DE LOS AUTORES ECIJANOS Y EL MES DE LOS LIBROS por Francisco J. Fernández-Pro
Permítanme curarme en salud y vaya por delante (para no parecer un resabiado imbécil, que no lo soy, ni quiero parecerlo) que lo que escribo a continuación, lo escribo porque me duele este asunto lo suficiente como para dedicarle un ratito, pero que no me duele por mí, sino por lo que afecta a gente que admiro y he admirado. Por ello permítanme informarles, desde el principio, que si soy yo quien denuncia esta situación es, precisamente, porque el maltrato al que me voy a referir no me afecta personalmente.
No sé si, como dice la mayoría, es cosa de la envidia entre paisanos o, sencillamente, debemos atribuirlo a la dejadez de nuestros gobernantes o la ignorancia de sus asesores, pero cada vez resulta más patético y vergonzoso, este papelón de Madrastra-japuta-sin-alma, que un montón de inútiles o resabiados le hacen interpretar a una Écija –nuestra Écija- que, siendo Madre de sus hijos y Novia de los que no lo somos, siempre supo llenarnos el alma de cosas buenas y hermosas.
El pasado 25 de marzo colgaba un artículo en este blog con el título “MANUEL MARTÍN MARTÍN, CUESTIÓN DE JUSTICIA”. En él trasladaba un comentario que, sobre este maltrato, me dejó caer –con un cierto sabor amargo- tan insigne ecijano, tras uno de los muchos e importantes actos que nuestro Premio Nacional de Crítica Flamenca suele protagonizar allende de las murallas de Colón o de Puerta Cerrá (tirando para cualquier sitio de nuestra geografía o de la que no es ni nuestra…).
Por la misma fecha, mi querido Amigo, crítico y mentor, el Profesor Ceferino Aguilera Ochoa, ingresó en la Academia “Luis Vélez de Guevara” con un discurso magistral, al que se le hizo un inexplicable vacío informativo y en el que reivindicaba a todos los autores ecijanos de la última centuria; muchos de ellos absolutamente olvidados para la Memoria Colectiva. Ese día, yo elogié su iniciativa, pero tuve que hacer notar un hecho curioso: que tuviera que ser un hombre venido de tierras de Jaén, el que rescatara del olvido a tantos escritores que habían dedicado sus vidas y sus obras, a recoger el pulso, la pasión y la historia de nuestros antepasados.
Hace un par de semanas dialogué sobre lo mismo, con otro ilustre paisano del que nos deberíamos sentir profundamente orgullosos: el que fuera durante años Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, el Profesor Genaro Chic García que, con sus investigaciones, sus publicaciones y su predisposición, tanto y tan bien ha servido a Écija y a los ecijanos, siempre que tuvo ocasión para hacerlo.
Ayer, un grupo de amigos (entre los que se encontraban profesores, poetas, escritores, historiadores,…) volvíamos a referirnos a lo mismo, al entrar en el análisis sobre lo que ha ocurrido este año en Écija durante este mes de abril, el mes de los libros.
Una vez más, lo que nos pasa aquí es, cuando menos curioso (por no decir esperpéntico, increíble, desesperante o desesperanzador,…); y es que, de todas las iniciativas emprendidas alrededor del libro por la Administración Local (léase Delegación de Cultura y/o Educación), no hubo ninguna que contara con el protagonismo de los autores ecijanos. Hecho éste que, sin duda, le ha dado mucha más relevancia a algunas iniciativas, como las de Amigos de Écija, las EE PP de la SAFA, el I.E.S. “Nicolás Copérnico”, la Asociación de Mujeres “Zulaija” o el Grupo de Liberías “Serrano Calderón”, que no dejan de apostar por lo nuestro.
Hubo y hay autores en Écija -que escribieron de Écija, por Écija y desde Écija- que, cuando menos, tuvieron y tienen la talla suficiente para poder ser considerados por nuestras Instituciones Culturales y reconocidos por nuestra Memoria Colectiva; y esa labor de rescate y de reconocimiento debe iniciarse ya, aprovechando -¿por qué no?- el tipo de actividades que se celebraron durante estos días, para darle a conocer a nuestros paisanos las obras de estos ecijanos, muchas veces surgidas de una idéntica pulsión o inspiradas en una misma Historia y en una tierra compartida.
Además creo que, cuando existe un abanico de autores de tanta variedad y con tanta calidad, esta labor de rescate y de reconocimiento, debería convertirse para nuestro Ayuntamiento en una obligación prioritaria, porque no es de justicia que algunos de estos autores que fueron y que son (Joaquín, Curro, Juan Manuel, Paca, Vicente, Genaro, Rosario, Fernando, Manolo y Manuel, Tomás y Tomás, Marcelino, Carmen,…) sigan enmudecidos por la impotencia o alegrándole el oído y el espíritu a otra gente con más suerte que nuestros paisanos, allende de estas murallas de Colón o Puerta Cerrá, a las que aman y defienden siempre, desde los inexpugnables –pero muy agredidos- torreones de la Razón y la Palabra.
Écija, esta novia mía a la que tanto amo desde que tengo uso de razón, no es esa Madrastra-japuta-sin-alma que algunos temen. Yo prefiero pensar que esta injusticia se debe a la ignorancia o a la malafollá de los poquitos que asesoran a esta gente que nos gobiernan y que, muchas veces, no parece otra cosa como que andan de gira por Babia.
Se puede decir más alto pero no más claro. Magnífico artículo, como siempre. Felicidades, Paco.
Mi querido y admirado Paco: Te felicito no por la cita, que a estas alturas no me alimenta el ego, pero sí por dar en la diana de cuestiones relevantes por axiomáticas. La primera, que aciertas cuando dejas entrever que donde no hay justicia es porque no hay razón. Y la segunda por apuntar a la impasible memoria histórica: no hay nada más cruel para un ecijano que sentirse extranjero en su tierra.
Con todo, Écija está muy por encima de quienes se delatan con sus hechos, actuaciones que yo no llamaría ignotas, sino necias. Lo grave es que nuestros garantes no parecer saber que la ignorancia es fácil de superar, pero la estupidez es para toda la visa.
Un fuerte abrazo, compañero.
Querido Manuel, ¡qué bien lo dices!… “La estupidez es para toda la visa” (me parece una verdad antológica…)
Un inmenso abrazo desde nuestras torres: que éstas sí que nunca nos fallan (fíjate que hasta se aguantan en pie, sin visa ni nada… y a pesar de nosotros)
Entiendo que la Historia es y debe ser una ciencia y propuse para ella unos principios teóricos que, por primera vez, se publicaron en Écija gracias a la labor de Manuel Mora hijo. Y como no hay ciencia ni de derechas ni de izquierdas, ni moral ni inmoral, sino que estas calificaciones sólo corresponden a la aplicación que de la misma se haga, llegué hace tiempo a la conclusión de que el rechazo moral de unas investigaciones está, en mi caso al menos, en el origen del desdén que unas élites locales que no comulgan con mi concepción moral han desplegado contra una investigación que, por toro lado, no han querido discutir. La razón es sólo un medio al servicio de la emoción, pero, que yo sepa al menos, no hay cultura posible sin intervención de la razón. A no ser que se entienda -como se suele hacer- “cultura” como exposición de las bellas artes y los espectáculos solamente. La amplitud de su cultura es lo que distingue a los humanos de los otros animales y empapa toda su vida social. De ahí que me parezca absurdo que haya cargos públicos que se encarguen de la parcela que llaman “Cultura”, pues tan cultura es la agri-cultura como la guerra organizada más allá de la simple pelea animal. Tal vez, pienso, ahí está el fallo: en establecer pontífices para la cultura. Gracias, amigo Paco, por sacar el tema.
Querido Amigo y Maestro:
Sabes sobradamente de mi admiración y reconocimiento hacia tu trabajo, pero también de lo que aprendo tanto de tus comentarios sobre mis artículos, como de tus disquisiciones…
Por supuesto, estoy completamente de acuerdo en que la razón debe primar sobre cualquier otro condicionante a la hora de emprender o abordar cualquier proyecto o asunto; quizá, por eso, en estos artículos lo que hago es intentar el análisis sobre datos y razonamientos lógicos.
Me reitero, una vez más -y porque me gusta aprovechar cualquier ocasión- para reivindicarte como uno de los ecijanos de los que debemos sentirnos orgullosos.
Un abrazo.
Querido Paco:
No conozco mucho del tema del que hablas en este artículo, pero si extrapolas al resto de las ciudades y de representantes de la cultura recordarás un dicho que viene muy a cuento, “nadie es profeta en su tierra”, pero si además tienes en cuenta algo que oí hace unos días en la radio a una escritora que acaba de publicar y estaba en la feria del libro, que no había firmado muchos ejemplares porque a la misma hora firmaba el suyo Belen Esteban, se entiende bien de lo que hablas….
Esperemos que esto cambien alguna vez en España, aunque sea dentro de algunos siglos porque para bien de nuestro cultura e historia en ese momento se valorará vuestro trabajo. En eso nos ganan los catalanes, que no solo valoran lo que es realmente suyo, sino que reivindican como suyo todo lo bueno que hay en la historia de España, a ver si aprendemos de ellos los andaluces, si no dentro de poco Velazquez, Murillo, Falla y hasta Adriano o Seneca serán catalanes.
Querida Amiga:
Gracias por tu comentario y por incluirme entre los que trabajan por algo que merecerá ser recordado… pero te aseguro que no me importa tanto ese reconocimiento, como que se produzca la concienciación de nuestra gente sin tener que esperar tanto tiempo… y precisamente de eso se trataba este artículo: de la obligación que tienen los responsables de la Administración Pública de ocuparse y preocuparse por el fomento y el impulso de los autores que siguen enmudecidos por falta de apoyo y que muchísimas veces lo merecen.
Por supuesto, esa labor debe desarrollarla cada administración desde sus responsabilidades y su área de influencia e intentar cambiar, con ello, la tristísima tendencia que observamos de semianalfabetismo grosero y chabacano que, por momentos, parece plaga… que, como bien dices -por desgracia-, en esta España nuestra de la Salsarosa y la Pandereta, mientras escritores, investigadores y autores valiosísimos se mueren de asco en la inopia o el limbo, para autores como Belén Esteban hay distribuidores y “lectores” a manojitos.
De pena, querida Amiga, de pena…