DESDE UN CORAZÓN CHUNGO…por Francisco J. Fernández-Pro
Corazón. Curioso concepto. Dejé de utilizarlo para mis poemas cuando, estudiando la Biología de COU, me di cuenta de lo que era un pericardio, un endocardio, un miocardio, una válvula aurículoventricular,… un corazón, en fín. Entonces, escribí un poema que comenzaba diciendo:
“No habléis del corazón, que es sólo víscera,
que solamente es sangre encapsulada,
latiendo, siempre con el mismo ritmo,
sintiendo sin sentir,… pues no es el alma.”
Desde entonces y, durante años, mis letras se sintieron lejos de sus latidos: algo así como cardioescépticas. A fin de cuentas –pensaba yo-, el pensamiento y el alma (el Espíritu), constituyen el verdadero valor del ser humano, porque el corazón no es más que átomos, células y materia.
Es cierto que, en los últimos años y, sobre todo, cara a la galería –por eso de que la poesía ha de ser popular y entendible- acudí de vez en cuando a su refugio (un refugio, además, muy generoso para la rima, porque en este campo, “corazón”, es una palabra aguda con un montón de oportunidades), pero hete aquí, que el Destino siempre anda enseñándonos y, muchas veces, con palos de los de notemenees.
Hace pocos días sufrí un achaquillo y tuve que ir de aquí para allá, entre sueros y analíticas, electrocardiogramas y radiografías, para ver en qué quedaba el asunto. Al final, la cardióloga dictó sentencia con voz grave y mirada severa: “A tu cardiopatía, ahora le tenemos que sumar esta arritmia con fibrilación auricular. Paco, tienes que aprender a pasar: no puedes dejar que le afecten tantas cosas a tu corazón”…
¡Joder!… –pensaba yo, mientras regresaba de Sevilla-, ahora resulta que el corazón no sólo era sangre encapsulada; y que es verdad que puede latir con otros ritmos, dependiendo de un suspiro; y que sí siente lo que nos pasa… y lo siente mucho.
Al hilo del pensamiento, recordé que un día que me dijeron que lo malo de los andaluces es que éramos unos exagerados; yo repliqué que el problema no era que exageráramos mucho las cosas, sino que las sentíamos exageradamente… y mi corazón, es andaluz hasta en el compás –ahora descalabrado- con el que toca las sístoles y las diástoles…
Por eso, ¿cómo puedo decirle a mi cardióloga que no puedo dejar de sentir como siento?… ¿cómo puedo explicarle que es imposible evitar que mi corazón se conmueva con el escalofrío de la noche o del verso, la caricia de los aromas nuestros, el calor que viene con la voz amiga,…? ¿Cómo puedo convencerla de que nací quijote y que mi corazón se arrebata con las tramas de los injustos, los modos de los soberbios, el acomodo de los dóciles, el mimetismo de los adocenados?… ¿Cómo puedo cerrarle el corazón a lo que viene?; ¿cómo puedo hacer que no sienta, estando vivo?; ¿Cómo puedo evitar que reaccione, si no me he muerto todavía?
Me equivoqué con el corazón. Lo reconozco: me equivoqué con mi corazón. Sí es Alma.
Un beso muy fuerte. Y ya sabes,cuidate!
Amigo Paco: Por decirlo pronto: Tu mejor artículo. Para guardarlo allá donde sea que se guarden las cosas bellas.
Gracias, amigo viajero:
No sé si decirte si fue o no, el mejor o el más espontáneo de los que escribí (porque todo me sale un poco al bote pronto)… pero sí te diré que fue una respuesta necesaria en un momento muy especial para mí. Gracias, pues, por tu empatía en la lectura surgida de un instante así.
¿Cuánto durarán tus sístoles y tus diástoles? ¿Cuánto durarán las mías? Si se acaban las tuyas antes que las mías, te echaré de menos. Igual ocurrirá si es al contrario. Pero, pase lo que pase: ¡lechuga!, que nos quiten lo bailao.
Tienes toda la razón, querido Hermano. Además, de lo bailado, ya me conformaría con haber tenido la fortuna de conocer gente como tú… Ese sí que es un lujo que la Vida nos regala a unos cuantos (o quizá lo que nos ofrezca sea la facultad de reconocer la excepcionalidad en la bondad de los hombres)
Un abrazo grande.
Un poco dramática la ilustración de su articulo. El grito de Munt, no se corresponde con su permanente estado de animo. De todos modos un aviso puede servir para corregir ciertas actitudes que conforman nuestro carácter, y que generalmente hacer resentir a tan formidable órgano.
Lo mejor; hacerse un poco egoista y disfrutar de lo que de verdad a uno le gusta. Ah.. y menos plato y mas zapato. Un cordial saludo desde Granada.
Señor Jubilado:
Magnífica observación la suya (y, aunque le confieso que estoy completamente de acuerdo con ella, también debo confesarle que, sin embargo, me encantó -como siempre- los motivos figurativos y las composiciones que realiza, mi admirado Juan Palomo)
Intentaré seguir sus sabios consejos, aunque lo malo es que lo que más me gusta es compartir una buena tertulia con los Amigos y eso… ya sabe usted: las cosas como deben ser (que no son, precisamente, como yo debiera… ¡¡jo!!)
Gracias por sus letras yuUn saludo muy, muy cordial, desde sus torres.