Écija – El Portal Temático Cultural

Fco. Fernández-Pro

Reconozco que salté como un muelle en mi butaca; y que lo hice por un doble motivo: por el gol que nos daba la victoria y porque el autor fue Piqué y yo, hacía mucho tiempo, que deseaba algo así para poder escribir este artículo.

Ya confesé alguna vez lo injustos que me parecían los pitos que se le dedicaban a Piqué cuando jugaba con la Selección. No sólo injustos porque no los merecía, sino porque patentizaban la injusticia que estamos cometiendo con los catalanes (con todos y cada uno de ellos, que eso es lo grave).

Piqué es uno de los mejores jugadores del Mundo y tenemos la suerte de tenerlo en nuestro Equipo Nacional. Cualquier Selección daría un Potosí por poder contar con él. Pero aquí hay una serie de descerebrados que se dedican a pitarle, simplemente, porque tiene sus ideas y ejerce su libertad de expresión. Sin embargo, cuando se trata de defender los colores de España, Piqué suda la camiseta y, encima, nos salva el culo con un remate de cabeza.

Piqué, que es un símbolo para muchos catalanes, también debería serlo para muchos españoles. Es un barcelonés, nacido en una familia burguesa, al que le gusta hablar en catalán, que fue destetado en la Masía y que, lógicamente –porque se lo debe todo- es forofo a morir de un Barza antológico.  Pero Piqué es algo más: también es un español que defiende los colores de nuestra Selección desde hace muchísimo tiempo, que se ha dejado el pellejo en los estadios de todo el Mundo, que nos ha evitado muchos disgustos y nos ha regalado incontables alegrías… y todo esto, me da pie para una reflexión:

¿No queremos comprender que hay una mayoría de catalanes que se sienten españoles, que han defendido su identidad en las condiciones más adversas, contra los adversarios más reaccionarios, con toda la impedimenta institucional y, encima, los demás españoles los rechazamos, simplemente por ser catalanes? ¿No nos damos cuenta de que, muchas veces, somos nosotros los que provocamos el desapego de los catalanes respecto al Estado y las demás comunidades, por el maltrato que estamos ejerciendo sobre ellos?

Desde hace años me niego a pasar los correos anticatalanistas que me llegan con indeseable frecuencia, compro el cava de Almendralejo porque me lo recomendó mi querido Amigo Diego Lamoneda (cónsul honorario él de su precioso pueblo), pero compro también el Freixenet, porque me parece rastrero aislar los productos de una Comunidad hermana en la que, además, durante tanto tiempo, tantos andaluces encontraron pan y acogimiento.

Confieso que la alegría del gol de Piqué, no sólo fue porque España ganaba el partido de fútbol sino porque, con él, al jugador se le reconocía la admiración que se le debe y, a través de la alegría que nos proporcionaba, todos nosotros ganábamos un poco en esta ecuanimidad tan necesaria.

Quizá, si despejáramos nuestros prejuicios y tratáramos a todos los catalanes con la fraternidad que se merecen (piensen como piensen, que para eso, nacieron libres), posiblemente muchos de ellos podrían sentirse menos agredidos y un poco más españoles.

Gracias Piqué, por este golazo que –alegrándonos a todos los españoles- le has marcado a la incomprensión de los injustos.

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