EL CONSUMO DE LO NECESARIO por Jesús Armesto
En un entorno, -en el que somos partícipes-, dominado por las múltiples aristas de la violencia, entiendo imprescindible el antídoto del ejemplo positivo.
Todo en nosotros se contagia, tenemos ese don los seres humanos, y es por ello que comparto abajo el pequeño ejemplo positivo de una familia que dejó de comprar objetos como leitmotiv de sus vidas. En su lugar, lo sustituyeron por experiencias, es decir, por dejar que la vida se llevara a cabo. Después de un año, todo se había transformado. La conexión.
Desde mi punto de vista, solo lo sencillo, lo pequeño, lo aparentemente insignificante puede ser guía para el camino que irremisiblemente debemos afrontar. El consumo de lo necesario.
Nuestro modelo actual de consumo ha alterado nuestra forma natural de vida, hasta el punto de habernos llevado a la peligrosa naturalidad de “comprar para ser”. Todo el sistema se ha preocupado de que nadie pudiera distraerse de ello, y para eso se han dispuesto las redes y los canales suficientes. La publicidad, las trampas del deseo, el espejismo de lo necesario. Todo un armamento de técnicas para controlar la voluntad ajena, ya sea desde la desinformación controlada, la homogeneización cultural, o el estricto control político.
Pero este sistema tiene un alto precio que incide en el equilibrio de la Naturaleza, del que no queda exento el ser humano. Este sistema de consumo exacerbado y completamente irracional, está destruyendo la Naturaleza y al mismo tiempo, algunos pilares básicos de la psicología y derechos fundamentales de las personas. Vivimos tiempos de Desconexión.
Nuestro mayor recurso como personas es estar Conectados. Conectados con nosotros mismos (eso puede conseguirse, por ejemplo, siguiendo el ejemplo positivo de esta familia), conectados con los demás, y conectados con la Naturaleza. Estos tres vectores de la Desconexión contemporánea, –personal(con uno mismo), interpersonal (con los demás) y natural (con la Naturaleza)-, definen el paisaje que estamos asumiendo desde una trabajada fantasía de la libertad. Este sistema basado en el consumo compulsivo y la materia, ha dispuesto mecanismos en los que las personas podamos experimentar la arbitrariedad necesaria que nuestro instinto natural precisa. Las redes sociales son un ejemplo de ello. Aunque estas aparecieron al margen de cualquier planificación sistémica, con el tiempo se ha visto que son una excelente sustancia aceleradora, como herramienta y como medio, para el continuismo del sistema. En ellas, los mecanismos de control (publicidad, contenidos…) se expanden con facilidad, a la vez que crean en el individuo una fantasía de libertad. La persona puede opinar libremente, decir lo que le venga en gana, colgar la foto, noticia, video que desee… ¿acaso no es eso la libertad? No. Pero la sociedad se siente importante con su poder: la opinión pública. El sistema está cómodo con la Opinión pública. Tiene mecanismos suficientes para controlarla y conducirla según su conveniencia. Es más, la promueve y la alienta. Es perfectamente consciente de que la ‘Opinión pública’ es el mayor aliado contra la ‘Reflexión pública’. ¿Se imaginan ustedes una sociedad basada en la reflexión? ¿Imaginan qué le sucedería a este engranado sistema con una primacía de la “Reflexión pública”?
Cuando una persona comienza a explorar la conexión, la vida se le transforma delante de sí, en algo fácil y asequible, en la que los objetos, por ejemplo, vuelven a ocupar el lugar secundario que nunca debieron haber abandonado. Otra consecuencia positiva de este viaje hacia la conexión, es la reducción de los cada vez más numerosos agravios laborales. A veces, nos observo con incredulidad, por cómo hemos sido capaces de naturalizar formas modernas de esclavitud. Nuestro modo de vida actual es el combustible que alimenta estos abusos personales, que no solo se producen en los países menos desarrollados, a través de la producción masiva de objetos innecesarios para una población mundial ávida de ellos, sino también en los mismos países donde se realiza la distribución de esos productos, en los que miles de personas hipotecan sus vidas en trabajos que no desean y pasiones que ocultan, a cambio de que la rueda siga girando. Preferiría llamarlo la dictadura de la recompensa material… que no olvidemos, es absolutamente demolible.
Que construyamos otro mundo es necesario y posible. Cada personaposeemos un poder transformador innato con el que creamos nuestras vidas y nuestros entornos. Durante siglos hemos creído que no podemos hacer nada por dirigir el rumbo de nuestras existencias, pero ahora somos capaces de comprender que no es así, y que en gran parte, tenemos la capacidad de que nuestro barco acabe realizando un trayecto bastante parecido al que íntimamente deseamos. En nuestra mano está que rediseñemos las prioridades para que nuestras vidas respondan a nuestras necesidades reales y no a las inducidas o generadas.
Me consta que no es fácil, sobre todo porque el sistema consumista se ha ocupado de dominar casi completamente la distribución y su red de reclamos. Pero es posible y realizable en muy corto plazo.
Al menos, es necesario que nos planteemos si deseamos convertir nuestro paso por la vida en una experiencia alejada de la inercia y próxima a la vida. La conexión.
El enlace del ejemplo positivo es este:
http://www.labioguia.com/notas/esta-familia-no-compro-nada-en-un-ano-y-sus-hijos-no-lo-notaron
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