CAPÍTULO XXVIII: DE ALGUNOS HECHOS, SUCESOS, ANÉCDOTAS Y OTRAS NOTICIAS RELACIONADAS CON LA CIUDAD DE ECIJA, ENCONTRADAS EN LAS HEMEROTECAS ESPAÑOLAS por Ramón Freire
Mayo 2017
Ramón Freire Gálvez.
El agua, líquido elemento vital para la supervivencia de todas las formas conocidas de vida y que tan necesaria es su racionalización y hacer buen uso de la misma, fue un grave problema siempre en nuestra ciudad, hasta que, a mediados de los años 1960 y bajo el mandato del alcalde D. Joaquín de Soto Ceballos (al que por ello, se le bautizó popularmente como el Carlos III de Écija), consiguió la creación de una red de agua potable que garantizó nos llegase a través de los grifos (los pocos, que poco a poco, valga la redundancia, pudieron realizar las conexiones hasta sus casas), así como a diversas fuentes públicas existentes (las mujeres con los cántaros al cuadril); traída del agua potable que quizás hoy no se le dé la importancia que tuvo, pero que si fue concedida y valorada para los que vivimos su carestía, pues recordamos a aquellos “piperos” que, con una pipa tirada por un mulo, vendían el agua a granel, procedente de pozos, por las calles astigitanas, saliendo a su encuentro los ciudadanos, provistos de cántaros y otros recipientes, donde depositar agua para poder beber.
También recuerdo aquellos puestos de agua, situados en – la calle Miguel de Cervantes o a las puertas de los cines de 414; verano, que al precio de un real el vaso, lo vendían a los ciudadanos, para poder saciar estos la sed cuando se encontraban en la calle.
Pero para conocer mejor su importancia y valorarla debidamente, demostrativo del grave problema que con ello padecía Écija y por ende sus habitantes, aporto un artículo publicado en La Voz del 9 de Agosto de 1923, que al respecto dice lo que sigue: “DESDE ECIJA. Sin agua. Aquí se presagia algo muy grave, algo así como una hecatombe espantosa, pues en verano y sin agua, no puede ocurrir nada risueño ni agradable en un pueblo de 30.000 almas.
Estamos amenazados de muerte; se ha extirpado un peligro con el desahucio de animales del centro, pero queda otro en pie, y otro que si las autoridades no vigilan y ponen los necesarios medios, las consecuencias serán funestas. Sabemos que algunos, muchos, de los muchísimos aguadores que hoy explotan el negocio acuático, hacen provisión nocturnas en pozos de casas particulares, de agua insalubre e infesta de gusarapos, y como la sed, y como el hambre, tienen cara de cerdo, no les es difícil venderlas, por pésimas condiciones en que se halle, se bebe, vaya que si se bebe, ¿no se bebían los mártires del desastre la sangre de las caballerías, los orines, la gasolina y hasta su propia sangre?. De esto a aquello aún media una gran distancia; podemos por lo tanto continuar impasibles y además que próximo a nuestras paredes corre tranquilamente el Genil. ¿Quién lo apura si se apura?
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★CAPÍTULO XXVIII: DE ALGUNOS HECHOS, SUCESOS, ANÉCDOTAS por Ramón Freire
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