EL TELECLUB DE ÉCIJA por Juan Méndez Varo
Allá por los años sesenta del siglo XX, un grupo de jóvenes ecijanos acordó agruparse en torno a un centro cultural donde poder dar rienda suelta a sus inquietudes. Unas de las alternativas, por aquellos tiempos, eran los teleclubs que, auspiciados por el Ministerio de Información y Turismo, poblaron el territorio español. Fue tal el éxito de estos centros culturales que el vecino pueblo de Cañada Rosal incluso tiene una calle con el rótulo Teleclub, testimoniando así su gran labor.
El primer objetivo de aquel grupo de jóvenes fue contar con un local y lo lograron gracias a las gestiones llevadas a cabo por el párroco de Santa María don Esteban Santos Peña. Se trataba de unas dependencias contiguas nada menos que a un templo parroquial, a las antiguas instalaciones de Falange Española y al edificio del Juzgado de Primera Instancia. No importó que el inmueble estuviera en estado ruinoso o que careciera de corriente eléctrica y de agua. Todo era cuestión de ilusión y de trabajo altruista; lo demás ya llegaría. Cuando los jóvenes finalizaban sus estudios o sus respectivas tareas laborales se constituían en un perfecto equipo de trabajo, capaces de transformar las ruinas del edificio en un centro cultural. Se consiguió del Ministerio de Información y Turismo el reconocimiento oficial del Teleclub y también recibieron un televisor en blanco y negro y una biblioteca básica, cuya entrega se efectuó en un acto celebrado en un edificio de la Plaza del Duque, en Sevilla.
El Teleclub de Écija comenzó su andadura en 1962, como recuerda uno de sus presidentes, Rafael Armenta, en “una sala de diez metros cuadrados, con un cajón de cerveza que servía de mesa y unos ladrillos de improvisadas sillas, pero en torno a los cuales estaban las ilusiones y proyectos de un puñado de jóvenes TM. En la puerta de dicha sala, un letrero escrito en un trozo de cartón rezaba «TELECLUB DE ÉCIJA, inscrito en la Red Nacional con el número 3322». Se designó la figura del monitor, que recayó en el joven coadjutor de San Gil, Antonio Pérez Daza. Durante su gestión, tuvieron un indudable éxito los cineforums. Las películas se proyectaban en el fresco y agradable patio del Teleclub, con un proyector marca Marín, con películas que suministraba la distribuidora San Pablo Film de Sevilla. Los debates y conclusiones que allí surgieron fueron muy interesantes.
El centro cultural llegó a tener su propio medio escrito DRAGO, Organo informativo del Teleclub de Écija, que se editaba como espacio abierto para el diálogo y que se imprimía mediante una multicopista en el archivo de la Iglesia de San Juan. También contó con un grupo de teatro propio llamado Jarapo y con una obra escrita por uno de sus miembros, “El Perro del Hortelano”, relato directo, sencillo, interesante y popular. Los jóvenes actores del club, que actuaban con espontaneidad y sencillez, cosecharon un gran éxito no sólo en Écija, sino en otras poblaciones. Tener un medio escrito y un grupo de teatro no era fácil, dados los tiempos que corrían. Baste decir que había que comunicar a la guardia municipal la convocatoria de asambleas y reuniones, y que era preceptiva la entrega de un ejemplar de los folletos publicitarios en el puesto de guardia de los municipales, aunque estuvieran destinados a la difusión cultural. Además, había que conservar un ejemplar sellado en la secretaría del Teleclub.
Famosos fueron los bailes dominicales con conjuntos en vivo. Para su mejor desarrollo, la Junta Directiva distribuía, por riguroso orden, los puestos de responsabilidad: control de entradas y teclado de cambio de luces para el conjunto (nada de últimas tecnologías: una simple tabla con pulsadores de timbres manuales servía para los cambios de luces y nada fácil, pues se dormían los dedos del encargado y había que reemplazarlo). Sólo uno de los cometidos no se sometía al reparto de responsabilidades entre los socios y recaía siempre sobre Antonio León. Su misión consistía en ir al Molino Batanejo con un carrillo de la Churreta y recoger las barras de hielo para abastecer la nevera del pequeño bar. Aquellos tiempos de carencias se sobrellevaban gracias a la imaginación. No había dinero para comprar Coca-Cola, se rellenaba una botella con agua y citrato, se batía y batía… ¡y ahí surgía el refresco: la chispa de la vida! El aguardiente, que era otra bebida popular por aquellas fechas, se suplía con agua y bolitas de anís. En algunas ocasiones extraordinarias se pasaba el pañuelo para reunir algunas pesetas y comprar el vermú Martini, que, junto con sifones de Pablito Riego, daban como resultado la fiesta de la locura.
Entre los grupos musicales ecijanos que surgieron por aquel entonces y que actuaron en el Teleclub destacaron Dakota, integrado por Antonio Chía (punteo), Jesús Chía Rodríguez (vocalista y guitarra rítmica), Antonio Sogel del Cid (batería) y Juan Martín Navarrete (bajo). Este grupo gozó de gran aceptación por parte de la juventud ecijana, Scouting, formado por Emilio Martín Guisado, Eduardo Hidalgo Romero, José Fuentes, Manolo Vargas y José Carmona. Estos grupos tanto como Los Piratas y Los Trampas, y los conjuntos de sevillanas Los Astigitanos y Los Del Valle, animaron las noches del Teleclub.
La siguiente foto corresponde a una Exposición de Novales que tuvo lugar y fue inaugurada por el poeta Manolo Mora, el Rvdo. Antonio Pérez Daza y el alcalde Joaquín de Soto.
Artículo publicado en la Revista Écija en Feria, en su edición de 2013
Autor: Juan Méndez Varo. Socio Fundador del Teleclub de Écija
Acceso a la web oficial de Écija en Feria: ÉCIJA EN FERIA
Querido Amigo Juan:
Gracias por retrotraernos a estas épocas de inacabables carencias, pero de tantísimas ilusiones (¡y a cuánta gente buena me has rescatado de la memoria con tu artículo!…)
Gracias.
Yo vivir esas vivencia y fuero jenial es allí empese a tener unas relaciones con chicas de mi edad
Gracias Juan, por traernos estos recuerdos tan entrañables.Por ti y otros como tú,gracias a Dios podemos rememorar sentimientos aletargados a lo largo de nuestra vida.GRACIAS con mayusculas,.Un abrazo.