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EL DESTIERRO DE LOS POETAS por Francisco J. Fernández-Pro

EL DESTIERRO DE LOS POETAS por Francisco J. Fernández-Pro
marzo 02
18:01 2020
Fco. Fernández-Pro

Fco. Fernández-Pro

Vaya por delante que, desde hace un tiempo, vengo advirtiendo que todos estos disparates que estamos viviendo, me están condenando a una radicalización que no deseo y contra la que lucho, constantemente, pretendiendo la objetividad y tirando, para ello de análisis y reflexión. Por eso, hoy debo confesar el sabor agridulce y las muchas dudas que me asaltaron cuando, hace unos días se hizo pública la retirada, en el cementerio de Madrid, de un proyecto donde se recogían unos versos de Miguel Hernández.

Estos actos me parecen tan estúpidos, que no tengo más remedio que interiorizarlos para intentar comprenderlos o, al menos, diseccionarlos hasta encontrar en ellos un dato o una conclusión que me valga para asimilarlos. Por eso he dejado pasar algunos días -para evitar la visceralidad-, a fin de entrar en un asunto en el que -sí o sí- tengo que involucrarme.

Como ser humano pero, sobre todo, como aficionado a las letras (que nunca se acaban de aprender), me cuesta digerir el atentado contra unos versos. Por ello, en mi análisis, he procurado -de inicio- un desglose de lo que ocurre (llamémosle contexto o “componente historiográfico”):

1º. España está inmersa, desde hace unos años, en una estupidez que tiene entrada pero no salida: la (des)MEMORIA HISTÓRICA.

2º. Esta estupidez está provocando la división de los ciudadanos.

Cuando todo parecía pasado y las heridas se creían cicatrizadas, se decidió desenterrar lo enterrado (y no me refiero a Franco), para destruir la reconciliación y volver a resucitar las dos Españas… y yo, que sé que para construir es necesario el esfuerzo de todos, estoy harto de tantos mentecatos y tantos bandos.

3º. Con estos condicionantes, cuando en la Legislatura municipal anterior, Madrid era gobernada por los comunistas de Podemos, decidieron impulsar la (des)Memoria Histórica. Con ese propósito, aparte de retirar los rótulos del callejero que sonaban franquistas (muchos de los cuales ni siquiera tenían que ver con Franco), proyectaron un monumento en el Cementerio en homenaje, sólo, para los muertos en uno de los bandos, ignorando a los del bando contrario.

En dicho monumento aparecerían los nombres de las víctimas y unos versos que Miguel Hernández escribió cuando, militando en el Partido Comunista, era Comisario Político y escribía para enaltecer a los combatientes en las trincheras.

En este punto, hay que reflexionar sobre un hecho muy importante: Miguel Hernández fue, sin duda, uno de los grandes poetas españoles del siglo XX, igual que lo fueron José María Pemán, Gerardo Diego o Manuel Machado. Todos ellos decidieron posicionarse en un bando del conflicto (in)Civil.

Miguel se afilió al PCE en 1936 y, desde el año siguiente, fue comisario político militar y desarrolló su cargo muy activamente en los frentes de Teruel, Andalucía y Extremadura, llegando a viajar a la Unión Soviética como representante del Gobierno de la República. Actividades por las que, finalizada la guerra, fue condenado a la pena capital que, posteriormente, se le conmutó.

Como hemos dicho, Miguel Hernández, como muchos otros poetas, fue consciente de que la literatura -y, en especial, la poesía- podía desempeñar una función mediática en el frente. Tanto es así, que algunos poetas y escritores se convirtieron en verdaderos ideólogos de sus causas. En el bando republicano, junto a Miguel Hernández, poetas como Rafael Alberti, Emilio Prados, Pedro Garfias, Moreno Villa,… En el bando nacional, Dionisio Ridruejo, José María Pemán, Manuel Machado, Agustín de Foxá, Luis Rosales, Eugenio D’Ors, Gerardo Diego,… Aquellos, condenados al ostracismo durante años por la censura que implantó el franquismo en su época; y estos, reos del Olvido por la (des)Memoria Histórica a la que nos están condenado ahora.

En el caso concreto de los versos que recogía el proyecto retirado, Miguel Hernández los escribió en su poema “El herido”, publicado en “El hombre acecha”, selección de poemas de 1937 a 1939, en plena efervescencia bélica; y dicen así:

“Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.”

Si reflexionamos en profundidad, comprendemos que la barbarie está en reinicio, en este afán que algunos tienen por volver a la confrontación, a rememorar lo que ocurrió hace casi un siglo y que partió nuestra España en dos mitades. Si, con Franco, fue la censura de la tiranía; ahora es la ley de la (des)Memoria Histórica, la está provocando un nuevo estado de tiranía y, lo que es peor, una polarización que había desaparecido, unos agravios que ya no se sentían. Se están desenterrando unas diferencias que habían sido enterradas con muchísimo esfuerzo y generosidad. Ha sido esto -y ninguna otra cosa- lo que ha provocado la reacción del Ayuntamiento de Madrid, cuando su gobierno municipal ha cambiado de bando y de sensibilidad.

Más todo esto debería valernos y enseñarnos a recordar -y tener muy presente-, que el peor síntoma de los enfrentamientos entre los ciudadanos de una Sociedad aparece cuando, a falta de razones y argumentos, comenzamos a fusilar la Palabra.

 

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2 Comentarios

  1. JUBILADO
    JUBILADO marzo 02, 23:20

    Sr. Fernandez Pro; el objeto de mi comentario sobre su excelente artículo, no es entrar en el fondo del mismo, puesto que frente a su reconocida erudición,sobran argumentos. Pero si me gustaría incidir en un par de puntos. Primero, que lo que usted denomina Des- Memoria Historica, no es ninguna estupidez, sino una Ley (LEY 52/2007) del Ordenamiento Jurídico español, votada y consensuada por todos los grupos parlamentarios, en el Congreso de los Diputados. A no ser que llamemos estúpida a la que nos disgusta, y por tanto alentemos a su incumplimiento o pongamos en duda su legalidad.Lo de que sirve para dividir a los ciudadanos, debe ser una consideración personal.
    Y segundo, que al acto de quitar los versos de Miguel Hernandez ( y los nombres de los allí asesinados)al calificarlo también de estupidez, creo a mi modesta opinión que el adjetivo se queda mas bien corto. Y digo esto porque el Tribunal de Cuentas, piensa que podemos estar frente a un acto constitutivo de delito de malversación, por los que puede ser que pronto ponga los hechos en manos de la Fiscalia.
    A lo mejor, se puede alcanzar la ansiada objetividad, llamando a las cosas por su nombre.
    Aprovecho para enviarle un saludo desde la cuna de nuestro Genil.

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  2. Francisco Fernández-Pro
    Francisco Fernández-Pro marzo 05, 13:26

    Estimado amigo, aprendí hace años que una cosa es la Ley y otra, bien distinta, la Justicia. Que el Poder Legislativo dicte las leyes, no significa que todas las leyes sean buenas o justas o apropiadas al momento; máxime cuando, muchas veces, el Poder Legislativo está formado por seres humanos que, no sólo yerran sino que, a falta de doctorado, se los compran en el todoacién.
    Pues bien, creo que la Ley de la (des)Memoria Histórica, parte de una premisa errónea: que, en una guerra (in)civil, hay un bando que todo lo hace bien y otro que todo lo hace mal. La objetividad se pierde en cuanto surge el dogma del buenismo en uno solo de los bandos. Supongo que, precisamente, por eso, en su día, los verdaderos protagonistas del enfrentamiento, decidieron -en un gesto de generosidad sin precedentes- hacer borrón y cuenta nueva. No es que sea malo recodar nuestro pasado (o, mejor, el de nuestros padres), pero deberíamos hacerlo como ejercicio de aprendizaje, para no repetirlo y aprender -con ello- donde nos lleva el rencor, la discordia y la intolerancia… que es a lo que -la mayor parte de las veces- nos está llevando la aplicación de esta Ley (precisamente, de esto trata mi artículo).
    Por otra parte, estoy con usted en que la ansiada objetividad sólo la conseguiremos llamando a las cosas por su nombre, aunque no nos guste lo que oigamos o leamos. No olvidemos que el verdadero fascista es quien considera fascista a todo el que no comparte sus ideas.
    Un saludo muy cordial desde sus torres.

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