EL GANADOR DEL PRINCESA DE ASTURIAS DE LAS ARTES, SCORSESE, ADVIRTIÓ DE LOS PELIGROS QUE SE CIERNEN SOBRE EL CINE por Fernando Martínez Vidal
Pues sí. Martin Scorsese se llevó el Princesa de Asturias de las Artes. No sólo por su dilatada y notabilísima carrera, plagada de excelentes títulos y de más de una obra maestra -Taxi Driver, Uno de los Nuestros-, sino por su defensa de la cinematografía como arte, como concepto artístico de primer orden.
Scorsese advirtió en su discurso de los peligros que se ciernen sobre el cine y sobre el arte en general, debido a esta cultura de la inmediatez que se ha instalado entre nosotros, auspiciada entre otras cosas por un uso desviado, a veces adulterado, de las rrss.
Dijo Scorsese, defendiendo la atemporalidad del cine y citando no recuerdo a qué otro cineasta, que no hay película vieja; simplemente es que no la has visto. Grande.
A un republicano convencido como yo no le duele en prenda reconocer que los premios Princesa de Asturias quizá sean nuestro mejor escaparate al mundo como país, como sociedad. Son sello de excelencia, de humanismo, de tolerancia, y como no puedo expresarlo mejor que mi querido Javier García, remito a su muro a todo aquel que quiera leer un análisis brillante sobre la edición de ayer y sobre el significado genérico de estos galardones.
(Ah, el gran Marty, como sus amigos, entre ellos Mick Jagger, le llaman, es fan irredento de los Stones. Su música es habitual en sus películas y les rodó un documental-concierto, Shine a Light, estrenado en 2008).
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