Écija – El Portal Temático Cultural

Fco. Fernández-Pro

Esta mañana, al hilo del IV Centenario que ahora se cumple de la muerte de Don Miguel de Cervantes, oí comentar a Sánchez Dragó que, según un estudio reciente, sólo un 7% de los españoles ha leído el Quijote o, al menos, lo ha leído con el provecho que supone leerlo por placer.

Me entristeció esta información. Me vino a la memoria no sólo su IV Centenario, sino la estrecha relación que Cervantes tuvo con nuestra ciudad y el enorme valor de una novela que, no sólo he leído y releído, sino que me llevó ha realizar en tres ocasiones el viaje por las Rutas del Quijote (tal es la admiración que siento por ella)

No he podido ni he querido pasar del asunto o hacerlo de puntillas, porque si Cervantes es uno de los más grandes escritores de la Literatura Universal de todos los tiempos, “Don Quijote de la Mancha” es, quizá, la novela más influyente en el pensamiento contemporáneo y, desde luego, la más traducida y editada, tras la Biblia,… a pesar de que sólo el 7% de los españoles la hayamos leído por el placer de leerla.

Pues bien, no me quiero privar de reivindicarla y, para ello, qué mejor -ahora, que estamos presenciando el esperpento político que nos regalan desde todos los ámbitos del poder, dejando en evidencia a tanto mangante, a tanto ignorante y a tanto trepa- que recordar la lección magistral que Don Quijote le da a Sancho Panza para el gobierno de su ínsula. Sin lugar a dudas, un canon –o puro catón- para los jueces y los políticos, que siempre podemos considerar vigente. Aconseja Don Quijote a su escudero:

“… has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, (…..……………)

“Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linajey no te desprecies de decir que vienes de labradores, porque viendo que no te corres, ninguno se pondrá a correrte, y préciate más de ser humilde virtuoso que pecador soberbio (…………) No hay para qué tener envidia a los que tienen padres y abuelos príncipes y señores, porque la sangre se hereda y la virtud se aquista y la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.

“Si trajeres a tu mujer contigo (……) no la tomes tal que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, porque en verdad te digo que de todo aquello que la mujer del juez recibiere ha de dar cuenta el marido (………………..)

 “Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre. (……………) Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia.

“Cuando te sucediere juzgar algún pleito de alguno de tus enemigos, aparta tu injuria y ponte en la verdad del caso.

“No te ciegue la pasión propia en la causa ajena, que los yerros que en ella hicieres las más veces serán sin remedio, y será a costa de tu crédito…………

“Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.

“Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.

“…anda despacio; habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo, que toda afectación es mala^. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto ni cumple palabra.

“Sea moderado tu sueño, que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte que la diligencia es madre de la buena ventura y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo…”
Visto lo visto, me da en las narices que la mayor parte de nuestros políticos no están en ese 7% de españoles que ha leído el Quijote con provecho, porque mucho me temo que este olor a poder y faltriquera que nos invade, se debe más al exceso de la ignorancia que al de las letras.

Ojalá que la mayoría de los que nos gobiernan supieran y se contagiaran de la justa locura de los alanceadores de molinos y los remediadores de entuertos; pero me temo que “Don Quijote de la Mancha” no cabalga por entre las estanterías de sus despachos.

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