EL ATENTADO A LA REINA ISABEL II Y LA GUIRNALDA POETICA, POR SU RESTABLECIMIENTO, QUE LE DEDICARON ALGUNOS POETAS ECIJANOS EN MARZO DE 1852 por Ramón Freire
Mayo 2016
Ramón Freire Gálvez
Nos dice la bibliografía que, el 2 de Febrero de 1852, el cura Martín Merino y Gómez, intentó acabar con la vida de la reina Isabel II, conocida por La Chata, clavándole un estilete en el costado, cuando esta se encontraba en palacio preparada para asistir a misa en la iglesia de Atocha, poco después de haber dado a luz a su primera hija.
La reina se recuperó en pocos días y el cura fue ejecutado tras un juicio rápido, en el que se dictaminó que había actuado en solitario y por iniciativa propia, llevándose a cabo la ejecución el 7 de Febrero del citado 1852.
Martín Merino y Gómez, había nacido en Arnedo el año de 1789, llamado el cura Merino o el apóstata, fue un religioso español y activista liberal, más conocido por haber llevado a cabo el intento de regicidio antes relatado.
Las crónicas del atentado, en líneas generales, dicen así: El lunes 2 de Febrero de 1852, mes y medio después de haber dado a luz a la infanta Isabel, la reina Isabel II se encontraba en el interior del Palacio Real, disponiéndose para acudir a la misa de parida en la iglesia de Atocha de Madrid. Merino, tras haber asistido a misa en la iglesia de San Juan aquella misma mañana, consiguió entrar en el edificio sin ser detenido por la guardia real, amparado en sus ropas talares.
Cuando ambos se encontraron en una de las galerías del palacio a las 13,15 horas, Merino extrajo de su sotana un estilete de hoja estrecha y calada, de una cuarta de longitud, comprado en el Rastro años antes y asestó a la reina una cuchillada en la parte anterior y superior del hipocondrio derecho, rozando el brazo del mismo lado y provocándole una herida de unos 15 milímetros de anchura; el golpe fue amortiguado por el recamado de oro del traje y por las ballenas del corsé de la reina. Inmediatamente tras el atentado, Merino fue detenido por los alabarderos de la Guardia Real, sin oponer resistencia; tras un primer interrogatorio en el que confesó haber actuado en solitario y tener intenciones de asesinar al presidente Ramón María Narváez o a la regente María Cristina de Bordón-Dos Sicilias, esa misma noche fue conducido a la 2 cárcel del Saladero. La reina fue trasladada a sus habitaciones, donde sufrió un desvanecimiento de unos 15 minutos. En principio se albergó la sospecha de que el cuchillo estuviera envenenado, pero los médicos que hicieron el primer examen (Juan Francisco Sánchez, Juan Drument y Antonio Solis) descartaron esta posibilidad.
En la tarde del día 3 de febrero se celebró el juicio con la ausencia de Merino, que declinó hallarse presente. Ante el juez Pedro Nolasco Aurioles, el fiscal Villar y Salcedo presentó la acusación de regicidio con premeditación, con la asistencia del procurador Pascasio Lorrio, el abogado designado de oficio para defender a Merino, Julián Urquiola, intentó hacer valer la tesis de enajenación mental y declarar irresponsable al acusado, pero los médicos de la cárcel dictaminaron que el reo se encontraba en su sano juicio. Ese mismo día el tribunal sentenció a Merino a morir en garrote y al pago de las costas del juicio; el reo debería ser conducido al patíbulo con una hopa y birretes amarillos con manchas encarnadas, vestimenta reservada a los regicidas y parricidas, según lo establecido en el código penal vigente. Martín Merino sería el primer condenado en vestir este traje. El día 5 la audiencia de Madrid confirmó la sentencia.
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EL ATENTADO A LA REINA ISABEL II Y LA GUIRNALDA POETICA
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