el de verlos llegar al emplazamiento de la ganadería, situado al extremo opuesto de las casillas, hacia el famoso barrio de San Bernardo.
Cuando el sol toca al lábaro de bronce del angelote de la Giralda y va dejando sus gasas de oro sobre las azoteas de la ciudad, jinetes, carromateros y peatones se esparcen por aquella parte del prado, levantando ese sordo alboroto del que son notas dominantes el tintín de la esquila, el runrún del cencerro, el rebuzno del asno, el mugido del buey y el balido de la oveja; no parece sino que un campamento galo o germano, con su cortejo de chiquillos, mujeres y animales domésticos, se acerca a la antigua Híspalis y se posesiona de sus alrededores.
La luz del día esclarece poco a poco la confusa masa de los recién llegados, y se acentúan y separan los contornos borrosos con el primer rayo de sol. Entonces aparecen el cambalachero, montado en su rucio matalón y llevando del diestro tres o cuatro borriquillos; el esquilador de tez morena y revuelta patilla, al que sirven de distintivo las enormes cachas atravesadas en la faja; el corredor de cuatropeas, relacionado con los ganaderos y marchantes y presto a todo género de encargos dificultosos; el airoso picador sevillano, que monta en estos días soberbios corceles para dar el vistazo, y los negociantes y labradores de los pueblos próximos, con sus trajes pintorescos y variados, acampando acá y allá y con esperanzas de pronta feria.
El ganadero puede pasar revista sin gran trabajo a la riqueza pecuaria de la Bética y a las renombradas castas andaluzas. Los potros, yeguas y caballos domados del Saltillo, Vázquez, Ibarra, Miura, Concha y Sierra, Arribas y Benjumea, de Sevilla; Cuadra, Solís y Ríos, de Utrera; Corbacho y Romero, de Montellano: Candan, de Coronil; Moruve, de los Palacios; Delgado y Surga, de las Cabezas; Halcón, de Lebrija; Romero, Guerrero y Primo de Rivera, de Jerez de la Frontera; Hidalgo, de Medina Sidonia, y Castrillón, de Vejer, figuran en primera línea como representantes de la raza caballar española; en el ganado vacuno de labor brillan las marcas propias del Vizconde de Dos-Fuentes y Cobos, de Peñaflor; Saltillo, Miura, Moruve, Concha y Sierra, Núñez de Prado, Ibarra y Lafite, representan la tradición de las ganaderías bravas que llenan los carteles tauromáquicos de nuestro tiempo; en el ganado lanar y de cerda, Pablo Romero, Benjumea y Vázquez, de Sevilla, dan un notable y valioso contingente.
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★FERIA DE SEVILLA, DE 1886, DE BENITO MAS Y PRAT por Ramón Freire
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