“CELOSIAS, CIERROS Y CANCELAS”, TÍTULO DEL ARTÍCULO ESCRITO POR EL ECIJANO BENITO MAS Y PRAT, QUE FUE PUBLICADO EN LA ILUSTRACION ESPAÑOLA Y AMERICANA, DEL DÍA 14 DE DICIEMBRE DE 1882 por Ramón Freire
Noviembre 2018
Ramón Freire Gálvez
De la calidad literaria del ecijano Benito Mas y Prat no queda lugar para duda alguna, después de haber reproducido y leído detenidamente, todos y cada uno de los artículos que escribió en el siglo XIX y que fueron publicados, sobre todo, en La Ilustración Artística de Barcelona y en La Ilustración Española y Americana de Madrid.
Su catalogación por la crítica, de autor costumbrista, aparte de sus dotes poéticas y prosista, nos dejaron huellas de ser un vasto conocedor de las costumbres andalucistas, siendo el presente artículo, una muestra más de ello.
“CELOSIAS, CIERROS Y CANCELAS”
Las habitaciones andaluzas dejarían de estar en armonía con su cielo y con sus moradores si no tuvieran celosías, cierros y cancelas.
os alarifes árabes y los maestros de Edad Media olvidaron la tradición oriental al contemplar nuestro horizonte, tan rico en luz y en matices, y, sin despreciar la claraboya
romana, ni la elegante ventana griega, sembraron nuestros edificios de primorosas ojivas y delicados ajimeces.
Sólo en los barrios verdaderamente africanos, donde se albergó la decadente raza morisca y labró la hebrea sus nidos estrechos y oscuros como los de las aves de paso, se vieron esos muros ciegos y blanqueados que aun hoy llaman la atención de los viajeros en Ceylán y Palestina, y de los cuales conservamos ejemplares raros en las casucas del Zacatín de Toledo ó del Albaicín de Granada.
Sin embargo, no por esto pudo la sultana andaluza presentarse á la luz del sol, como la dama del Norte, ni servirse de sus miradores para hacer gala de la riqueza de sus trajes ni de la esbeltez de sus formas; la celosía, traída con el ajimez, de Egipto, de Persia ó de la Mesopotamia, alzóse ante ella, como calado antemural, y la ocultó á los ojos de sus apasionados rondadores.
Esto había de acontecer lógicamente hasta la fusión provocada por la Reconquista. La vida doméstica de los orientales, desde los más remotos tiempos, no trasciende al exterior, ni permite abrir en las habitaciones esa multitud de bocas y de pupilas por donde pueden escaparse las lágrimas y las carcajadas.
“Las casas de Jerusalén, dice Ebers, que ha recorrido, hace pocos años, la Tierra Santa, como todas las habitaciones orientales, apenas tienen aberturas; en muchas de ellas hay tan sólo una puerta baja y estrecha, por donde no se puede entrar sin inclinarse, y la generalidad, si no todas, presentan las ventanas discretamente cerradas por mucharabichs, especie de celosía de madera, de un trabajo hábil y exquisito.”
Jacolliot, en su Viaje al país de las Bayaderas, escribe lo siguiente:
“Llegamos a una casa blanqueada con cal, estrecha y de techo plano, como las demás habitaciones del país, que tenía lo que no tienen las otras: muchas ventanitas al exterior; esto solo, en Oriente, anuncia á la mujer no encadenada por el hombre; a la mujer libre.”
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★“CELOSIAS, CIERROS Y CANCELAS”. BENITO MAS Y PRAT por Ramón Freire
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