EL ESTADO DE DERECHO Y LA INTOLERANCIA por Francisco J. Fernández-Pro
Fue a comienzo de los años cuarenta del pasado siglo, cuando un pastor luterano alemán, Martín Niemöler, escribió su poema titulado “Cuando los nazis vinieron” que, posteriormente –y durante muchos años- se le atribuyó a mi admirado Bertolt Brecht. Poema que, por relación de ideas, durante las últimas semanas, no ha dejado de visitar mi memoria. Sus versos, finalizaban diciendo:
“…cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata./ Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista./ Cuando vinieron a por los judíos, no pronuncié palabra, porque yo no era judío./ Cuando finalmente vinieron a por mí, no había nadie más que pudiera protestar.”
Pues bien, me parece absurdo que, a pesar de la Historia, todavía haya gente que no se entere de lo que significa un Estado de Derecho. Pero más increíble me parece que haya tantos españoles que oigan las voces de algunos trepas que practican la discordia, el agravio, la inquina y la sinrazón, sin siquiera pararse a pensar en lo que todo esto significa y la deriva a la que podemos estar condenándonos.
Un Estado de Derecho es el que nos permite pensar, decir y hacer lo que queremos, respetando el que todos los demás tienen a pensar, decir y actuar según sus propias convicciones. Por eso, en él no caben las exclusiones y, mucho menos las persecuciones o las agresiones físicas o psicológicas, por pensar, creer o actuar de distinta forma a los demás. Es así de fácil.
Lo dije en otras ocasiones: hemos de tener mucho cuidado porque la Historia está condenada a repetirse y, hoy en día hay gente entre nosotros, que si no son el reflejo vivo de los nazis antiguos, se les parecen demasiado.
Un hombre puede creer en Dios, en Alá, en Yahveh, en Poseidón o en Marta Sánchez, si le da la gana. Puede ser ateo o agnóstico, si quiere. Lo que nadie puede hacer es negarle a los demás el derecho a tener su propia Fe y a ejercerla con todas las garantías, porque esta tolerancia es el fundamento del Estado de Derecho y, por tanto, sus representantes -sin excepciones- deberían utilizar el poder de sus cargos para defender los derechos de TODOS y cada uno de los españoles, evitando agredir a los que piensen distinto, tengan otra fe o defiendan otros principios.
En consecuencia, todos los que violentan los derechos legítimos de los demás y, abusando de los poderes que les concede el propio Estado de Derecho, intentan relegarlos, excluirlos o eliminarlos, se están retratando. Así pasó con el fascismo, el nazismo, el comunismo,…
Los extremismos indeseables se ven venir desde lejos. Su intolerancia con los diferentes los desenmascaran: son sus señas de Identidad.
Tomemos nota del los terribles versos de Niemöler y ojalá que siempre nos queden fuerzas para poder protestar.
Yo también creía hasta ahora que el poema citado era obra de Bertolt Brecht.
Dice Usted..”Un Estado de Derecho es el que nos permite pensar, decir y hacer lo que queremos, respetando el que todos los demás tienen a pensar, decir y actuar según sus propias convicciones. Por eso, en él no caben las exclusiones y, mucho menos las persecuciones o las agresiones físicas o psicológicas, por pensar, creer o actuar de distinta forma a los demás.”
Yo añadiría, ” con el único límite del respeto a la Ley” Le pondré dos ejemplos; ¿Puede un simpatizante de ETA, haciendo uso de su libertad de pensamiento,y de su derecho de opinión , dar una conferencia en un foro publico, ensalzando la lucha armada y proclamando el heroísmo de los asesinos?
¿Se puede hacer proselitismo y lanzar soflamas contra la diversidad sexual de los niños en los colegios, fomentando el odio hacia los “diferentes? En ambos casos se esgrime el derecho a la libertad de expresión y se acusa a las autoridades, que haciendo uso de las leyes prohíben estas manifestaciones, de comportamientos antidemocráticos y hasta fascistoides. Todos sabemos que únicamente se fomenta odios y enfrentamientos innecesarios.
Como usted bien dice, los extremos indeseables se ven venir desde lejos.
Un saludo D. Francisco.
Estimado y añorado amigo, JUBILADO:
Le confieso que el artículo era un poco más largo. Precisamente lo que obvié fue lo que me pareció lógico que, precisamente, es lo que usted apunta.
Un Estado de Derecho se rige por Leyes que deben hacer valer esos derechos y, por tanto, son las que deben salvaguardar los límites del respeto y la tolerancia que se deben los ciudadanos entre sí y que, por supuesto, ha de determinar el punto justo donde la libertad que se concede puede llegar a atentar contra la Naturaleza misma de esos Derechos fundamentales.
EStoy con usted al ciento por cien.
Encantado de volverlo a ver.
Un abrazo enorme.